Una vez que Anna sale de aquella habitación, siente que su cuerpo se desvanece, una de las enfermeras que se ha quedado allí atenta, logra sostenerla y la sienta en una de las sillas que se encuentran en el pasillo.
—Señora, ¿necesita que llame a alguien?
—No, sólo necesito que deje quedarme aquí, necesito estar aquí para cuando despierte.
—Yo podría llamarla…
—Usted no entiende, ¡él está allí por mi culpa! —le dice Anna desconsolada y sin dejar de sollozar—. Se supone que lo amo y fui la primera persona en juzgarlo. ¡Él me juró que era inocente y yo no le creí!
—Según lo que me ha dicho la policía, él está aquí por un asesinato.
—Mató a mi padre… O eso es lo que alguien dijo… ya no lo creo —mira hacia la habitaci&oacu
Por más que intentan convencer a Anna que vaya a casa a descansar por las noches, prometiéndole que tanto Alonzo como Joshua quedarán ahí en el hospital para cuidar de Egan, la chica simplemente no lo hace.Sólo descansa a ratos en la oficina que el médico le ha facilitado. Hacerla comer también ha sido algo complicado y lo hace solamente por sus hijos.Para el quinto día de Egan inconsciente, ya todos están realmente preocupados y se están planteando la posibilidad de sedarla y meterla en una habitación en el hospital.Y mientras ellos planean la manera de obligarla a descansar, Anna entra a su visita diaria para ver a Egan y hablar con él.—Mi amor… Nuevamente estamos aquí tus hijos y yo. Sólo quería decirte nuevamente que te amo muchísimo y que estamos esperando a que pueda regresar con nosotros lo antes posible… Te necesi
Mientras el cuerpo médico sigue trabajando para salvar a Ángel, Anna siente que el cuerpo le pesa más de lo que puede soportar. Boyce la sostiene y la lleva a sentarse, envía un mensaje y se queda allí esperando sea cual sea el resultado.—No puede morirse, él no puede irse así como así —dice Anna totalmente angustiada.—Debe tener fe, eso es lo único que no debe perderse jamás —le dice Boyce tratando de darle ánimos.Adentro, la enfermera sobre él presiona su pecho una y otra vez, tratando de devolverlo a la vida. Una de sus compañeras se acerca a ella y le dice.—Amalia, déjalo ya… no hay nada que hacer por él…—¡¡No!! No voy a dejar que este idiota me rompa la racha de un mes sin fallecidos en mi turno.—¡Pero si ayer se murió el anciano del tercer piso! &
Anna, se remueve un poco y cuando Egan la ve así, algo inquieta, no duda en preguntarle.—¿Qué es lo que pasa, mi amor?—Debo irme un rato, hay cosas que debo arreglar.—No quiero que te vayas…—Te prometo que regresaré lo antes posible, pero es algo que debo resolver. No puedo dejar pasar más tiempo.Antes de que vuelva a decirle que no se vaya, Anna se acerca y le da un suave beso en los labios. Al salir de allí se encuentra con su padre, quién la mira con cierto recelo.—Pensé que te quedarías más tiempo con él.—Me llamó el abogado, ahora mismo voy saliendo a la cárcel para hablar con ese señor.—Hija, por favor, no lo hagas. Puede ser peligroso, podrías alterarte y causarte daño.—Necesitamos todas las pruebas posibles para que pague por cada uno de los crímenes que cometió. Además, a la policía no le parece una mala idea lo que quiero hacer. Me están esperando, así que debo irme.Anna le da un abrazo y Joshua sabe que aquella mujer que va caminando hacia la salida, no es la mism
Los días para Anna y Egan se van pasando, los médicos han programado la operación y, aunque Egan se encuentra optimista de que todo saldrá perfecto la mayor parte del tiempo, no le ha dicho a Anna acerca del miedo que tiene de que algo le suceda en la operación.Por esto mismo habló con el médico para que lo puedan ayudar a ir a uno de los ultrasonidos de Anna para poder conocer a sus hijos. Sin embargo, le médico le dijo que podía hacer lo posible para que se lo hicieran allí mismo y así no tener que moverse tanto.Es por eso por lo que, cuando Anna llega la visita se encuentra Egan sentado en una silla de ruedas y se sorprende.—Amor… —se apresura para abrazarlo y luego lo mira divertida—. ¿Qué se supone que harás? ¿Por qué estás aquí?—Te tengo una sorpresa, así que ven, súbete aquí y vámonos —tira de ella para que se siente sobre su regazo y un enfermero que sonríe al ver aquella escena tan adorable empuja la silla.Los conduce hasta la zona de ginecología y obstetricia, en donde
