Canción Otro día más sin verte de Jon Secada, Inspirate con ella
“Acsa… ¿eres tú o los dioses juegan con mi juicio?” Gerald practicaba más que todo para sostener su fuerza y siempre terminaba al límite, ese día después de mucha práctica cayó de rodillas en el piso y respiraba agitado. —¿Debes tomarlo con calma?—le dio un té Amber—si te extralimitas puedes morir. —Es complicado para mí… Mi prima en manos de ese loco, Edward muerto… Es complicado. Amber le confesó entonces: —Odié a Edward Vlaeron por mucho tiempo, sin darme cuenta de que fue otro títere usado por Abner… Sé que no mengua su culpa, pero… Todos perdimos por igual. Gerald asintió y bebió sé su té y le dijo: —Deseo hacer una conexión con mi prima, debe estar llegando al sexto mes y quiero sacarla antes de que dé a luz. —Todavía te falta, eres muy menso—dijo ella. Había aprendido que Amber tenía con él un punto tocado, aunque no sabía bien cuál era y entonces le preguntó: —¿Tan mal te caigo? Ella le dijo entonces: —No me caes mal, solo quiero fastidiarte un poco. —¿Por qué? —N
“¡Estás vivo! —Así es y dispuesto a reclamar mi trono y todo lo que es mío” Edward llenaba sus pulmones de aire puro, nada de ese aire rancio que apestaba a muerte y desolación. —¿Cómo sobrevivió?—preguntó Amber. —Creo que resultó casi tan loco como esas cosas—dijo Rayle. Edward estaba de cara al piso viendo la verde hierba del campo, Gerald se le acercó: —¿Te encuentras bien? —Solo quiero dormir, hace tiempo que no lo puedo hacer—se tiró en el piso y se quedó profundamente dormido. Amber estaba incómoda y les dijo: —¿Qué haremos ahora con él? —De seguro se levantará con hambre y yo debo—se remangó la camisa—pescar truchas. Fue al río a pescar y los demás miraban con suma atención al rey tirado roncando en el piso. Preparando todo para el viaje Astrid supervisaba que todo lo grandioso y ostentoso de Uchaelom fuese trasladado a Vlaeron, entonces fue a ver a Acsa que era atendida por su doncella. —Tu cabello mejoró. —Imagino que es la felicidad de saber que él está vivo.
“Ese bebe cerrará el trato, si no tu alma será devorada por el señor oscuro” Abner se paseaba por los jardines del palacio y admiraba la grandeza de Vlaeron, eran un reino imponente y a él le gustaba haberlo podido conquistar de forma contundente, ahora era el hombre más poderoso del mundo y entonces pensó en anunciar su reinado absoluto con una baile de máscaras. Sería algo de lo que se hablaría por generaciones y ordenó que se dispusiera de las invitaciones para dentro de dos lunas, en donde el bebe ya hubiera nacido y él pudiera presentarlo como su hijo. En cambio, Astrid recibía un ultimátum de parte de Lucy. —El señor oscuro desea saber cuándo le darás al bebe. —Se lo daré cuando nazca, antes no se puede, dentro de dos meses, Acsa entrará en labor y entonces podré darles al bebe. —Ese bebe cerrará el trato, si no tu alma será devorada por el señor oscuro. —Todo saldrá bien… Tendrán a un heredero de Vlaeron con ustedes dentro de poco. Sabía que Abner contaba con ese niño c
“Eres bendecida reina de Vlaeron es otro varón, gemelos hermosos y robustos” La partera atendía el parto que era bastante complicado, pues, no solo era un bebe, venían en camino dos y eso puso en apuro a las doncellas, principalmente a Ilena que ayudaba en el parto. —Puja reina de Vlaeron a tus herederos al trono. Acsa pujaba con todas sus fuerzas y el dolor era tan grande que sentía que se desmayaría en el camino. Afuera Astrid daba vueltas, pues ya tenía su recompensa para el señor oscuro, y Abner se le acercó: —Tarda mucho… —Sí, dicen que son dos herederos—comentó molesta ella—dos hijos de Edward. —Dos hijos míos… Edward está muerto y esos hijos serán míos y espero pronto los tuyos—le advirtió—necesito herederos de mi casta y si no me los das tú, me los dará Acsa y entonces ella será la reina. Cómo odiaba a esa tonta mujer, parecía tener la virtud de encantar a los hombres y ella de espantarlos, estaba muy molesta, pero recordaba lo hablado con Lucy ese día: —Lucy no puedo
