Capítulo 73 —Seré abuela...???Narrador:Maya sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Su piel se enfrió, sus manos temblaban y su mente no podía procesar lo que acababa de descubrir. La imagen de Carlos en la pantalla del móvil de Tomás seguía ahí, inmutable, cruel, como una prueba irrefutable de que su peor temor podía ser real.Tragó saliva con dificultad y levantó la mirada, viendo la confusión en el rostro de Tomás.—Maya, ¿qué pasa? —preguntó él, con el ceño fruncido, su tono mezclando preocupación y frustración.Ella respiró hondo, tratando de no derrumbarse en ese instante.—Tengo que hablar con Ana.Tomás parpadeó, sorprendido.—¿Tú? ¿Para qué?Maya cerró los ojos por un segundo, intentando encontrar las palabras correctas, pero no existían. Nada podía suavizar lo que estaba a punto de decir.—Porque estoy casi segura de que ese hombre en la foto… es Carlos Kane.Tomás dejó escapar una carcajada incrédula, como si lo que acababa de escuchar fuera una broma absurda.
Capítulo 74 —Con ese hombre nunca se sabeNarrador:Maya sintió que su estómago se encogía, pero no tenía tiempo para procesar la confirmación. Se aferró a la única pregunta que podía darle la respuesta que tanto necesitaba.—¿Sabes si Carlos tuvo más hijos aparte de Liam y Tomás?Ana la miró con una mezcla de sorpresa y cautela. Su rostro mostró una ligera tensión, como si no esperara esa pregunta.—¿Por qué quieres saber eso?Maya tragó saliva, sintiendo el peso de la incertidumbre clavándose en su pecho.—Porque necesito saber si hay alguien más. Si… si Carlos tuvo otro hijo fuera del matrimonio.Ana frunció el ceño y dejó escapar un suspiro, como si intentara recordar algo con precisión.—Carlos nunca fue un hombre fiel —murmuró—, pero hasta donde yo sé, fuera de su matrimonio solo tuvo un hijo… Tomás.El mundo pareció detenerse por un segundo.Maya sintió que la presión en su pecho se disipaba de golpe, pero al mismo tiempo, la llenaba una rabia sorda. Apenas podía respirar. Su m
Capítulo 75 —Era realNarrador:Maya apenas podía hablar del dolor, su respiración era errática, y un sudor frío le perlaba la frente. Ana bajó tras ella y la ayudó a acomodarse en la camilla.—Resiste, Maya —susurró Ana, apretando su mano mientras los enfermeros la llevaban adentro.El pasillo del hospital se convirtió en un torbellino de voces, luces y movimiento. Una doctora se acercó de inmediato y comenzó a hacer preguntas, pero Maya apenas podía enfocarse en lo que le decían.—Voy a revisarte, ¿de cuanto estás?—30 semanas —alcanzó a muermurar—Por lo que veo… —la doctora frunció el ceño tras observar los monitores— no queda otra opción, debes dar a luz ahora.El corazón de Maya se detuvo por un segundo.—No… aún es muy pronto —murmuró con un hilo de voz, pero su cuerpo parecía no escucharla.La doctora la miró con seriedad.—Lo sé, pero no podemos detener el trabajo de parto. Vamos a hacer todo lo posible, pero es importante que sepas que tanto tú como el bebé están en riesgo.
