••••••••••—Es aquí —dijo Landel al encontrarse frente a las puertas de la quinta planta, eso en el sector sur del castillo principal. Yurina esperó a que los guardias que estaban en la entrada abrieran las puertas. —Al menos hay guardias en las puertas… —comentó Yurina intentando ser positiva. —Sí, pero básicamente esos dos son toda la seguridad que hay, eso hoy. Hasta mañana que el comandante de seguridad organice los caballeros que van a protegerte aquí. —¿Por qué son tan escasos los caballeros?, Digo, debería haber suficientes para ser enviados a esta zona. Maita es grande y poderoso me cuesta creer que tengas tan-—¿Acaso te gusta avergonzarte sola? —preguntó Landel con sarcasmo interrumpiendo, él vió a su tercera esposa de reojo mientras ambos caminaban por el largo pasillo. Yurina frunció el ceño. —¿Por qué me dices eso? —Lo sabes. Nadie está dispuesto a dar su vida por ti… No eres nada. Yurina detuvo sus pasos y Landel que ya había avanzado unos pocos volvió a ver haci
—¿Una llave?, ¿por qué me das esto? —preguntó Yurina Beforth confundida. —Ven. El joven Rey tomó de la mano enguantada de su concubina la llave y se acercó a la pared de la izquierda, donde había una muy angosta puerta a penas par el paso de una persona, y que parecía más la de una bodega. Eso pensó Yurina… Hasta que Landel usó la llave de plata y abrió la puerta, mostrando un pequeño espacio como un armario sin terminar, él ingresó y volvió a ver hacia ella. —Ven, no te quedes ahí. Yurina asintió e ingresó al reducido espacio.¡Sus ojos se abrieron en gran manera con sorpresa!Había un pasillo de unos seis metros al fondo que llevaba hacia unas escaleras apenas visibles con la ayuda de una farola única en la pared. Landel la tomó y continúo caminando iluminando a su paso y Yurina simplemente lo siguió. Una vez que subieron varias escaleras por unos minutos, Landel abrió la puerta. —Finalmente estamos aquí, la azotea del sector sur… Bueno, una parte de ella —comentaba el Rey ha
—¡Es cierto! ¡Esa m*ldita agenda!, ¡¿Acaso te estabas vengando de mí?! —preguntó Yurina exigiendo una respuesta. —¿Venganza?, ¿por qué querría hacer eso? —¡Te lo dejaré claro, Rey Landel! No me interesa en lo absoluto saber nada de Maita que no sea relevante para mi trabajo aquí. —Sí. Lo sé, ya lo dijiste antes —respondió el Rey Maitano con una expresión de aburrimiento. La mujer de cabello corto oscuro suspiró apoyando las palmas de sus manos enguantadas sobre su cintura. —Si todo ha quedado claro entre nosotros, veré esa biblioteca, me quedaré a dormir en la habitación de esta planta y fingiré delante de los demás que estoy tontamente enamorada… Si tienes algo que decirme, deberías aprovechar para- —Sobre mi padre, ¿es realmente urgente que lo veas? —preguntó el joven Rey seriamente. Yurina guardó silencio por unos segundos, para después asentir. —Lo es. Hay cosas que solo él sabe a la perfección, era tu padre. Tú solo un niño que apenas recuerda bien algunos eventos de tus
—No sean tan irrespetuosos, bajen sus armas y no apunten a mi esposa de esa manera —ordenó Landel a sus guardias que totalmente atónitos y sorprendidos obedecieron. "¿Qué le pasa a su majestad?" "¿Habré escuchado bien?""¿Mi Rey hablando así de una de sus mujeres?" Pensaron algunos de sus guardianes. Yurina apenas tuvo paso libre hacia Landel corrió a él y se lanzó a sus brazos posando su rostro en el hombro de ese gobernante Maitano. —Lo siento tanto… No debí decir eso querido… —decía Yurina con un tono dulce de voz y el suficiente para que los guardias escucharán. Landel correspondió el abrazo, rodeando con sus brazos el delgado cuerpo de esa ex Reina. "¿Querido?" Pensó Landel resistiendo las ganas de reír.Seguidamente el Rey Maitano apoyó sus manos en las mejillas de su tercera esposa, causando que las miradas de ambos se encontraran. —Tienes mi perdón, Yuri… —susurró él, ella sonrió con "dulzura" y cerró sus ojos. "Así que lo llevará así de lejos, Mmm, no está mal…" Pe
