Capítulo Cinco

POV Gabriela

Después de un intenso día, me tocaba la reunión con mi jefe y su odioso hijo, no es que tuviera nada en contra de él, solo no me gustaba que dejara a su padre de lado, por estar viviendo la vida loca, lejos de ellos cuando más lo necesitaban.

La empresa había estado pasando por cambios importantes, el Señor Franco y su esposa querían retirarse unos meses de vacaciones, algo que había sido imposible, dado que el príncipe Italiano no daba señales de vida. En más de una ocasión tuve que hacerme cargo de todo en la empresa, incluso, acompañe a la familia Salvatore a los hospitales para verificar la salud de mi jefecito hermoso.

Amaba a mis padres, no podía pensar que un hijo dejara a los suyos de lado, como si fueran basura, solo por vivir la vida loca, la verdad no sabe de lo que se está perdiendo lejos de ellos, solo espero que no llore cuando uno de los dos le falte.  

Minutos antes Daniela había tratado de hacerme pasar un mal rato, pero ese bombón hermoso salvo mi trasero como un puesto príncipe rescatando a su princesa. En algún momento le daría las gracias por ello, ahora era momento de estar con mi segundo padre.

Su esposa me había mandado un mensaje para que le diera mi opinión sobre el vestido que portaría el día de la cena, me esperaba en la oficina de su esposo para una video llamada, no tuve más remedio que dejar mis pendientes y conectarlos. Por mucho que me molestara, ellos eran parte de mí, me adoptaron desde mi llegada en la empresa, mucho de lo que se, se los debo a ellos y cuando la señora Alessia Betancur pide algo se debe de cumplir lo más pronto posible o date por muerto.

—Padre, estoy aquí —mencione mientras tocaba la puerta y pasaba sin esperar respuesta de que podía entrar. Esto era mero formalismo, sabía que podía entrar sin anunciarme las veces que yo quisiera en su oficina.

La sonrisa en la cara del señor Salvatore, me reconfortaba al tener a mi padre lejos, me hacía sentir como en casa y muy querida.

—Pasa Gaby, por favor cierra la puerta con seguro, mi esposa me ha estado marcando para que nos conectemos en video llamada. Quiere que le demos nuestra opinión sobre el vestido que lucirá en la gala de la empresa, ya le dije que con lo que se ponga se verá hermosa, pero no cree en todo lo que le digo, ya sabes cómo son las mujeres cuando se trata de fiestas.

— ¡Padre!, yo tampoco confiaría en tus gustos. A veces como que pierdes el hilo de la hermosa que es madre.

— ¡Figlia mia!, eres mala con tú pobre padre. Lastimas mi corazón ¡Ay de mí!.. ¡Ay!.

—Deja el drama, que todavía no me aprendes bien. Mejor le marcamos antes de que nos regañe a los dos, hoy no estoy de humor para sermones, suficiente he tenido con tu secretaria y sus cosas.

El cariño que sentía por estas personas no intervenía por el amor que les tenía a mis padres. Los cuatro se conocían, cuando estaban juntos me sentía la persona más querida y bendecida del universo; ojala me duren mucho tiempo.

La llamada se conectó tan pronto como le marcamos, tal parece que llevaba esperando por nosotros. Ni las buenas tardes nos dio, antes de empezar el regaño como era su costumbre.

—Llevo horas esperando por ustedes, necesito saber si seguiste mis indicaciones de la mañana —grito la señora Alessia.

—Lo siento cariño, pero Gaby ha estado ocupada todo el día, con los cambios que hemos presentado, no he tenido tiempo ni de desayunar, por eso sigo tan flaco como un esqueleto —dijo rápidamente el señor Franco.

— ¡Oh! Mi hermosa Gaby, como siempre tan trabajadora, ojala mi hijo aprenda de ti todo lo bueno y no las mañas de su padre. Espero que no te aparecieras por su oficina en todo el día como te indique.