Capítulo 1 —El ultimátumNarrador:La voz de Elena resonaba en la mente de Maya como un eco persistente, cargado de urgencia y preocupación.—Maya, tu padre está muy mal. Los médicos no creen que dure más de unos días —le había dicho su madre adoptiva, con los ojos húmedos y la voz quebrada —Liam se niega a venir. Tú eres la única que puede convencerlo.Maya había intentado esquivar el peso de esas palabras, pero la mirada de Elena la mantenía anclada a la realidad.—Hace años que no hablo con él, mamá... No sé si siquiera me escuchará.—Hija, siempre te ha escuchado. Tú y él tenían un vínculo especial, incluso cuando las cosas se complicaron. Aunque haga tiempo que no hablan, sé que lo hará ahora. Necesito que lo convenzas, a como dé lugar.Desde que los padres de Liam habían adoptado a Maya, ella había sido cercana a él. Habían compartido secretos, sueños y risas que parecían indestructibles. Pero todo eso se había desmoronado tras aquel acontecimiento que los distanció para siempre
Capítulo 2 —El depredadorNarrador:El silencio en la oficina era tan denso que Maya sentía cómo cada respiración resonaba en sus oídos. Liam no apartó la vista de ella mientras se levantaba lentamente de su silla. Sus movimientos eran deliberados, llenos de una calma que solo servía para intensificar la tensión. Se estiró con una languidez que no coincidía con la dureza de su mirada. Luego, sin prisas, comenzó a caminar hacia ella. Maya no pudo evitar dar un paso hacia atrás, su espalda chocando contra el borde del escritorio que tenía detrás. Sus dedos se aferraron al mueble en un intento de encontrar algo que la anclara.—¿Tienes miedo, Maya? —murmuró él, con una voz tan baja que la obligó a contener el aliento para no perder ninguna palabra.Ella negó con la cabeza, pero el temblor de sus manos la delató. Liam sonrió con una satisfecha arrogancia, como si su miedo fuera precisamente lo que había buscado. Pasó a su lado, deteniéndose lo suficiente para que ella pudiera sentir el ca
Capítulo 3 —La rendicionNarrador:Maya respiraba con dificultad mientras Liam se separaba ligeramente, apenas lo suficiente para mirarla directamente a los ojos sin dejar de mantenerla acorralada contra la pared. Su corazón martillaba en su pecho, desbocado por la mezcla de emociones que la invadía. Sabía exactamente por qué estaba allí, y no había lugar para preguntas ingenuas o negaciones.—Así no —dijo él con calma, pegando su cuerpo un poco más al de ella —No me mires como si no supieras por qué estás aquí.Maya sintió que el aire se volvía más denso. No había escapatoria, ni física ni emocional. Su dignidad estaba colgando de un hilo, y él lo sabía. Pero no iba a permitir que él lo disfrutara sin resistencia.—Haz lo que tengas que hacer —dijo con la barbilla en alto, aunque su voz tembló ligeramente.Liam ladeó la cabeza, esa sonrisa cínica que era tan cruel como magnética apareciendo de nuevo.—¿Así de fácil? No, Maya. Quiero que lo sientas. Quiero que entiendas lo que signifi
Capítulo 4 —TérminosNarrador:Liam se levantó de la cama, dejándola aún envuelta en el silencio que había caído sobre ellos. Su figura, alta y dominante, se recortaba contra la luz tenue de la habitación mientras recogía una toalla.—Voy a quedarme en el cuarto de huéspedes esta noche —dijo, su voz calmada pero autoritaria —En el baño tienes más toallas limpias, si las necesitas. Tómate tu tiempo para ducharte. —Maya lo miró, aún temblando, pero tratando de recuperar algo de compostura. Sentía su cuerpo entumecido por la intensidad de lo que había pasado, pero asintió ligeramente. Liam se acercó al cajón y sacó un pantalón deportivo y una camiseta suya, colocándolos cuidadosamente sobre la cama. —Póntelos cuando termines. Te estaré esperando en la cocina —continuó, sin mirarla directamente esta vez —Hay algo que necesitamos discutir.Maya lo observó salir de la habitación, su porte inquebrantable y su presencia llena de control. Escuchó el eco de sus pasos alejarse antes de reunir el
Capítulo 5 —En sus propios términosNarrador:Cuando aterrizaron los estaba esperando un limosina. Maya se sentó frente a él, sus dedos tamborileando nerviosamente el bolso. Luego de un rato, Liam apartó su vista de la pantalla y la fijó en la joven, quien abrazaba ese accesorio contra su cuerpo mientras frotaba la correa. No pudo evitar recordar la primera vez que la vio... con una claridad inquietante, el día que Maya llegó a su casa por primera vez. Él tenía doce años, y ella era solo una ni*ña pequeña de cinco. Estaba sentado en las escaleras del vestíbulo, observando cómo Elena entraba con una niña delgada, de cabello alborotado y mirada asustada. Maya llevaba una mochila demasiado grande para su tamaño, apretada contra su pecho como si fuera un escudo.—Liam, ven aquí —le llamó su madre, su tono suave pero firme —Quiero presentarte a alguien especial —Él había bajado las escaleras con pereza, sin protestar, ya que estaba acostumbrado a las insistencias de Elena. Pero cuando llegó