Con Ángel despierto, recuperándose y a punto de ser dado de alta, ya las cosas estaban más relajadas. Después de todo lo que habían pasado como familia, el que él y Egan estuvieran avanzando en su recuperación era un alivio para todos.Egan fue trasladado al mejor hospital de Roma, en donde los mejores especialistas han evaluado su situación y determinado que la operación, aunque tiene riesgos, puede tener gran probabilidad de éxito y con la terapia necesaria, saldría adelante.A dos días de entrar al quirófano, él y Anna están disfrutando de su momento juntos, aunque nada de lo que hagan les quita los nervios, al menos estar así les da cierta paz extraña.—Hoy están inquietos —Egan sonríe al sentir los movimientos de sus hijos en el vientre de Anna.—Yo creo que se están peleando la atención de papá —ella se acurruca más al lado de Egan y el hombre no puede evitar sentir ese aroma que le despierta todos los sentidos. Anna nota cómo algo comienza a notarse más de la cuenta bajo la sáb
La orden de Anna es sencilla y clara.—Llévame con ellos.Por un par de segundos, Boyce se debate entre hacerle caso o no a su jefa, porque es obvio que eso es lo que es ahora, pero al final sabe que no tiene caso llevarle la contraria a Anna. Así que sólo se sube al auto y conduce hasta el lugar en donde Mariana y Jacobo están. Es tarde y el trayecto es algo demoroso. Pero casi dos horas después, llegan a un lugar que parece ser una casa abandonada.Boyce se baja con rapidez y rodea el auto para abrirle la puerta a Anna, la ayuda a bajar y juntos caminan al interior rodeado de otros dos hombres. Al entrar, Anna se sorprende de lo bien cuidada que está por dentro de la casa. La guía por un pasillo, abre una puerta y bajan hasta un sótano, en donde se nota que está rodeado de gruesas paredes de concreto.En cuanto abre una segunda puerta, recién puede escuchar los gritos incesantes de Mariana pidiendo ayuda y profiriendo las maldiciones del mundo en contra de quienes la mantienen allí.
Ya todas las cosas estaban volviendo a la normalidad y cada vez estaban más tranquilos porque la familia estaba regresando a la normalidad.Gian Franco había conseguido que su esposa detuviera el divorcio, pero bajo la advertencia de tener que hacer muchos méritos para resarcir aquel engaño. Fabrizzio había buscado esa segunda opinión y las noticias eran favorables, porque la enfermedad que tiene es controlable y por supuesto, no morirá, al menos no en el futuro próximo, por lo que su romance con Gianna ya es un hecho y con planes de matrimonio, porque lo que ninguno de los dos quiere es perder más tiempo.Alonzo se había quedado solo, pero esa es otra historia, una de Rebeldía y Seducción sin precedentes, al menos no en la familia Petrucci. Ángel, él está pasando por su propia historia extraña de amor, una donde la mitad del tiempo teme que Amalia le inyecte un sedante y la otra mitad se la pasa peleando con ella porque no lo deja salir.Y Egan junto a Anna…Ambos van de la mano por
Los días se les van pasando, entre las terapias de Egan y atender a los hijos, los dos no tienen muchos días de pareja, lo que a Anna comienza a afectarla un poco, sobre todo porque Egan no quiere compartir el cuarto con ella ni tampoco que ella se le acerque mucho.Un día, tras no haber dormido mucho porque los mellizos estuvieron inquietos y sólo querían estar entre sus brazos o los de su padre, Anna explota cuando Egan le dice que vaya a darse una ducha mientras él vela sus sueños.—¿Por qué no vienes conmigo?—Porque no quiero dejarlos solos —le responde Egan y ella se molesta más.—Podemos dejarlos con mi mamá…—Prefiero que no, son nuestros hijos y quiero cuidarlos…—¡Deja de mentir! Lo que pasa es que tú ya no sientes nada por mí y no sabes cómo demonios terminar, ¿es eso?—¡Claro que no! —Egan se acerca a ella e intenta tomarle la mano, pero ella se aleja—. Anna, eres el amor de mi vida, ¿cómo puedes decir eso?—¡Entonces, ¿Por qué no vienes conmigo al cuarto?! No has querido