“Todos te ven como reina a ti… ¿Qué dirías si te hago mi reina?” Ver a sus dos pequeños era un placer y un orgullo para Acsa, eran tan hermosos, aunque ella les decía de otra forma Adriel y Aleph, esa mañana los cambiaba y vio que Aleph tenía una marca en la pierna derecha y Adriel en la izquierda: —Parece que es una marca de nacimiento, pero el uno la tiene en la pierna derecha y el otro en la izquierda. Ilena le contó entonces: —Escuché que una sirvienta dijo que todos los reyes de Vlaeron tienen una, hasta Edward. Ella sonrió y sabía que su esposo estaría lleno de gozo y orgullo por sus herederos. Abner entró a verlos y los vio hermosos y más fuertes: —Sin duda serán un gran presente para los dioses cuando se los mostremos al pueblo. —¿Mostrarlos? —Son el mejor trofeo de guerra y todos deben aceptar que el nuevo rey seré yo y que seré su padre. Acsa se sintió muy mal porque usarán a sus hijos para tal menester. Lo que pasó el día de la presentación Todos hablaban de la ca
El corazón de Acsa se hallaba destrozado, tenía que hacer algo para impedir que su familia corriese peligro, Ilena le propuso: —¿Y si huimos? —Tendré que hacerlo, no puedo quedarme aquí y dejar a ese par de locos con mis hijos. —Aunque Abner es peligroso, sabemos que su cordura no es buena, lo acaba de demostrar al sacar a Astrid y ponerte como su reina. —Tenemos que hallar la forma de salir de aquí esta misma noche. —Buscaré ayuda…—le aseguró. Entonces fue donde su madre que al verla se emocionó mucho y la abrazó: —Juraba que te había perdido para siempre, Ilena. —Madre, necesito tu ayuda, debemos sacar a Acsa de esta locura. —Hay un grupo de rebeldes que está deseoso de actuar, mataron a sus hijas y fue terrible. —Esta noche necesito de su ayuda para sacar a la reina de aquí y los bebes. —Cuenta con nosotros, hija… Abrazó a su hija con fuerza y ahora que tenían ayuda seguía el resto del plan. La ira de Astrid Cuando le abrieron la puerta, Astrid salió dando maldiciones
“Es necesario, debo de ser un héroe, así que todo lo dejo en tus manos Edward, llegamos hasta aquí todos por ti… Venga a Vlaeron y venga a Salem” Afuera Hilda llegaba con otras mujeres y les daban a los guardias, vino con drogas para hacerlos dormir, todo con la excusa de que la reina sería de otro rey y dormiría con ella. Todos se dejaron envolver y de repente algunos roncaban. Cuando Ilena comprobó que muchos guardias dormían, se sintió aliviada. El plan de Astrid Astrid se alistaba para viajar, iba para cuidar por su vida y no se iría sola, en sus planes estaba llevarse a uno de los bebes con ella. Ahora se dirigía a la habitación de los bebes, en donde Ilena estaba desesperada empacando lo que más podía de la ropa de los bebes cuando entró Astrid. —Pareces ansiosa… —Señora, ¿necesita alguna cosa? —Solo deseaba ver a los bebes—se armó de un adorno—son hermosos, lindos, sanos… —Sí, son perfectos. Ilena estaba buscando con qué arroparlos cuando Astrid la golpeó en la cabeza
“¡Qué se lo coma! Maldito niño, hijo de Edward” Gerald entró al palacio en donde estaba dirigiendo Abner los ataques, escuchaba su risa malévola: —¡Corran ratas de Vlaeron! El rugido de los Eliment era estremecedor, tenían por ese lado una dura batalla afuera y él debía equiparar las fuerzas y su objetivo eran las tablas, si las destruía entonces habría ganado. Vio las tablas cerca de su mano, tenía que luchar por ellas y de repente creó un portal en donde se metió y salió detrás de Abner y le dijo: —¡Asesino de Salem! Abner se dio la vuelta y vio al joven y se le fue encima: —¡Crees que me vas a sorprender! Lo tiró contra la pared, tenía la fuerza de 10 hombres y entonces lo apuntó: —Fuego… Una bola de fuego se dirigió contra Gerald que dijo: —Pared de viento. De repente un viento lo cubrió avivando el fuego a su alrededor. —¡Estúpido! Gerald colocó su mano en tierra y dijo: —Muévete… La tierra debajo de Abner se movió y este cayó al suelo. —¡Maldito! ¡Rayos! Un rayo