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Capitulo 4. El tiempo se termino

—Padre, ¿Es muy necesario que tengamos que marcharnos?

—Adara, entiendo el motivo por el cual quieres quedarte, pero comprende que debemos volver con tu madre. El viaje que debo hacer será muy peligroso, no me puedo ir sin despedirme de ella.

—Pero estoy en el castillo del rey, ¿no podría quedarme? —Suplica la joven con aquellos ojos centellantes de angustia por alejarse de su lobo.

—Eso no será posible, tu madre me mataría si sabe que te he dejado aquí sola. Regresemos a casa, Adara.

La joven asiente, sintiendo que su corazón se parte en dos. No esperaba encontrar a su lobo, y tener que alejarse de él ese mismo día.

Sin poder hacer otra cosa, la loba acato las ordenes de su padre. Guardando las esperanzas de poder encontrarse con Bardas cuando su madre mejorará, al parecer su relación no sería como las de cualquier otra pareja de lobos; la distancia que los separaba era una clara señal de que tendrían muchos problemas.

[…]

—Espero que tu viaje sea exitoso y logres encontrarla, Ethan.

—Por el bien de mi esposa, yo también espero lo mismo, viejo amigo.

—Esto es un problema —Dice, mirando hacia un lado. Tanto su hijo como la hija de Ethan se despedían, ambos parecían muy tristes.

No era común que una pareja de lobo al encontrarse por primera vez tuviera que separarse, puesto que ese era el momento justo para conocerse mejor.

—Lo siento, Eren. Pero debo llevármela.

—Sí, lo entiendo. Pero te puedo asegurar que mi hijo no se quedará quieto. Luna azul será muy frecuentada por el príncipe.

—Lo sé… —Ethan inclina la cabeza hacia abajo, se hacía tarde, era hora de partir a casa —. Ya es hora de irnos.

—Buen viaje, amigo mío.

Los alfas estrechan sus manos y se despiden…

Adara le dedica una última mirada a su lobo mientras que se aleja de él, la joven en compañía de su padre caminan hasta la entrada del bosque siendo observados por el rey y su hijo.

—Nos veremos pronto, Ethan —Vocifera el rey a su amigo.

—¡No lo dudo!

—Padre, ¿Por qué ella no puede quedarse? Yo la necesito aquí.

—Aún sigue bajo la protección de su padre, no puedo hacer nada más por ustedes, hijo. Tendrás que esperar que Ethan regrese de su viaje.

Bardas observa como su luna se aleja, de pronto, el padre de Adara se transforma en un enorme e impresiónate lobo negro con los ojos azules. Para el príncipe, era la primera vez que lo veía en su forma de lobo, y más con aquellos ojos azules tan intensos.

Luego, mira a la joven humana al lado de aquel imponente alfa. Ella lo miró un poco más, le sonríe con dulzura y de un momento a otro, termina por transformarse en una hermosa loba albina de ojos azules.

Bardas da un paso hacia adelante, pero la mano de su padre se posiciona en su pecho. El joven sabe que no puede impedir que ella se marche con su padre. Pero su reacción no fue porque ella se marchara, era porque si podía convertirse en lobo.

—¡Es albina, padre!

—Así es… una hermosa loba y poderosa albina.

—No creí que… pero si su madre es humana.

—Eso es un misterio.

Eren observa fijamente a Adara, la loba lame su hocico y baja un poco las orejas al mirar a su hijo. Se notaba la nostalgia de dejarlo atrás, luego, el rey divisa a Ethan, quien le gruñe a su hija para que avanzara.

Ambos emprendieron la marcha y se adentraron en el espeso bosque… en ese momento Eren supo algo importante, Ethan era una pieza importante en aquel rompecabezas.

< Regresa con vida viejo amigo>

Musita para sus adentros.

[…]

Era increíble, Bardas sonríe, ella era una loba muy hermosa. Una joya difícil de encontrar, quien se iba a imaginar que su luna sería una loba albina igual que él.

Ahora más que nunca la deseaba, no la podía dejar sola por tanto tiempo. Tenía que buscar la manera de estar a su lado para protegerla. Sobre todo de cualquier otro lobo que la quisiera para él.

—Debes ser paciente, Bardas. No puedes actuar precipitadamente, razona antes de actuar.

—¿Cuánto tiempo estará por fuera Ethan?

—No sé cuánto le pueda tomar ese viaje, sabes lo peligroso y traicionero que puede llegar a ser.

—En ese caso, estaré un tiempo con la gente de la manada de luna azul. Con tu permiso, organizare un viaje luego de la partida del alfa.

—Esa manada tiene un beta lo suficientemente poderoso para cuidarlos, no creo que haga falta tu presencia.

