Alicia recuperó de golpe su autoestima y la sonrisa volvió a aparecer en su rostro.—Ali… estás incluso más guapa que antes —exclamó Juan sin poder evitarlo.—¡Digna de ser mi hija! Una belleza natural, mucho más guapa que esa zorra de Mía —se pavoneó Ana.—Claro que sí. Cuando eras joven, eras la m
Miguel se aclaró la garganta.—No tengo ningún tipo de relación con ella, pero, como tu guardaespaldas, es obvio que tengo que protegerte. Voy para abajo.—Qué cabeza más dura —dijo Mía apretando los dientes.Poco tiempo después, Miguel llegó al portal. Mía y Lucía llevaban un buen rato esperando. S
Naturalmente, Francisco no creía lo que decía Ana. Pensó que sólo estaba exagerando para venderle a su hija. Muy impaciente, dijo sacudiendo la mano:—Ya está bien, no me des más la lata.Tras decir eso, se marchó agarrando a su novia la modelo. Ana quería decirle algunas cosas más, pero Miguel no p
Aquel día en el Pub Insomnio descubrió la verdadera cara de Francisco. Y, ahora, le odiaba profundamente. Aunque Miguel fuera un imbécil, por lo menos no era un falso como Francisco. Se había equivocado al juzgarle. Francisco sabía que Alicia seguía enfadada, así que dijo con una sonrisa:—Ali, tod
Miguel frunció el ceño en cuanto escuchó aquello. ¿Pedirle la mano de su nieta? ¿A Pedro? Por lo que sabía, Pedro solo tenía una nieta en edad de casarse con Juan. ¿Estaría hablando de Sandra?—Tranquilo, Juan. Lo tengo muy en cuenta —contestó Rosendo con una sonrisa—. Y no solo voy a ayudarte a con
—¿Vienen a vengarse?—No lo tengo claro… lo sabremos cuando los veamos —dijo Mía negando con la cabeza.No tenía ni idea de qué objetivo tenían los Martínez, pero Mía no podía negarse a asistir. Así que se llevó a Miguel y Lucía con ella.Miguel y Lucía estaban en silencio detrás de Mía. Los tres ll
Lucía miró inmediatamente a Miguel. Por un momento, dudó sobre qué hacer. Si no aceptaba, parecería preocupada y dejaría en ridículo a Mía. Pero, si aceptaba, no sabía hasta dónde quería llegar ese tío. Pero a Miguel parecía darle absolutamente igual, total, qué podría pasar.—¿Cómo quiere hacerlo,
Guillermo esquivó el golpe y Lucía se quedó en el sitio. Pero Felipe no disminuyó su ofensiva. Lucía solo quería obligarle a retroceder para poder liberarse. Justo cuando quería esquivar el golpe, descubrió que no podía moverse. Sin saber cuándo, en sus extremidades aparecieron cuatro cuerdas atrap