— Vera, por favor ábreme— Digo golpeando la puerta de su habitación. Lleva encerrada más de diez minutos y me estoy comenzando a preocupar, no entiendo que fue lo pudo haber ocurrido.
— ¿Qué ha sucedido hijo? — me pregunta mi madre quien ha subido al darse cuenta de que Vera vino corriendo hacia aquí.
Unos fuertes golpes en la puerta me despiertan del sueño que estaba teniendo con Vera, era un sueño donde ella me recordaba y me amaba, uno de esos sueños que anhelo que se vuelvan realidad. Miro al reloj y dan las 10AM anoche me he quedado hasta muy tarde en su habitación hasta que logro conciliar el sueño. Me ha dado tanta pena verla sufrir tanto por no recordar que le he enviado un correo electrónico a Amanda con algunas preguntas al respecto de cómo puede afectarle este tipo de hechos a Vera y al mismo tiempo le envié un resumen de lo que ha empezado a recordar, solo espero que me responda pronto para saber cómo continuar con todo esto.
Al llegar al último piso del edificio, atravesamos el largo pasillo hasta llegar a la puerta que va hacia el exterior, y subimos los pocos escalones que hay allí para después llegar a la terraza. Aquí aún están esos sillones que ella misma ha recomendado colocar para que tanto los empleados del lugar como los turistas pudieran disfrutar de la increíble vista que ofrece esta terraza.
— ¿Has dicho que me quieres? — Le pregunto colocando mis manos a cada lado de su cuerpo a la altura de su cintura.— Si, Iker, te quiero. A pesar de que aún no recuerdo todo lo que ha sucedido entre nosotros, no me hace falta recuperar mi memoria por completo para saber que te quiero— Me dice a milímetros de mi boca haciendo que mi voluntad tiemble de pies a cabeza. Después de haber almorzado juntos disfrutando de esta nueva oportunidad que nos estamos dando, llegamos a la casa y al entrar puedo sentir la mirada de todos los miembros de mi familia clavada en nuestras manos las cuales están entrelazadas. Mi madre nos sonríe al igual que mi padre y Carolina, y Francisco al parecer no ha llegado aún, pero me imagino que cuando se entere de seguro también se pondrá feliz.— ¡¿Han vuelto?! —Pregunta mi hermana absolutamente emocionada mientras se acerca a nosotros.<19
Después de haberme cambiado para la ocasión con un pantalón color negro y una camisa blanca, la espero para bajar juntos a la sala. Mi madre no ha escatimado en nada y ha preparado una cena digna de la visita más especial que pudiéramos recibir, a decir verdad, la presencia de Vera en esta casa es lo más importante, al menos para mí. Pienso en lo extraño que es que cada uno esté en una habitación separada y sé que esto no va a cambiar tan pronto, al menos no como me gustaría a mí. Estoy perdido en mis pensamientos y es que todo esto es tan pero tan extraño...
Tiemblo de pies a cabeza con ella sentada sobre mi besándome de una manera única, mejor dicho, como me besaba antes en esas noches de las muchas en las que nos hemos amado. Mis manos viajan por su cuerpo, ya no puedo controlarlas, ella tampoco me impide tocarla de la manera en la que lo estoy haciendo. Sonrió sobre sus labios y ella me lanza una provocadora sonrisa para después dejar mis labios por un instante para atacar mi cuello. No sé cuánto tiempo más pueda resistir si ella sigue haciendo estas cosas... Ya no puedo controlar mi cuerpo y ella claro que se ha dado cuenta porque me mira pícaramente... «¿Acaso pretende volverme loco?»
La observo acostada a mi lado con su respiración agitada y con su mirada fija en la mía, ella me sonríe y yo solo puedo corresponder a su gesto. Estiro mi mano para atraerla hacia mí, y ella no pone ninguna resistencia, por el contrario, coloca su brazo sobre mi pecho y me abraza fuertemente.— ¿Te encuentras bien cariño? — Le pregunto besando su frente. Creo que estos minutos son interminables, jamás sentí las agujas del reloj moverse tan lento. Cuando le propuse matrimonio la primera vez su respuesta fue instantánea... Aun recuerdo ese momento con toda claridad; su sonrisa, sus lágrimas de emoción y yo... yo solo era el hombre más feliz del mundo.Nos acomodamos en la cama acostándonos de costado mirándonos uno al otro. Intento entender lo que pasa por su mente, pero me es imposible. — Cariño, por favor... dime algo. — Le pido mientras acomodo su cabe23