—Soy un principie, futuro rey alfa de todos los lobos. Claro que necesitan a alguien más poderoso que un beta para cuidarlos. Además; no voy a dejar sola a mi luna. Eso lo puedes entender muy bien, padre.

Su hijo se da la vuelta para encaminarse al interior del castillo, su padre sigue en el mismo sitio observando la bastedad su bosque.

Luego, sonríe, puesto que conocía muy bien a su hijo y era evidente que no dejaría desprotegida a esa manada. La fresca brisa del aire golpea el cuerpo del rey, inclina un poco el rostro al cielo que comenzaba a ennegrecerse, algún día su hijo Bardas sería un buen rey, de eso estaba completamente seguro.

[…]

Cuando los primeros rayos del sol tocaron la tierra de luna azul, Ethan en compañía de su hija, arribaron a la manada. Estos fueron directamente hasta la casa del Alfa, pero cuando llegaron a la misma, la matriarca abandonaba la residencia con expresión sombría.

Inmediatamente, el alfa regreso a su estado normal.

—¿Qué ha pasado?

—Se ha puesto mal, su situación cada día empeora más. No le queda mucho tiempo, alfa. Lo siento mucho.

Ethan corrió al interior de la residencia, busco algo de ropa y luego subió a la habitación donde descansaba su esposa. Al entrar en el cuarto, miró a su mujer más pálida de lo normal.

Ella al presentir que alguien irrumpió en su recámara, abrió los ojos y al mirar a su esposo sonrió con ternura.

—Has llegado muy rápido. El rey no estará muy contento por tu pronta marcha.

—Lo ha entendido, cariño —Se sienta en la esquina de la cama.

—Ya veo, le has contado sobre mi enfermedad.

—Era necesario, Shery —Ethan acaricia su mejilla —. Si quiero salvarte de esta enfermedad, es necesario que él…

—Ya no me sobra tiempo, amor mío. ¡Ya no!

La joven cierra los ojos al sentir dolor en su pecho, cada día le costaba respirar. Y eso la fatigaba más de la cuenta, para ese entonces, lo único que la castaña necesitaba es que todo terminara.

Ya no deseaba seguir causándole angustias y pesares a su amado esposo. Ethan había hecho mucho por ella, la saco de la miseria, le dio una familia y la ayudo a vencer el miedo. Ahora lo único que le quedaba era morir tranquilamente para reunirse con su hermana Eve.

 Eso era todo…

—Si lo hay, yo voy a conseguir que te mejores. Te lo prometo, Shery.

—No quiero que hagas ese viaje a la montaña, es muy arriesgado, nuestra hija te necesita. Por favor, Ethan, compláceme.

—No lo haré —Dice, poniéndose en pie —. Voy a encontrar a esa bruja y te salvaras con su ayuda —Añade decidido.

—No sabemos si de verdad me ayudará, no puedes confiar en ella —Objeta intentando sentarse en la cama.

Pero aquel movimiento solo causa que ella tosa, y escupa una gran cantidad de sangre sobre la sabana.

Ethan vuelve hacia ella y la ayuda acostarse en la cama. Preocupado por el deterioro de su amada luna, limpia sus labios y cambia la sabana.

—No voy a dejar que te mueras, luchare hasta el último día de tu aliento, Shery.

Ella observa a su esposo y las lágrimas comenzaron a emerger de sus ojos, Ethan seguía siendo el mismo hombre que ella conoció hace tantas lunas atrás. Ya tenían juntos un largo camino, y mientras que él seguía rebosante de juventud, los años le pasaban factura a ella.

Atrás había dejado a esa humana joven y atractiva, para ese entonces los años y la enfermedad hicieron estragos en su cuerpo y rostro. Sin embargo, su amado esposo, nunca dejo de amarla. Siempre fue cariñoso, tierno, todos los días le demostraba su amor.

Incluso, cuando ciertas posiciones le resultaban complicadas debido a su edad, Shery nunca dejo de sentirse querida por ese lobo. Como lo iba a extrañar, se dice internamente, no quería confesarle la verdad, pero la matriarca le dijo que tan solo le daba una semana de vida.

Quizás menos…

Hiciera lo que hiciera Ethan, no conseguiría salvarle la vida…

Y era lo mejor, puesto que si no la mataba esa enfermedad, lo haría los años… ya no era una niña, y odiaba la idea de volverse más anciana y canosa para Ethan. Su tiempo humano estaba llegando a su fin, y así debía ser.

No era una mujer lobo, no tenía el don de inmortalidad, solo era una humana que se enamoró de un hombre lobo. El cuento ya había llegado a su fin, y lo aceptaba. Era el ciclo de su naturaleza.

—Eres muy persistente, Alfa —Ella sonríe con el dolor reflejado en el rostro.

Ethan sufría al verla, pero haría lo que estuviera a su alcance para salvarle la vida…

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