Becket ahora miraba fijamente el collar que Katherine poseía, el poder que transmitía era tan llamativo que no podía apartar su mirada, incluso el mismo se atrevía a decir que aquel objeto lo estaba llamando con leves vibraciones de poder, la cual Katherine no podía sentir. Sin embargo, ella si había llegado a notar la intensa mirada de Becket en el collar y suplicaba en su mente que no se diera cuenta de que era uno de los cristales sagrados.— ¿Qué sucede?… — Pregunto Katherine con un tono de voz impaciente, su rostro se encontraba fruncido, además de tener todo su cuerpo tenso. Noah, quien se encontraba detrás de Katherine todo este tiempo, observo como el cuerpo de su pareja se había puesto tenso ante la intensa mirada del ser. — ¿Ya no lo quieres?… — Hizo una segunda pregunta ocasionando que Becket saliera de sus pensamientos.— No debiste traerlo aquí… — Pronuncia con molestia moviendo con rapidez su brazo intentando obtener aquel cristal que lo llamaba con intensidad, aquel obj
La mirada azulada del Beta observaba con disimulo su propio brazo, este se encontraba de una tonalidad roja que llegaba a tener un color más intenso en su mano. Noah disimulaba el ardor que sentía dentro de su piel, era como si un fuerte fuego lo estuviera consumiendo lentamente, le resultaba tan doloroso que en varias ocasiones aguantaba la respiración y fruncía sus labios para no soltar algún quejido. El Beta por primera vez en su relación con Katherine no quería decirle nada, no quería molestarla al verla tan concentrada dirigiendo el barco pesquero. Sin embargo, escuchar las discusiones de los mellizos junto con Dominik, el cual intentaba hablar con sus hijos, llegaba a estresarlo demasiado.El dolor que Noah sentía incrementaba aún más, este cerro sus ojos llegando a fruncir su ceño intentando ignorar el dolor que sentía, pero las voces de los mellizos al fondo discutiendo molestos y Dominik excusarse lo distraían. De los labios de Noah salió un sonoro suspiro que solo Brunilda,
El oscuro mar los rodeaba con facilidad, nada se podía observar a la distancia, excepto la isla en la que habían llegado. Sin embargo, aunque se voltearan intentando buscar la silueta de donde habían partido, no encontraban nada, solo podían ver el infinito mar oscuro a la distancia. Los mellizos no podían evitar sentir una leve pizca de confusión, ellos llegaron a pensar que su madre los llevaría de una vez al lugar donde observaron a Gaganaris en sus sueños, pero no fue así. Ella los había llevado a una pequeña isla, la cual solo poseía leves montañas de piedras, ninguna vegetación se observaba y mucho menos algún ser vivo.Lo único que poseía aquella solitaria isla era un muelle deteriorándose poco a poco, este ya se le habían caído varios pedazos, sin embargo, todos llegaron a bajarse con seguridad. Algunas miradas se posaron en Katherine, los cuales se preguntaban qué harían ahora, pero esta por alguna razón miraba fijamente a una parte de la isla.— Mamá… — Le llamo Karl al nota
Una sensación extraña hizo que Katherine por un momento frunciera su ceño, se sentía rara, sin embargo, esta comenzó a sentir el impulso de sacar el agua salada que se encontraba en su cuerpo. Su cuerpo se levantó bruscamente mientras que de su boca dejaba escapar aquel líquido salado que le desagradaba, sus ojos marrones se abrieron levemente, observando todo a su alrededor. Lo primero que llamo su atención fue que todos se encontraban casi en las mismas condiciones que ella, algunas se comenzaban a levantar expulsando de sus cuerpos el agua y otros comenzaban a levantarse de la arena.Con lentitud la Antig comenzaba a levantarse de la arena, la cual se pegaba a su cuerpo ante la humedad que poseía en todo su cuerpo. Unos mechones rojizos fueron movidos del rostro de Katherine, al tener su cabello húmedo le estorbaba que se encontrara en su rostro. La mirada de la Antig se enfocó en lo que se encontraba detrás de ella, allí se encontraba lo que una vez fue un majestuoso tembló para l
