Emma se veía ante el espejo con nostalgia. Extrañaba a Will, pero cada vez que pensaba en él, se llenaba de rabia al recordar que Tina estaba con él. —Recuerden no caer en provocaciones. Está fiesta es para su abuelo y no podemos perturbarlo con una pelea campal a mitad del banquete —dijo Frida te
—¡Qué valiente eres Susana! —exclamó Emma al ver al tipo con cara dura frente a ella. —Se llama: Ser inteligente. Atrévete a seguir ofendiéndome y regresarás a casa viéndote irreconocible. —Retroceda… No lo diré una segunda vez —dijo el guardaespaldas dispuesto a poner su mano sobre el hombro de
—¡No! —gritó Susana—. Por favor, está exagerando, no es necesario. —La única forma en la que yo puedo detenerme es si Emma me lo pide —dijo William dejando todo en manos de su esposa. Esa sensación de poder llenaba cada poro de Emma y no pudo evitar sonreír con malicia al ver a Susana temblando.
—Te dije que tendrías que hacerte a la idea de que esto llegaría a su fin —agregó Román de brazos cruzados—. El abuelo tiene razón, es el momento de que Emma vea la verdad y decida. —Bien, háganlo si tienen el corazón, entreguen las fotos y terminen de romperla, pero de algo deben de estar seguros
—No hablo de amistad. Emma es hija de Román Gibrand legalmente, pero no tiene parentesco sanguíneo con el viejo Benjamín, así que, si desearan hacer cumplir esa vieja promesa, sería inútil, pues Emma no es la nieta biológica de ese viejo tonto… Cualquiera con dos gramos de cerebro lo comprendería, l
—Soy más peligroso que Román Gibrand por el simple hecho de que sé cómo manipular la ley a mi favor, soy más peligroso que mi padre, pues él no tendría el valor de mandar a golpear a alguien, solo se mueve entre amenazas y manipulación… Tú dime, Gina… ¿en qué lugar estoy? —Ahora ¿qué harás? ¿Regres
—¿Me amas? —preguntó Emma. El corazón le dolía con cada latido. —Te amo más que a nada en este mundo… —respondió Will sin dudar—. Eres el único motivo por el cual dejaría mis viejos vicios. Mientras Emma pensaba en sus días de fiesta y alcoholismo, Will pensaba en lo que le había hecho a Noah el
De inmediato Tim meneó la cabeza. —Yo lo llamé Trompitas —respondió y volvió a echarse a llorar—, pero se rompió… ¡Yo no quería! ¡Solo lo tomé de la cama y se le cayó la cabeza! —¿Puedo verlo? —preguntó Emma y tomó con delicadeza el peluche. Un niño de su edad no hubiera podido arrancarle la cabe