"¡¿Qué fue eso?!" Pensó Yurina al sentir el fuerte golpe, ella aturdida volvió a ver hacia atrás, las figuras de varios hombres encapuchados le causó escalofríos. Tenía una terrible corazonada de que esta vez no era como en el secuestro de su noche de bodas. Los hombres del marqués no buscaban herirla, estos a primera… ¡Querían hacerle daño! Yurina intentó levantarse rápidamente, pero su tacón pisó el borde de su vestido, ella tambaleó y perdió el equilibrio cayendo sentada nuevamente. Uno de los hombres encapuchados lanzó una bomba de humo que comenzó a acusar que la visibilidad se perdiera para esa mujer extranjera. Yurina comenzó a buscar el silbato que estaba segura de haber guardado en el bolsillo de su pomposo vestido. ¡Efectivamente ahí estaba! Pero antes de llevarlo a su boca otro de los hombres la jaló del brazo, justo en el que sostenía el silbato. —¡AAAAHHHH! — gritó ella con todas sus fuerzas esperando ser escuchada por los de la entrada, aunque estaban bastant
••••••••••—Su alteza. El Rey ha venido a verla —informó Margoth a Yurina. La tercera concubina veía por su hermoso y amplio balcón, el paisaje de ese sector sur en el territorio Real Maitano. Un hermoso paisaje diurno. —Dejalo ingresar, quiero verlo~ —Sonrió Yurina falsamente, mostrándose como una mujer ansiosa a la espera de su amado hombre. CLAC~ Una vez que Landel ingresó se sorprendió al ver a Yurina perfectamente bien en el balcón de la habitación nueva de ella. Él pidió de inmediato a todos los presentes que se fueran, quedando únicamente con su tercera esposa en esa habitación. Landel Lamparth se acercó a ella yendo a ese balcón. —Creí que estarías en cama. Escuché que te atacaron y drogaron —comentó Landel casualmente—, ya estaba por llamar a mis médicos Reales —añadió. —Conocía la droga que utilizaron en mí, así como sus efectos secundarios. La neutralice pues anteriormente he hecho medicamentos para hijos de nobles en Romian. Una semi sonrisa curvó los labios de
—¡Rey Landel! —exclamó ella deteniendo a ese alto hombre de su mano enguantada. Él posó sus ojos dorados en ella. —¿Qué ha dicho? ¿No escuché mal? ¿De verdad puedo? —preguntó Yurina emocionada. Él asintió. —Sí. De todas maneras, desde el inicio has dejado claro que no te importa como te vean los demás, así que si se burlan de ti, no te afectará en nada. Solo sigue tu papel y sobre todo cumple tu trabajo. "Es cierto, le dije que no me importaba mi dignidad y que podía dejar de lado mi orgullo sin problemas, pero… Él quiere que finja ser una esposa tan bella como una flor" "Si visto de esa manera y ando una espada pareceré un soldado o un hombre, tampoco tengo un cuerpo con atributos provocativos y mis pechos no son grandes como los de esas dos esposas" Pensaba Yurina inconforme, jugando con un mechón de su cabello, hasta que en ese instante volvió a ver el mismo. Una sonrisa curvó sus labios. —¡Ya sé! ¡Si dejo crecer mi cabello me hará lucir más femenina! Cuando lo manejaba la
••••••••••Tres días más tarde. ••••••••••11: 30 am. En el castillo de las concubinas: —¡Es una desgracia! —exclamó Juliana Heliar llegando a interrumpir la hora del almuerzo de la segunda esposa, Karla Gerkan—, ¿ya viste a esa cualquiera caminando por ahí como si fuera la mismísima Reina?, ¡LA ODIO! —¿La extranjera? —¡¿Quién más?!, ¡por supuesto que hablo de ella! No se supone que sería así… No debió… ¿por qué nos pasa esto? —se preguntó Juliana desanima, tomando asiento cerca de Karla. La segunda esposa, posó sus ojos grises en su mayordomo y este pidió a todos los sirvientes que salieran, para seguidamente retirarse y dejar a ambas mujeres esa mañana en el salón comedor de Karla. —La ví, estaba vistiendo al estilo de las soldados femeninas Maitanas, de pantalones —comentó la segunda esposa—. Una vulgaridad si me lo preguntas, parece un hombre, es tan fea y simple; tan poco femenina y nada refinada, ¡Me cuesta creer que esa cosa haya sido la última Reina del exterminado Ro