••••••••••Al día siguiente, en la oficina del Rey Maitano. —¡Quítame la sanción!, es lo mínimo que puedes hacer como disculpa por quererme decapitar —pidió el Conde Heliar, al Rey Landel.Landel se le quedó viendo seriamente a ese hombre que andaba su cuello vendado y su traje formal holgado de ese sector. —Está bien… Lo haré. —¿En serio?, jaja pensé que no ibas a aceptar~ —reía él con nerviosismo. — También te ofrezco una disculpa, actúe impulsivo y como Rey no debería- —¿Lo hiciste por ella, no es así? —preguntó Alfred interrumpiendo a su amigo. Landel asintió. —Me sorprendió demasiado tu reacción, ni siquiera me dió tiempo de defenderme —continúo hablando el Conde Heliar, posando sus ojos azules claros en Landel—. ¿Quién diría que eras un hombre tan posesivo y celoso?, jamás reaccionaste así por la cercanía de ningún noble a una de tus otras mujeres~ —Yuri no es cualquiera. —Jajaja~ realmente estás enamorado, aunque creí que eras de gustos más… Finos y no tan si-—¿Qué es
••••••••••Reino de Maita. 4:00pm. Castillo de las concubinas:••••••••••El Conde Heliar dió la carta de autorización del Rey, para poder visitar a su hermana menor. Los caballeros a cargo de la estricta vigilancia accedieron a que pasara. El hombre elegante de cabello castaño, caminaba por el largo pasillo, pensativo. "Que extraño… ¿Por qué hay tanto silencio?" "Ninguna doncella, ningún guardia por los alrededores" Sospechaba el Conde apresurando sus pasos, hasta que observó una puerta abierta y se asomó de reojo. ¡Impactado! Alfred Heliar vió a varios caballeros inconscientes en el piso de ese salón, habían unas tazas de té con el líquido derramado. Cuando el hombre se agachó tocando el pulso de uno de ellos, respiró con alivio. "¡Que bueno, está vivo!" De inmediato Alfred reviso a los otros cinco hombres, dándose cuenta que todos estaban simplemente inconscientes. Él salió de ahí apresurado, alertando a los guardias del exterior y regresando en busca de su pequeña herma
••••••••••5: 30 pm.Al sur de Maita. En el castillo ubicado en el territorio perteneciente al Linaje Real Lamparth. —Ya van diez días desde la última vez que tuve una respuesta de Tiana… —confesó preocupada la Reina retirada, Virginia Wiztan, saliendo al balcón donde estaba su esposo. —¿Diez?, es poco, pero probablemente descubrieron que lograba enviarte cartas aún con la estricta vigilancia de Gorian —opinó el Rey retirado, Lance Lamparth. —¿Crees que fue Jhonn? —Fue él. —No lo digas con tal seguridad… Él no es un mal chico y- —Virginia —la interrumpió Lance—, es momento de que te des cuenta, nuestro hijo decidió cortar él mismo cualquier lazo con nosotros. Tendremos que aceptar ese hecho aunque no nos guste. Virginia tenso su expresión, posando su mirada al jardín que se observaba desde ese balcón. Mismo jardín en el que se veía al príncipe Rehyan Lamparth, practicar esgrima esa tarde con uno de sus guardianes. —¡NO PUEDO!, ¡NO HARÉ ESO!, Lance no puedo simplemente dejarl
••••••••••8: 40 pm. Toc~ toc~ Cuando Yurina escuchó que tocaban a la puerta de su habitación esa noche, se dirigió de inmediato a abrir. —¡¿La encontraron?! —preguntó ella preocupada, a su caballero Dimitri Arlik. El hombre pelirrojo asintió. —Sí. Sin embargo… Sin vida. —¿Eh? —Yurina pensó que había escuchado mal—, ¿qué dijiste? —La primer concubina del Rey… Fue encontrada sin vida en el bosque. Fue envenenada, los secuestradores, todos parece que por decisión propia u órdenes también se quitaron la vida. Es todo lo que averigué. Yurina llevó su mano a su boca sorprendida. Se sintió horrorizada al escuchar eso. ¿Quién pudo planear ese supuesto secuestro que terminó en un crimen? De pronto, sintió su cuerpo débil y se fue a sentar al sofá en su sala. El caballero seguía bajo el marco de la puerta, observando a la tercera concubina. Yurina se quedó inmóvil unos momentos, cientos de preguntas cruzaban por su mente en ese momento. ¿Cómo estaba su esposo al respecto? ¿Qué m
