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Una mujer y un hombre estaban sentados en una silla, con las manos atadas a la espalda, intentando liberarse.

No podían gritar porque tenían la boca sellada con cinta adhesiva.

Hendrik los miró fijamente, su aura hizo que ambos se encogiesen.

¡Srekkk!

Hendrik retiró la cinta adhesiva que le tapaba la boca al hombre. "¡Habla!", dijo Hendrik con mucha presión.

"T-tú... Señor, no sé a qué te refieres", dijo el hombre con cara de confusión.

¡Brakk!

Hendrik pateó una silla. "¡No me hagas enfadar! ¡Habla!", gritó Hendrik.

"Emmm... emmm!", la mujer dio un salto en su silla, muy sorprendida al oír el grito de Hendrik.

El cuerpo del hombre temblaba, el sudor frío empezaba a gotear de su frente.

"Y-yo no sé quién ordenó poner la droga en el cóctel, solo me dijeron que te trajera la bebida", dijo el hombre con miedo.

¡Brakk!

Hendrik pateó la silla del hombre, haciendo que cayera al suelo, junto con la silla donde estaba atado.

La mujer, que vio la ira de Hendrik, tembló más de miedo
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