En la residencia Gibrand, Román y Frida veían las noticias desde la sala, habían escuchado todo de boca de Lorena mientras Johan permanecía en silencio, reflexivo. En cuanto Lorena terminó, no tardaron en buscar en los noticieros alguna nota relacionada. —En noticias internacionales… En Múnich,
—No sé nada aún, pero si Rainer hubiera muerto, sería noticia nacional, créeme… —dijo Fred por teléfono mientras Carina empacaba. —Bien, te avisaré cuando llegue… —agregó una vez que cerró la maleta y colgó. —¿A dónde piensas ir? —preguntó Noah recargado en el marco de la puerta y de brazos cruzad
—¿Cómo? ¿No lo estás viendo? Es imposible que puedas quedar gestante… está en coma. —Inseminación artificial… —agregó Candy emocionada, pero Aaron parecía debatirse entre el desagrado y las ansias por cumplir con su capricho—. ¿No le gustaría tener un nieto de Rainer? ¿Poder ver a su hijo en él y
Carina volteó hacia el interior del hospital, sabiendo que ahí estaba Rainer, en alguna parte, a punto de irse para siempre. —Tengo que verlo… Tengo que… —La palabra «despedirse» se quedó atorada en su garganta. Se rehusaba a pensar de esa forma—. Tengo que estar con él… Sin pensarlo dos veces s
Extendió su mano hacia ella, quien le dedicó la mirada más rota y deprimente que alguien le había mostrado alguna vez. Era una mujer destrozada, sin esperanzas, consumida en dolor. Temblorosa, extendió su mano hacia Noah. Aunque quería quedarse con Rainer, comprendía que su tiempo ya había termina
Tanto el señor Winter como Candy vieron a Carina con recelo, molestos porque ella fuera la primera elección de Rainer, en cambio Noah parecía destrozado. La sonrisa de Carina lo partía en dos como un rayo. ¿Por qué no podía ser él, el motivo de su alegría? ¿Tenía sentido seguir esforzándose por toca
—¿Crees que eso es suficiente? —preguntó melancólico. —Lo siento, Noah… te mereces el cariño y el amor de una mujer que te corresponda y esa no soy yo. —No puedes decir que llegué tarde —dijo intentando reír, pero el dolor no se lo permitía—. Yo te conocí primero que Rainer, yo estuve en tu vida a
De pronto el teléfono de Carina comenzó a sonar, se sorprendió de ver que se trataba de Lorena y no tardó en contestar.—Escúchame bien —dijo Lorena con ese tono serio que solo auguraba algo malo—. La cabeza de Rainer aún tiene precio. Así que pon atención a tu entorno y evita cualquier conflicto. S