Capítulo Seis

POV Gabriela

La verdad estaba más entretenida en golpear al papanatas que tenía enfrente, que los murmullos de las personas que nos rodeaban. Hasta que llegaron los de seguridad de la empresa a separarnos.

Unos segundos bastaron para darme cuenta, que había perdido los estribos al extremo, algo en mí se revoloteo al ver la mirada de las personas sobre mi aspecto. Las cosas ya estaban hechas y no me echaría para atrás. No señor, yo no era así.

—Bueno señores, la función se terminó por el momento, regresen todos a sus lugares a terminar sus pendientes. Ustedes… hablen a alguien que repare por completo esta puerta hoy mismo, ahora pueden marcharse —dijo el señor Franco serio.

En cuanto nos quedamos solos, el bombón Italiano, se levantó más que molesto, haciendo pregunta tras pregunta. Todas más confusas que las otras, solo me quedaba escuchar las estupideces que decía para tratar de comprender de que iba el asunto, antes de acomodarle una nueva paliza.

Mi mirada y mis oídos iban de uno a otro, no terminaba de entender el comportamiento de ellos, y la familiaridad con la que se hablaban, hasta que mi mente logro captar la palabra mágica “Padres”.

«Escuchaste Gabriela, dijo “Padres”… “Padres”»

«Estás loca, el no dijo eso, seguro es uno de los socios de la empresa»

« ¡Por Dios, niña! ¡Despierta!. Dijo Padres ¿Sabes lo que eso significa?»

« ¿En serio?»

Justo iba a escuchar la respuesta de mi conciencia, cuando la mano del Señor Salvatore, fue sacudida delante de mi cara. El mejor que nadie conocía mi habito de hablar conmigo misma y perderme de todo lo que pasaba.

— ¿Estás bien Gaby?

—Sí, si… Solo que no me gusta interrumpir en pláticas que no son mías, como a otros.

— ¡Bien!, ya que tengo la atención de ambos me gustaría dejar las cosas en claro. Esto no es un cuadrilátero, así que le pido a los dos que se comporten de la mejor manera, no me hagan tomar medidas más drásticas de lo que voy hacer ahora. Sebastián, no sé de donde sacaste semejante estupidez, debiste estudiar para dramaturgo serías excelente.

— ¿Estupidez? ¡Por Dios padre! les escuche hablando…

—Cómo bien dices, estábamos hablando con tú madre a través de una video llamada, mírala, sigue en vivo con nosotros. Ella misma es testigo de la idiotez que acabas de hacer y la forma en que nos has ofendido, eso no te lo voy a perdonar, además de que llegas tarde en tú primer día, haces de esta oficina un espectáculo.

— ¡Espere! Dijo ¡Madre! —grite toda confundida.

—Si Gaby, te presento a mi hijo Sebastián Salvatore, el causante de todos mis dolores de cabeza y el próximo Presidente de la empresa, con el que vas a trabajar muy de la mano.

¡Maldita suerte la mía!, aquel bombón Italiano era el hijo prodigo del señor Franco. Tanto que no quería encontrármelo y el destino me lo puso enfrente de manera inesperada, por lo menos me defendió de la urraca de Daniela, sirvió para algo, pero ni por eso lo voy a perdonar por todo el mal rato que les ha hecho pasar a sus papás.

Ni en mis más terribles sueños imagine conocer al próximo Presidente de esta manera, ahora me arrepentía de mis cambios de humor tan bruscos. Tal parece que tendría que buscar un nuevo trabajo, después de tan hermoso recibiendo que le he dado, y no una, sino dos veces en un mismo día.

«Eso es para que aprendes a comportante»

«Te recuerdo que si no trabajo, tú no comes, así que ¡Cállate!»

«Por eso digo, que feos modos de este muchacho, tan guapo que esta el condenado»

—Sebastián, te presento a Gabriela, la persona que estábamos esperando para la reunión. Ella es la responsable de los informes de la empresa, además de llevar una de las carteras más importante, por no decir la más valiosa.

— ¿G-Gabriela, tú ejecutiva estrella? ¿Estás seguro papá? Parece más una boxeadora que ejecutiva de alto nivel. No pienso trabajar con una persona tan problemática como ella, no es necesario estar mucho tiempo en la empresa, para saber quién es la causante de todos los problemas, y porque el resto de los empleados están inconformes.

«Rómpele el hocico por mamila»

«No que mucho amor y paz»

«Retiro lo dicho, arráncale todo lo arrancable»

«Golosa»

—No te estoy preguntando si quieres o no, la decisión ya está tomada. Me queda claro que no tienes ni la mínima idea de la capacidad de Gaby para este trabajo, el hecho de que seas mi hijo no te autoriza ofender a nadie sin conocerlo.

—Nunca, no pienso hacerlo, y es mi última palabra.

—Perfecto, entonces, deja sobre el escritorio todas las tarjetas que te he dado, si no quieres trabajar con ella deberás esforzarte para crear tus propios negocios. Estoy cansado de tus amenazas tontas, llenas de caprichos que tú madre y yo hemos consentido todo este tiempo, pero eso se acabó. Puedes regresar a tú mundo lleno de diversiones, también te olvidas de que tienes padres y que seguiremos pagando lo que necesites.

Llevo algunos años trabajando para el señor Salvatore, nunca lo había visto tan enojado. Siempre se ha mostrado como una persona comprensiva, estaba a punto de regocijarme por la reprimenda para el bastardo de Sebastián, cuando vi a mi jefe caer en cámara lenta. Sin pensarlo me tire sobre el piso para que su cabeza no pegara contra el suelo, conocía el estado de salud, un golpe no era nada favorable en estos momentos.

Sebastián, estaba de espalda a nosotros, no se dio cuenta de lo que sucedía con su padre. Seguía montado en su mula de no colaborar conmigo, los gritos desesperados de su madre lo hicieron callar y detener su camino a la salida. Por mi parte estaba más preocupada en los signos vitales de mi jefe, que del dolor que me aquejaba al tirarme en el piso para que no se golpeara.

—Llama una ambulancia, rápido —grite como loca.

—Sí, cómo diga la princesa —respondió el muy idiota sin darse la vuelta.

— ¡SEBASTIÁN! Deja de ser tan estúpido por un momento, tú padre ha sufrido una caída en lo que hacías tu berrinche, ni cuenta te diste pedazo de animal cuadrúpedo. Si no quieres llamar a la funeraria, será mejor que llames ahora mismo al puto hospital o te juro que cuando me levante de aquí te voy a dejar en estado vegetativo.

No es que fuera dramática, pero otro infarto, no lo soportaría. El tiempo corría y la asistencia médica era de vital importancia, conocía la situación de primera mano, no tuve más remedio que llevar acabo los primeros auxilios, mientras su hijo se encargaba del traslado médico.

Al parecer las amenazas con el funcionan a la perfección.

«Tomando nota»

—Gaby… Gaby… por favor no, sálvalo Gaby, por favor hija —grito una voz desde la pantalla, que nos miraba espantada.

Del Shock me olvide que la señora Alessia estaba viendo todo a través de la video llamada. A estas alturas mi cabeza estaba hecha un lio, no sabía si responderle o seguir dándole los primeros auxilios en lo que llegaba la asistencia médica para trasladarlo al hospital.

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