64. Padre e Hijo

[MATÍAS]

Sus ojos cafés me miran fijamente, tanto que me puedo ver reflejados en ellos. Puedo ver mi cara de angustia y no me atrevo a moverme, ya que no sé qué es lo que está pasando por esa pequeña cabecita. Las miradas de Aitana y Sandra están sobre nosotros expectantes a lo que va a ocurrir aquí y puedo hasta oír el ruido de las agujas del reloj que hay en este consultorio moverse. Es el momento más largo de toda mi vida y comienzo a sospechar que él no me quiere como su padre, cuando de repente sus pequeños bracitos me sorprenden por encima de mis hombros abrazándome.

—Me gusta mucho que tú seas mi verdadero padre. — Me dice sin soltarme y puedo sentir como las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos a causa de la emoción. 

Lo sujeto mucho más fuerte contra mi haciendo que sus piernitas se enreden en mí y me pong

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