Esa Aylyn castigadora...jajaja, las leo
Capítulo 119 —No fue justo, no fue nobleNarrador:Aylin aún lo tenía a centímetros, acomodándole el cuello de la camisa, con esa sonrisa peligrosa dibujada en los labios. Roman no podía moverse. Su cuerpo empezaba a recuperar el control, pero su cabeza… no. Su cabeza solo pensaba en ella.En todo lo que era. En todo lo que le despertaba. En todo lo que aún no había hecho con ella.—¿Sabes qué pensé aquella noche? —murmuró Roman, la voz baja, ronca.Aylin alzó la vista, curiosa.—¿Qué noche?—La primera. Cuando rompiste el jarrón. Cuando cerré esta puerta.Aylin no dijo nada. Roman la tomó de la cintura, la alzó con facilidad y la sentó sobre el borde del escritorio, sin romper el contacto visual.—Pensé en lo que te haría si fueras mía. Pensé en todas las formas posibles de quitarte esa ropa que llevabas… y hacerte rogar por más.Ella no se movió. No necesitaba hacerlo. Sus pupilas lo decían todo. Estaba ahí para eso. Para lo que viniera.Roman deslizó las manos por sus muslos, subien
Capítulo 120 —No es mi madreNarrador:La rutina de la casa había cambiado. No por decisión de Roman. Tampoco por Aylin. Pero los cambios estaban ahí, instalándose con una naturalidad peligrosa. Al principio fue una tarde más. Luego dos veces por semana. Ahora, Sasha preguntaba casi a diario si podía ver a Julieta. Ya no la llamaban Miranda. Al menos no en voz alta.Lo más inquietante era eso: que Aylin y Roman también se estaban acostumbrando. A decir “Julieta” sin pensarlo. A integrarla a la conversación como si siempre hubiera estado ahí. Como si no supieran quién era en realidad. Como si esa mujer no hubiese sido la misma que desapareció, mintió, traicionó.Pero estaba logrando su cometido. Con suavidad, con paciencia. Metiéndose en la vida cotidiana sin hacer ruido, instalándose donde antes no tenía permiso.—¿Te molesta si la invito el sábado? —preguntó Sasha esa mañana, sentada en la cocina, mientras removía distraídamente su chocolate caliente.Aylin la observó desde el otro la
Capítulo 121 —La grieta estaba creciendoNarrador:La casa estaba en silencio. Sasha se había encerrado en su cuarto sin terminar de cenar, y Amalia, con su sabiduría de siempre, no hizo preguntas. Roman subió las escaleras despacio, arrastrando una culpa que no venía por lo que dijo, sino por no haberlo visto venir.Cuando abrió la puerta del dormitorio, no la encontró leyendo. No estaba cambiándose. Ni siquiera sentada en la cama.Aylin estaba en el suelo, junto a la ventana, abrazada a sus propias rodillas, con la frente apoyada contra ellas. El llanto era contenido, pero constante. No había sollozos ruidosos, no había palabras. Solo lágrimas cayendo sin pausa.Roman cerró la puerta sin ruido. Se acercó sin decir nada y se agachó frente a ella. No la tocó enseguida. Solo la miró.—Aylin…Ella alzó el rostro apenas. Los ojos estaban rojos, la piel manchada por el llanto.—Estoy bien —murmuró, con una voz que no convencía a nadie.—No lo estás —dijo él, con firmeza, y se sentó frente
Capítulo 122 —No estoy eligiendo entre ustedesNarrador:Aylin manejaba en silencio. No era incómodo, pero tampoco era el silencio de costumbre, ese que a veces compartían cuando estaban cansadas o con sueño. Era uno más frío, más nuevo. Sasha iba en el asiento trasero, los auriculares puestos, la mirada perdida en la ventana.El tráfico era liviano. Aylin redujo la velocidad en una esquina y tomó el desvío habitual hacia el colegio. Quiso hablar, pero no encontró nada casual para decir. Ni el clima, ni las clases, ni siquiera el nuevo invernadero servían de excusa.—Sasha —dijo, con calma, sin girar la cabeza —¿Podemos hablar un segundo?La adolescente se quitó un auricular.—¿Ahora?—Sí, es solo un minuto. —Sasha no respondió, pero tampoco se negó. Esperó en silencio. Aylin no cambió el tono. No lo elevó. No intentó sonar condescendiente. —Sé que no estás cómoda conmigo en este momento. Y no te estoy pidiendo que lo estés. Solo quiero que sepas que estoy tratando de no equivocarme má
