La semana había sido agotadora para Bianca intentando comunicarse con su padre, cuidar su espalda, fingir delante de todos, necesitaba un descanso, se había quedado dormida sobre su cama, no supo cuánto tiempo pasó cuando sintió una mano sobre su boca que la hizo despertar exaltada.

— ¡Sshh! soy yo hermosa –Alastair estaba frente a ella.

— ¿Qué haces aquí? ¿Te volviste loco?

— Necesito que vengas conmigo –Bianca desconfiada se levantó colocando su bata.

— ¿A dónde? ¿Para qué?

— ¿Quieres ver a tu familia? –La pregunta captó la atención de la joven.

— ¿Qué?

— Bianca no puedo explicarte ¿quieres verlos o no? –El joven giraba cada tanto vigilando la puerta.

— ¿Cómo sabes que quiero verlos?

— Vi tu expresión mientras conversabas con Astra, te he seguido sé que sabes que ella y mi padre se entienden –Sorprendida Bianca comenzó a alejarse.

— No voy a hacerte daño Bianca

— Sonaste muy convincente cuando dijiste que querías solo desvirgarme

— No podía quedar en evidencia con él, en verd