—Sí hijo, ve. El Rey ya llegó con la hija de la casa Heliar, decían que se había enamorado de la tercera concubina, la ex Romiana. Es raro que no la haya traído —decía el actual Vizconde Arlik. —Su majestad es un hombre muy atento y que respeta mucho a su pueblo, probablemente no la trajo por la oposición e incomodidad que puede representar para algunos nobles —respondió Dimitri a su padre adoptivo. —Si… —susurró el Vizconde con una expresión seria que llamó la atención de Yurina. En ese momento, antes de que ella se retire con Dimitri, vieron que también llegaba otro noble por ese pasillo. Cabello rubio y de llamativos ojos verdes limón, un hombre que vestía de blanco y dorado, con un emblema importante en sus ropas. Uno al que Yurina le pareció haber estudiado. —¿Es del Ducado Brown? —preguntó ella curiosa a Dimitri, en un susurro. De inmediato el Vizconde y Dimitri hicieron una reverencia cuando ese imponente hombre rubio pasó cerca, una que Yurina imitó nerviosa. —Es un ho
Yurina se soltó de los brazos del Barón Lerrin. —Disculpe, tengo que irme —dijo ella siguiendo a Juliana. —¿Qué?, pero señorita… —reprochó el Barón Lerrin siguiendo a Yurina. Yurina se detuvo a distancia… No llegó a tiempo para ver qué hizo juliana pero sí observaba como ella movía una de las copas sospechosa como si estuviera mezclando algo. ¡A esa médico no la iba a engañar! Yurina siguió a Juliana a distancia viendo como entregó la copa al Rey. "¡OH NO! ¡LANDEL!" Pensó ella corriendo hacia el Rey. En ese instante, el Barón que la seguía la detuvo del brazo, ella ágilmente se soltó y lo empujó. El hombre rubio la veía indignado y Yurina sin darle atención corrió hacia Landel. —¡NO LO TOMES! —gritó ella que se acercó justo antes de que Landel llevara la copa a su boca. ¡CLANK! Sonó la copa al romperse en el lujoso piso tras el violento impacto. Todos en el salón guardaron absoluto silencio volviendo a ver a la atrevida mujer que se acercó y le dió un manotazo a la mano d
—¡¡¡LANDEL!!! —alzó la voz, el marqués Forsten al ingresar a esa sala. El Rey Maitano y su tercera esposa volvieron a ver a ese señor de cabello oscuro.Landel soltó a Yurina, sin embargo, el marqués que no la reconoció al ella estar disfrazada aún, se acercó rápidamente a ella y la jaló con fuerza del brazo. —¡¿Quién eres tú y por qué hiciste eso arruinando el evento del Rey?! —Tío… Ella en realidad es… —le interrumpía el joven Rey Maitano con una inocente sonrisa. Yurina clavó su mirada verde esmeralda en el marqués y él en ese instante la soltó, reconociendo el rostro de ella. —Soy Yurina —contestó la mujer, comenzando a quitarse la pesada e incómoda peluca que llevaba puesta. —¿Es esto una maldita burla? —el marqués volvió a ver a su sobrino— ¿tú le has permitido venir a- —¡No lo hizo!, ¡yo vine infiltrada por mi propia-—¡JA!, no mientas niña —la interrumpió el marqués, molesto—. ¿Quién te ayudó?, ¿fue Dimitri? Yurina asintió lentamente.Sabía que ese hombre era realme
—¿Qué puedes hacer? —preguntó el marqués Forsten a Yurina—. Nada, ya que no es algo que te incumba. La tercera concubina secaba las lágrimas que caían por sus mejillas. "No quería que las cosas fueran en esta dirección" "No… ¿Acaso todo lo hago mal?" Pensaba ella deprimida. Clac~ En ese momento, la puerta se abrió. El marqués dirigió su mirada con sorpresa. Yurina al ver la expresión de ese señor, volvió a ver hacia atrás. Ahí estaba Landel de pie y detrás de él, su padre el Rey retirado y una sirvienta que llevaba consigo unas cajas rectangulares. —Yuri… ¿Por qué estás llorando? —preguntó Landel a su esposa, seguidamente la mirada dorada del Rey Maitano se clavó en su tío materno— ¿Le hiciste algo? —No — respondió Sebastián sin quitar su fría mirada del Rey retirado, Lance Lamparth. —No, no me hizo nada, el marqués Forsten solo… Lo siento por presentarme así ante ustedes, majestades… —decía Yurina avergonzada, haciendo una reverencia. —Deja las etiquetas, Yuri, ven —Lan