Capítulo 123 — Vine a quedarmeNarrador:Miranda llegó a la galería sin avisar. No era la primera vez. Ya lo hacía con frecuencia, amparada en la excusa de ver a Sasha o de dejarle algún libro para el colegio. Esa tarde apareció con una caja pequeña y una sonrisa discreta.Roman la vio apenas cruzó la puerta. Dominic no estaba en la entrada. Tampoco había nadie más que pudiera detenerla.—¿Vienes a dejar algo o a recoger otra cosa? —preguntó él desde el final del pasillo, sin moverse.—Solo quería pasar un momento —respondió ella, alzando la caja —Es para Sasha. Unas cosas que pidió. Nada grave.—Déjalo en recepción.—Preferiría dártelo a ti. Si no te molesta.Roman no contestó. Caminó hacia ella, despacio, con las manos en los bolsillos del pantalón. No había cordialidad en sus gestos. Solo una paciencia que ya no era cortesía.—Ya está bien, Miranda.—¿De qué?—Del jueguito. De las visitas sin avisar. De las frases cuidadas. De ponerte cómoda en una vida que abandonaste hace años.El
Capítulo 124 —Necesito que no me excluyasNarrador:Roman hojeaba un catálogo de obras en su oficina cuando Dominic entró sin anunciarse. Llevaba en la mano una carpeta más delgada de lo habitual. Su rostro no mostraba urgencia, pero sí una concentración que no pasaba desapercibida.—Tenemos un problema, Diablo —dijo, cerrando la puerta detrás de él.Roman giró lentamente. Su voz fue seca.—¿Qué tipo de problema?Dominic se acercó al escritorio y dejó la carpeta frente a él.—Estuvo en un despacho de abogados de familia —dijo sin rodeos —En la ciudad. No aquí.Roman levantó la vista.—¿Quién?—Miranda.—¿Y qué hizo?—No lo sé del todo, aún. Pero pidió acceso a su propio expediente judicial. También solicitó información sobre el estado civil de un “viudo” en particular. Sin decir tu nombre, pero lo suficiente para saber que te refería.Roman se quedó en silencio unos segundos.—¿Algún abogado conocido?—Un tipo discreto. No figura en escándalos públicos, pero tiene experiencia en litigi
Capítulo 125 —Ámame sin límites.Narrador:Aylin todavía sentía el cosquilleo de su piel donde él la había mordido, chupado, succionado hasta dejarle la piel caliente y erizada. Tenía la marca de su boca en el pecho… y la de su amor en cada rincón del cuerpo.Roman seguía dentro de ella, completamente, como si esa unión fuera lo único real en el mundo. Y entonces empezó a moverse otra vez, lento, profundo, deliberado.Cada embestida era un susurro que decía “no te vayas”. Cada roce era una súplica muda. Cada golpe de cadera, una confesión.La sostenía por las caderas con fuerza, atrayéndola hacia él mientras se impulsaba con movimientos controlados, pero devastadores. El roce era exquisito y preciso. Todo él entraba y salía con una cadencia perfecta, que la volvía a llevar al borde aunque ya creía no tener fuerzas para más.—No me mires así —murmuró él contra su boca —Me vas a hacer perder el control otra vez…Aylin no dijo nada. Lo miraba como si no pudiera creer que ese hombre, ese D
Capítulo 126 —A veces, no sale mal. Solo distintoNarrador:La tarde caía con lentitud, tiñendo el despacho de tonos cálidos que no lograban suavizar la tensión entre ellos. Roman estaba de pie junto al ventanal, con la espalda recta y la mirada fija en algún punto invisible. Aylin lo observaba desde el sofá, inquieta, sintiendo que algo en él se estaba endureciendo más de la cuenta.—Voy a contarle a Sasha la verdad —dijo de pronto, sin mirarla —Voy a decirle quién es Julieta en realidad.Aylin parpadeó, como si la declaración le hubiera llegado demasiado rápido. Se enderezó, apoyando los codos en las rodillas, y lo miró con el ceño fruncido.—¿Ahora? ¿Así, de golpe?, Roman, ¿crees que es lo mejos?Roman giró lentamente hacia ella. Su rostro no tenía rabia, pero sí determinación. Una que no dejaba espacio para muchas opciones.—No voy a permitir que Miranda siga acercándose a mi hija sin que ella sepa quién es en realidad. Me cansé del juego. Se terminó.Aylin se levantó despacio, sin