Katherine había pronunciado el nombre de la Diosa Azul, sin embargo, no hubo respuesta por parte de ella. Lo único que podían hacer era dedicarse a observaba en silencio, Katherine observaba como la espalda de una tonalidad azul oscura de Gaganaris subía levemente, la Antig supo que estaba respirando y que los estaba ignorando.Sin embargo, Gaganaris los ignoraba porque en el fondo se sentía avergonzada de sí misma. El hecho de que unos mortales la vieran de esa manera tan humillante le dolía profundamente, ella años atrás había sido el símbolo de valentía y fuerza en cualquier guerra, pero ahora no era nada, todos aquellos títulos que alguna vez había tenido desaparecieron para ella.Gaganaris había perdido sus esperanzas cuando Atha había muerto, la gran reina Antig le había encendido una chispa que nadie había logrado. Para la deidad observar a Atha pelear una y otra vez hasta ganar le había inspirado, si llegaba a perder peleaba aún más fuerte que antes, nunca se había rendido. Y
“Aquel prado rodeado de delicadas flores era simplemente hermoso ante la vista de cualquiera, este siempre había desprendido vida y por aquella razón muchas parejas iban a aquel lugar. El sonido, el arroyo era delicado, casi no se llegaba a notar, sin embargo, era quien le daba vida aquellas hermosas flores.Sin embargo, aquel sitio ahora se encontraba lleno de muerte. Las flores eran destruidas ante los movimientos bruscos de los soldados o los caballos que corrían con velocidad por el lugar, las flores morían ante las fuertes pisadas. Pero las que sobrevivían eran manchadas de sangre, sus delicados pétalos eran manchadas junto con el arroyo.Los gritos de los soldados se elevaban al cielo, estos querían mostrar su fuerza e intimidar el enemigo que tenían al frente. Una leve montaña de cadáveres se encontraba cerca de la gran reina Antig, la cual mostraba en su rostro cinismo y diversión. El filo de su espada dejaba caer pequeñas gotas de sangre ante los soldados que había matado con
“Describir el sentimiento de perder un ser querido era indescriptible, lo único que se podía sentir al momento de la noticia era como la mente se desconectaba de la realidad, dejando salir las abundantes lágrimas ante la noticia. Aquellas palabras sobre la muerte de la persona que llegaste a amar se repetían una y otra vez, llegando incluso a desear que todo era una cruel mentira o una broma de mal gusto.Sin embargo, aunque la verdad fuera dolorosa, se tenía que aceptar. Ahora el recuerdo de aquella persona quedaría en la mente de todos llegando a perturbarlos por varios años, quizás por aquella razón Gaganaris y Phoenix no aceptaron la muerte de Atha.Todos sabían que Atha había sido importante para aquella dos Diosas, y por aquella razón algo dentro de ellas murió con la ida de la reina. Ellas sabían que en algún momento Atha tendría que morir, sin embargo, nunca se sintieron preparadas.Cada una de las dos Diosas había tomado un camino diferente de expresar su dolor, Phoenix había
Los recuerdos eran peligrosos, eran como un sube y baja de emociones. Algunos podían llegar a hacerte sentir tanta felicidad que provocaban sacarte varias sonrisas, incluso alguna que otra risa, llenando su corazón de una hermosa calidez, tal como aquel recuerdo. Sin embargo, había otros recuerdos que llegaban a hundirte en la tristeza. Estos eran el tormento de Gaganaris, nunca se perdonaría lo que hizo aquel día y tampoco se perdonaría el no ser más fuerte para proteger Atha de las torturas que Bianca le hacía, muchas veces esta última se lo mostraba a Gaganaris.La mirada de la deidad Azul estaban llenas lágrimas, estas bajaban por su rostro, sin embargo, se podía apreciar como en su mirada se podía destacar el enojo y el sufrimiento, Katherine sentía en su pecho como se apretaba a tal escena, pero necesitaba de Gaganaris y no podía simplemente echarse hacia atrás.— Por favor, Gaganaris… déjame liberarte… — La voz de Katherine se podía escuchar cierta impaciencia, quería que la de