***************••••••••••***************>>> Yurina Beforth: Cuando los labios de Landel se alejaron de mí… Me sentí aturdida, confundida… ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué correspondió mi beso? Quería preguntarle… Debí hacerlo, pero… Tuve miedo. ¿Está bien querer engañarme a mí misma? No, claro que no… Pero duele cuando es claro con sus sentimientos.Sé que no me quiere… Pero prefiero que no lo diga. —¿Debería cambiarme de ropas? —le pregunté nerviosa y él asintió y se dirigió a la salida. Seguidamente ingresó la sirvienta que me ayudaría a prepararme para asistir a ese evento. ¡Estaba nerviosa! Suspiraba de ves en cuando y ella se dió cuenta. —Luce muy bien, su alteza —opinó la mujer cuando terminé de colocarme ese pomposo vestido verde oscuro con decoraciones negras y doradas.Salí nerviosa a la sala en el anexo y no mire ni a Landel, ni al marqués Forsten… Ahí solo estaba el Rey retirado, Lance Lamparth. ¡Me sentí nerviosa! ¡Landel no me dijo que hablaría con él de inmediat
…..Landel tenía razón. Cuando ingresé al salón del evento… Las miradas de esos nobles hacia mí, estaban llenas de desprecio, indignación, repugnancia… No me querían ahí. Sin embargo, eso no me importó. Él reveló casualmente que era yo quien estaba disfrazada, posiblemente pensaron que era una celosa obsesiva, pero gracias a que Landel estaba al lado mío y a que se sabía que yo "era su favorita" nadie dijo nada al respecto… Al menos, no que yo haya escuchado. Había logrado mis objetivos de esa noche, hablar con el marqués Forsten y el ex Rey Maitano. Aunque no había sido de mucha ayuda para mí hablar con el anterior Rey, sí con el marqués. El marqués Forsten quedó en enviarme los mismos medicamentos que le daba a Landel, los cuales eran hechos en su laboratorio en Luterd. Esto para mí investigación y aclarar mis sospechas, descartando o confirmando teorías. Eso ya era un gran avance para mi trabajo como médico del Rey Maitano. …..Una hora después me encontraba en el anexo
Fue muy tarde para cuando el Conde Heliar llegó.¡El carruaje de carga había sido asaltado! —¡VAYAN TRAS ELLOS! —gritó exigente el Conde. Hombres a caballo que parecían ser delicuentes de algún grupo de pueblo o mercenarios contratados, llevaban al rehén que con tanto esfuerzo el Conde obtuvo y ocultó hasta del mismo Rey Maitano. "¡¿Qué se supone que haga ahora?!""¡Jamás esperé un ataque en medio camino hacia la tierra de Heliar!" Pensó el Conde frustrado. —Volvamos a la capital, mi Lord —sugirió su caballero fiel, Zeth—. Es algo que ya escapó de sus manos, el Rey tiene que saberlo. ••••••••••Cuatro días más tarde. En la capital Maitana. Yurina Beforth recibió un paquete de parte de su amiga, Caroline Forsten, que ya había partido junto a su padre de regreso al norte de Maita. La tercera esposa del Rey Maitano, veía la caja de madera, un tamaño mediano, una decoración femenina de patrones de estrellas y rosas, bastante agradable a la vista. En el interior, varios frascos d
••••••••••Esa tarde en la oficina del Rey Maitano:—¡DEBISTE HABERME DICHO! —alzó la voz Landel furioso, al Conde Heliar. —¡Lo sé!, sé que actúe impulsivo, pero todo fue pensando en el bienestar de Maita y- —¡Soy el Rey, m*ldita sea!, ¡¿crees que soy una decoración?!, ¡es mi trabajo velar por toda Maita!—Landel, sé que estuve mal pero- —¡¿Qué me importa ahora tu arrepentimiento?!, se te aplicarán las sanciones por ley correspondientes. —¿Qué?, ¿me vas a suspender de mi puesto militar?, ¡no puedes!, realmente me esforcé en-—Las leyes se hicieron para algo, Alfred, puede que seas mi amigo, pero no puedo pasar por alto que escondiste información de ese tipo. Ahora hay un príncipe Romiano fugitivo que perfectamente podría iniciar una guerra interna en Maita, cuando estamos en una situación tensa tanto al norte como al este del Reino. Alfred Heliar exhaló, él que estaba sentado en una elegante silla acolchada frente al escritorio de ese Rey en su oficina, tenía una expresión de pre