Capítulo 50 —El apellido Kane
Narrador:
Maya se apoyó en el lavabo, dejando caer la cabeza hacia adelante con un suspiro. Se mojó la cara con agua fría, tratando de disipar la sensación de incomodidad que se había instalado en su pecho desde que entraron en la habitación. Entonces, un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos.
—Maya —llamó Tomás desde el otro lado —Voy a pedir algo de comer. ¿Qué te apetece?
Ella parpadeó y levantó la cabeza, mirándose en el espejo.
—Lo que tú pidas está bien —respondió con voz neutra.
Hubo un breve silencio antes de que él hablara de nuevo.
—¿Y de beber?
—Nada de alcohol —dijo inmediatamente —So
Capítulo 51 —No era LiamNarrador:Maya despertó con la sensación de un peso extraño sobre su pecho. Parpadeó un par de veces antes de recordar dónde estaba. Giró la cabeza y vio a Tomás aún dormido a su lado. Él estaba volteado hacia ella, respirando de manera profunda y tranquila. Su rostro relajado le confería un aire de serenidad que pocas veces había notado en él. Sus facciones eran atractivas, sin duda. Tomás era un hombre apuesto, con una presencia firme pero sin la intensidad arrolladora de Liam. Sus labios se curvaban ligeramente en una mueca pacífica, y por un instante, Maya se permitió la idea de que cualquier otra mujer encontraría en él una compañía perfecta. Pero no era Liam. La idea la golpeó con fuerza, instalándose en su pecho como un recordatorio de lo inevitable. No importaba lo atractivo que fuera Tomás, ni lo fácil que podía resultar hablar con él. No era Liam. No la miraba con esos ojos cargados de deseo salvaje y devoción silenciosa. No la tocaba como si el solo
Capítulo 52 —Hacer las cosas bienNarrador:Liam conducía en silencio, su mirada fija en la carretera, sus manos firmes en el volante. El único sonido en el coche era el ronroneo del motor y el leve zumbido de los neumáticos contra el asfalto. No había intentado hablarle desde que la recogió. Ni una sola palabra. Maya lo observó de reojo, tratando de descifrar qué pasaba por su mente. Sabía que Liam no era de los que explotaban de inmediato; él era más del tipo que contenía todo hasta que no podía más, y cuando lo hacía, arrasaba con todo. Cada minuto que pasaba en ese mal*dito silencio la ponía más tensa. Decidió girar la cabeza hacia la ventanilla, tratando de ignorar el ambiente denso que los envolvía, pero la incomodidad la carcomía por dentro. De repente, Liam estiró la mano y encendió la radio. El sonido llenó el coche de inmediato, interrumpiendo el mutismo sofocante. Maya frunció el ceño y, sin dudarlo, llevó la mano al panel y apagó la radio.—No hagas eso —murmuró Liam, sin
Capítulo 53 —El frío metalNarrador:Liam respiraba pesadamente, sus ojos clavados en los de Maya con una intensidad abrasadora. Ella también jadeaba, su pecho subiendo y bajando con rapidez, sus labiosentreabiertos, sus pupilas dilatadas por la furia… o por otra cosa.Él no lo pensó más.Con un solo paso, acortó la distancia entre ellos, atrapándola entre su cuerpo y el auto. Sus manos aferraron su cintura con una fuerza que bordeaba la desesperación, y sin darle oportunidad de reaccionar, sus labios se estrellaron contra los de ella en un beso que no pedía permiso, que no tenía paciencia ni dulzura, solo urgencia y necesidad.Maya gimió contra su boca, sus manos buscando a tientas su nuca, enredando los dedos en su cabello, apenas tuvo tiempo de procesar el cambio en la mira
Capítulo 54 —Eres el amor de mi vidaNarrador:El auto avanzaba por la carretera desierta, con el motor ronroneando suavemente y el viento nocturno colándose entre los árboles. Maya se acomodó mejor en el asiento del copiloto, su mirada fija en la línea interminable del asfalto iluminado por los faros. Sabía que Liam no querría hablar de Tomás, pero también sabía que si no lo hacía ahora, la tensión entre ellos nunca desaparecería.—Sé que no quieres hablar de Tomás —dijo finalmente, con un tono pausado, midiendo sus palabras —Pero quiero contarte lo que pasó.Liam mantuvo la vista en la carretera, su mandíbula tensándose por un instante antes de soltar un largo suspiro. Luego, sin apartar la mirada del camino, asintió con un leve movimiento de cabeza.—Está bien —dijo, su voz más calmada de lo que Maya esperaba —Habla de él. —Maya parpadeó, sorprendida por la falta de resistencia. Se mordió el labio, intentando entender su repentino cambio de actitud, pero antes de que pudiera decir