— ¡Cariño! Matas mi corazón, esta niña siempre termina haciéndote caso a ti, no sabes lo fúrico que se encuentra nuestro hijo por eso.

—Lo siento, la verdad no se puede ocultar. Pero bueno, no estamos aquí para eso, quiero mostrarles los vestidos que me trajeron hoy, son tan hermosos que no se por cual decidirme —sonrió satisfecha por la fechoría que hicimos hoy a su pequeño príncipe con patas.

—Ya quiero verlos madre, aunque estoy segura que todos se te verán hermosos y serás las más linda de la fiesta.

—Ya no te juntes con Franco, se te están pegando todas las malas mañas hija mía.

En pocos minutos nos había mostrado más de cinco vestidos, que la hacían lucir fabulosa, a pesar de su edad, tenía un cuerpo espectacular, complementado con una hermosa sonrisa que nos hizo olvidar el estrés y que estábamos en medio de la oficina, solo ella era capaz de hacernos olvidar el trabajo con sus ocurrencias, cada día la amaba más.

Estábamos tan metidos en nuestro mundo, que no prestamos atención a la puerta, hasta que un ruido ensordecedor nos dejó paralizados a los tres. Nuestras miradas que estaban en la pantalla que teníamos enfrente, fueron a parar a la entrada, mostrando a un tipo con ganas de matarnos.

La primera en reaccionar fue la señora Alessia, mostrando una cara de total desagrado para el visitante, que hasta a mí me dio miedo.

— ¿Se puede saber que modales son esos jovencito? ¿No te han enseñado que debes tocar la puerta antes de entrar a un lugar? Tal parece que tus padres no han hecho un buen trabajo contigo —dijo la señora Alessia, muy seria.

— ¿Qué está sucediendo aquí? ¿Cómo puedes permitir que este par te engañen?

— ¿Engañar? ¿Se puede saber de qué estás hablando? Seguramente no has desayunado nada, y estas alucinando como de costumbre Sebastián.

—Acabo de escuchar a esta mujer decirle a mi padre que la quedaba hermoso, y a mi padre decirle que era la mejor. ¿Acaso eso no es engañar? —resoplo el bombón Italiano que había interrumpido nuestra video llamada, hace unos momentos.

«Hay sí, bombón Italiano, pero bien que te acomodo un susto marca diablos»

« ¡Cierto! Tienes razón»

«Yo siempre la tengo querida»

Mi estrés había llegado a su límite, podía permitir todo, menos que me tacharan como una cualquiera. Este bastardo se merecía una buena paliza, insultarme de esa manera no estaba permitido, mucho menos insultar a los señores Salvatore, quienes eran personas muy atentas conmigo.

Sin esperar más me levante de donde estaba, camine a lado de ese hombre, al cual propine un golpe en el abdomen, seguido de varios golpes en donde cayeran «creo que no les había dicho que practicaba karate y box en mis ratos libres» Aunque mi técnica era buena, el bombón supo defenderse muy bien, para que ninguno de ellos tocara su cara.

—Por el amor a Dios ¡Paren, paren! —grito la señora Betancur desde la pantalla.

Mientras que el señor Franco se encontraba quitado de la pena en su silla, muerto de risa, disfrutando del pequeño show que se estaba llevando a cabo en su oficina. Los golpes y los gritos, hicieron que algunos chismosos acudieran a ver qué pasaba.

Nadie podía meterse, era la oficina del Presidente. Así que solo se detenían a mirar desde la puerta o lo que quedaba de ella, y llamar al personal de seguridad.

— ¡Por Dios Franco!, para esa masacre, no te quedes de brazos cruzados, se van a matar los muchachos.

— ¿Pararla? No, que aprenda lo que es el respeto cariño. Hace mucho que nadie pone a tú hijo en su lugar, déjame disfrutar de este momento único en mi vida antes de que me muera.

—Sebastián, Gaby. Chicos, cálmense. Todo es un mal entendido —argumento la señora Alessia de nuevo.

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