—Yo me encargo de todo —respondió Martina y levantó el teléfono. —Entonces… Regresarás… —dijo Frida cabizbaja, tomando la mano de Román entre las suyas. —Esa fue la condición del director… Regresar hoy mismo… —¿Quién eres? —preguntó con media sonrisa mientras aguantaba el llanto por tener q
Frida escuchaba con paciencia y la mirada perdida en su taza de café, mientras Marco explicaba lo que había hecho y como Martina logró su cometido. Una lágrima solitaria resbaló de su mejilla, pero su gesto permaneció apacible. —Nunca quise que esto te afectara tanto… —dijo Marco apenado. —Esto so
—…Pensé que no me tenías miedo. —Paseó su mirada por cada rasgo en el rostro de Lorena. Era una chica joven de ojos grandes y rasgos finos. Con la ropa indicada no parecería sirvienta. —No te tengo miedo… solo precaución —respondió retorciéndose, queriendo zafarse. —Dime, Lorena… ¿por qué no hay n
Edward Harper entró prepotente y arrogante al despacho, paseando la mirada por cada pared, criticando y maldiciendo en su mente. Había visitado a Frida por mera cortesía y curiosidad, pero estaba seguro de que esa mujer no tendría nada que ofrecerle. —Licenciado, por favor, tome asiento —invitó con
Frida se quedó pasmada, ¿en verdad le estaba pidiendo a Emma a cambio de liberar a Román? Álvaro tenía razón, invitar a ese hombre fue un grave error. —No estoy de acuerdo con lo que está diciendo… —dijo Frida aún sorprendida. —Creo que el caso de su esposo es bastante fácil de resolver si tuviera
El juicio parecía eterno para Frida, cada argumento de Jimena era invalidado por los abogados de Edward. Román no había sido un buen hombre en muchos años y ahora era difícil poder defenderlo de su pasado. Cuando la sesión de ese día terminó, Frida corrió hacia Román, deseosa de consolarlo y al mi
—Tengo que hablar con Román… —Le han cancelado las visitas hasta terminar el juicio… —Entonces hablaré con Martina, es ella quién está orquestando todo esto, lo sé… Marco me lo dijo… —Martina te puede demandar por acoso y levantar falsos. Aunque ella está pagando a los abogados que defienden a l
—La última vez que te vi, te dije que solo habría dos opciones —dijo Johan y una sensación amarga dominó su pecho—. Soltarte o llevarte al infierno… —¿No solo viniste a ayudarme? —Lorena deseaba en el fondo irse con ese hombre peligroso de mirada rota. —No, también vine para despedirme por última