—¿Por qué tienes tantas ganas de proteger a Miguel? —dijo Julia negando con la cabeza. —No hace mucho que llegaste a Riomar, hay muchas cosas que aún no entiendes —dijo Alejandro con un suspiro—. Miguel no es en absoluto tan insignificante como te lo imaginas. Quizá sea el que haga que cambien las
Mía cogió la receta cuidadosamente y le preguntó a Miguel con curiosidad:—Miguel, ¿cómo se llama este elixir?—Elixir de las Mil Maravillas. Lo creé un día que no tenía nada que hacer por casualidad. En un principio lo utilicé como un elixir para restaurar la energía, pero le he añadido algunas hie
Rosendo frunció el ceño. Solo se había acercado a Ana por su dinero. En realidad, estar todos los días junto a una vieja de más de cuarenta años le daba ganas de vomitar. Al ver al hombre que amaba fruncir el ceño, Ana preguntó:—¿Qué pasa, Rosendo? ¿Es que no quieres?—Eh… no, ¿qué dices? —Rosendo
—Tranquilo, Juan. Voy a llamar a tu hermana por teléfono —dijo Ana asintiendo con la cabeza.Ana se apresuró a coger el teléfono y llamó a Alicia. En ese momento, Alicia estaba resolviendo algunos asuntos de la dirección de la empresa. De pronto, recibió una llamada de su madre, lo cual la sorprendi
En cuanto entró por la puerta, una cajera vestida con uniforme se apresuró a recibirle.—Señor, ¿en qué puedo ayudarle?Miguel sacó inmediatamente el cheque.—Necesito abrirme una cuenta e ingresar este cheque.La cajera miró el cheque y vio que la cantidad eran dos millones. Entonces, le dijo rápid
La cajera reconoció a Alicia de un vistazo y se acercó muy educadamente.—Anda, si es la señorita Salamanca. Por favor, espere aquí un segundo, el gerente está terminando una tramitación con otro cliente.Alicia se sorprendió, sentía bastante curiosidad. —Vale, esperaremos aquí entonces.Hacer que
—¿Qué pasa? ¿Quieres pelea? —dijo Miguel con frialdad.Rosendo tragó saliva. Ya tuvo una pelea con él el otro día en el restaurante. Era muy consciente de sus capacidades, así que sabía que no era para nada rival de Miguel. —Alguien como tú no se merece que yo mueva ni un dedo —dijo Rosendo. E inme
—Si el señor Rodríguez te ha pegado, seguro que te lo merecías —le insultó Alejo.—Ay… —gritó Rosendo agarrándose el estómago. Entonces, miró al gerente sin entender nada—. Gerente Ríos, somos viejos amigos, ¿por qué se pone del lado de ese niñato?Incluso los guardias de seguridad que estaban prese