Yurina miró a sus alrededores asegurándose que no hubiera nadie más. —¿Estás… Solo? —preguntó ella tímidamente. Landel se levantó del sofá en el que se encontraba, acercándose a su esposa. —¿Cómo sabes de… —el Rey hizo una pausa al darse cuenta, que solo había una persona que pudo informarla— ¿Fue mi tío? Yurina asintió, ahora nerviosa. —Sí… Pero… Bueno, es con un buen motivo y yo- —¿Qué motivo? —preguntó Landel interrumpiendo a su esposa—, ¿cómo lograste huir del sector sur?, ¿has venido sola?, ¿por qué estás llena de un raro polvo púrpura?, ¿qué- —¡Ya, no más preguntas! —exclamó ella viendo a ese hombre. El joven Rey suspiró con pesar y se volvió a sentar en el sofá individual en el que estaba anteriormente. Landel apoyó el codo de uno de sus brazos en su pierna mientras a su vez cubría con su mano su rostro. —Olvídalo. Ahorita no importa cómo o para qué has conseguido los pasadizos secretos… Tampoco quiero discutir contigo… La mujer de cabello corto, notó que ese joven
—No quería que pienses en Juliana —confesó Yurina, viendo seriamente a su esposo—. Si estabas aquí solo, pensarías en ella, lo que le sucedió, sé que fue la primer mujer para ti, tu primer esposa y con la que tenías muchos recuerdos…El Rey Maitano guardó silencio, no podía negar algo que era verdad. Si bien no se enamoró de Juliana, tampoco estuvo incómodo a su lado. —Así que quería distraer tu mente… —continúo hablando, Yurina— Aunque me siento un poco culpable por querer acaparar tu atención cuando estás de luto y- —No lo hagas —interrumpió Landel a Yurina—, aunque las situaciones son distintas, yo te volví mi esposa después de quitarle la vida a tu marido, sería hipócrita de mi parte pensar u opinar mal de ti, por querer que no piense en ella. —Pero Juliana no era como Ángel de mala…—Lo era. Ella te quiso matar, también intentó dañar a Karla en muchas ocasiones antes de que tú llegarás. En realidad, lo dejaba pasar por que era hermana de Alfred. —No… No sabía eso… Que ella-
—Yo me ocuparé de eso —respondió el Rey Maitano a su esposa. —¿Cómo volveré a mi habitación?, probablemente a cierta hora la vigilancia aumenta nuevamente en todos los sectores, más si dicen que vendrán nobles a la reunión. —Yuri… No te preocupes por cosas simples, puedo ocuparme de eso. Yurina sonrió viendo el rostro relajado de ese hombre que tenía sus ojos cerrados, aunque ella sabía que él no estaba durmiendo. —Landel… Realmente decía la verdad, trato de pensar en algo que me guste más de tu cuerpo, pero todo me gusta, de tu personalidad a veces un poco frío, otras muy correcto, algunas veces infantil o caprichoso pero… Descubrí que hasta esos detalles son algo que adoro, por eso, ya no puedes librarte de mí nunca… No puedes dejarme jamás y si un día vas a morir y no es por causas naturales, moriré contigo. Landel abrió sus ojos viendo de reojo a su esposa. —¿Me seguirías a la muerte sin dudarlo? —preguntó él seriamente y Yurina asintió sin dudarlo un segundo. —No lo hagas.
••••••••••Durante esa mañana, en el salón del consejo Real:—¿Es la lista de todos los nobles con acceso al territorio Real? —preguntó uno de los miembros del consejo. —Sí, es la recopilación completa —confirmó, Emilia, la asistente del Rey Maitano. —¿Cómo están tan seguros que es una casa noble Maitana y no enemigos nobles o Realeza de otro Reino? —preguntó ahora con gran seriedad la joven Baronesa Scarlett Clark, quién era parte del consejo, en representación de las mujeres Maitanas. —Ningún noble externo a Maita tiene conocimiento de esos bosques, parece que los que secuestraron a la primer concubina, intentaban huir pero al extraviarse, se quitaron la vida —explicaba el comandante en jefe de la seguridad Maitana, Dominic Neill. —No veo sentido. Pudo ser todo fingido y desde el comienzo tenían una misión suicida — recalcó la Baronesa Scarlett. —No según las pruebas de la investigación en el bosque. Si quiere se las puedo proporcionar, Baronesa Clark —decía Dominic con total