Capítulo 55 — Té con galletasNarrador:Cuando llegaron al apartamento, Liam apagó el motor y soltó un suspiro pesado, apoyando la cabeza contra el respaldo del asiento. Maya esperó unos segundos antes de moverse. Sentía que aún había un aire denso entre ellos, pero al menos ya no estaba cargado de rabia o celos. Él giró el rostro hacia ella, con esa mirada intensa que siempre la dejaba sin aliento. No había enojo en sus ojos, solo cansancio y algo más profundo, una especie de resignación mezclada con comprensión.—No me gusta —soltó de repente, con voz baja y grave.Maya frunció el ceño.—¿Qué cosa?Liam suspiró y se pasó una mano por el cabello, despeinándolo más de lo que ya estaba.—No me gusta que hayas ido con Tomás a buscar a su madre y sin decirme nada. No me gusta que hayas pasado la noche con él, eso me enferma en realidad, ni que hayas estado tan involucrada en algo tan personal. Me molesta, Maya. Me jode más de lo que quiero admitir.Maya apretó los labios. Sabía que Liam
Capítulo 56 —Las mentiras de ElenaNarrador:Maya dejó la taza de té sobre la mesa con sumo cuidado, aunque sus manos temblaban apenas perceptiblemente. Miró a Elena, quien removía distraídamente su propio té, sin notar la forma en que su hija adoptiva la observaba con detenimiento.—Mamá… —dijo finalmente, con una voz tranquila, pero firme—. ¿Qué recuerdas del día en que me trajiste a casa?Elena levantó la vista, esbozando una sonrisa dulce, pero algo distante.—Oh, cariño, recuerdo cada detalle —respondió sin titubear —Fue uno de los días más felices de mi vida.Maya asintió lentamente.—Cuéntamelo otra vez.Elena dejó la cuchara sobre el platillo con un leve tintineo y suspiró, como si estuviera retrocediendo en el tiempo.—Tu madre biológica era una mujer joven, muy joven. Recuerdo que tenía el rostro pálido y ojeras profundas. Me miró con una mezcla de alivio y tristeza cuando llegué a buscarte. Me dijo que quería darte la mejor vida posible, y que no había otra opción para ella
Capítulo 57 —No estás solaNarrador:Maya entró a su apartamento y apenas cerró la puerta detrás de ella, sintió cómo el nudo en su garganta se rompía. Caminó hasta el sillón y se dejó caer pesadamente, cubriéndose el rostro con ambas manos mientras las lágrimas caían sin control.Había esperado encontrarse con resistencia de Elena, pero lo que había recibido era algo peor: evasivas, miedo, mentiras disfrazadas de preocupación. Y lo peor de todo era que eso solo confirmaba lo que Maya ya sospechaba… Su madre adoptiva le estaba ocultando algo.Un sollozo se le escapó cuando su teléfono vibró sobre la mesa. Lo miró con los ojos nublados y al ver el nombre en la pantalla, su respiración se entrecortó. Liam. Maya tragó saliva y tomó el teléfono con manos temblorosas, respondiendo con voz apagada.—Hola—Maya… —La voz grave de Liam sonó inmediata, pero luego hizo una pausa. Su tono cambió, su habitual confianza ahora teñida de preocupación —¿Estás llorando?Maya cerró los ojos con fuerza y
Capítulo 58 —Soy su madreNarrador:Liam llegó a la mansión con paso firme, empujando la puerta de la terraza con más fuerza de la necesaria. Su madre estaba allí, sentada en su habitual elegancia, con una taza de café entre las manos. Parecía serena, ajena a la tormenta que Liam traía consigo. Pero él la conocía demasiado bien. Sabía que esa calma no era más que una fachada, un escudo tras el cual se ocultaban verdades que se negaba a compartir. Elena levantó la mirada cuando lo vio entrar. Sus ojos lo recorrieron con esa expresión impasible que usaba cuando quería medir el nivel de gravedad de una situación.—Qué sorpresa verte a esta hora, hijo —dijo con voz tranquila, dejando la taza sobre el platillo con un leve tintineo —¿A qué debo la visita?Liam no perdió el tiempo con rodeos. Se dejó caer en la silla frente a ella, apoyando los codos sobre la mesa y fijándola con la intensidad de su mirada.—A que necesito respuestas.Elena inclinó la cabeza levemente, con esa compostura per