Narrador – recuerdos:
Desde la boda de Ramiro y Valeria habían pasado unos meses. Lautaro había nacido, pero Ramiro no había estado presente como prometió. Es que el futbol español no era tan flexible como el nacional. Así que tuvo que esperar al final del torneo para poder viajar.− Joder, Apolo, de verdad no quiero llevarme a Valeria, pero debo hacerlo, así que ya no me mires con esa cara…− ¿Esa cara?, ¿me lo dices a mí?, recuerda que soy el que te aguanté todo este tiempo llorando al teléfono por haberte casado con ella y haber dejado pasar la oportunidad con mi hermana – respondió mientras cargaba las valijas en el baúl de su auto – me arrastras en la madrugada para que te venga a buscar al aeropuerto para que no se enteren en casa de tu esposa que has llegado aún – cerrNarrador – recuerdos:Ramiro se había llevado a Valeria y Lautaro con él a Europa, obviamente la convivencia no estaba siendo nada fácil. Pues la chica se había convertido en la típica mujer compradora compulsiva y muy gastadora. Viva en la calle viendo en que gastar el dinero que ganaba Ramiro.Por su lado Pandora estaba ya cargando sus bolsos al coche de Marcos, quien la llevaría a la Universidad. Estaba muy emocionada, empezaba su vida independiente, para su suerte Apolo no había querido ir a la misma Universidad, eso le daba más libertad aún. En la puerta se abrazó de sus padres quienes, con lágrimas en los ojos, la despidieron. Se acercó a su hermano− Apolo…− Pan, ¡mierda, voy a extrañarte un montón!− Solo tengo palabras de agradecimiento para ti, me has apoyado siempre
Pandora – recuerdos:Tanto mi padre como Apolo se habían ofrecido a llevarme hasta la Universidad. Lo medité mucho y no quería que ninguno de los dos lo hiciera. Pero no podía ir en el bus, alguien debía llevarme− Realmente no quiero llegar a la Uni con mi padre o mi hermano, Andrea− Amiga, no tienes muchas opciones, yo te llevaría pero no me entregaron el auto que me compraron aún− ¡Maldita!, si no hubieras elegido ese color de mierda que tanto te gusta lo tendrías y hubieran tenido que mandártelo traer− Envidiosa – ser rió a carcajadas− Cierto, tienes razón, lo mío es envidia – rezongué− Sabes que se me ocurrió alguien … - me intrigó− ¿Quién?− Marcos, pídele a él que te lle
Narrador – recuerdos:Pandora y Marcos continuaron su viaje hacia la Universidad. Luego de varias horas de carretera, llegaron al hotel en el cual pasarían la noche. Ambos se registran en una misma habitación. Al entrar a la misma, Pandora se sonrojó al mirar una única cama de 2 plazas en el medio de la misma. Marcos, que venía detrás de ella, dejó el bolso en el suelo, le pasó un brazo por encima de los hombros y le besó la cabeza.− ¿Te pone nerviosa una cama, Pan? – ella entrelazó sus dedos con los de él− No es eso, es que… - suspiró – hasta ahora lo nuestro ha sido espontáneo, pero la cama dice que ya es sabido lo que pasará− Podemos solo dormir – la abrazó por completo haciendo que quedara frente a él - ¿desde cuándo necesitamos u
Pandora – recuerdos:Aquella noche fue por demás larga, casi no dormimos de tanto sexo. Pero llegó un momento que el cansancio nos ganó. El sol irrumpió violentamente en la habitación, producto de que las cortinas eran por demás finas y no había persianas. Antes de abrir mis ojos, pude sentir los labios de Marcos sobre mi cadera y su mano acariciando una de mis nalgas. Abrí los ojos y le sonreí.− Buenos días− Buenos días, mi vida. Eres por demás hermosa por la mañana− No te pongas cursi, Marcos – y reí a carcajadas− No son cursilerías, te ves hermosa. – se acercó a mi rostro y me besó – me encantó despertar contigo y que fueras lo primero que vi al abrir los ojos− Marcos, que me vas a hacer sonrojar – me levanté
Narrador – recuerdos:A la mañana siguiente Ramiro se levantó y se dirigió a la cocina para desayunar. Allí ya se encontraba Valeria, junto a Lautaro, quien dormía en el coche. Se acercó a él y, sin despertarlo, le dio un beso en la mejilla.− Buenos días, mi vida – miró a Valeria – Buenos días, Val− Buenos días, Ramiro –Lo miró con cautela, pues no sabía que pensar luego de la noche anterior. Ramiro se sentó a desayunar con la vista fija en su café. Luego de unos minutos decidió mirarla directamente a los ojos. Ella se sintió intimidada− Tenemos que hablar de lo que pasó anoche…− Ramiro, yo sé muy bien la realidad. Lo hemos hablado hasta el cansancio. Lo de anoche fue…− Me gustó – la i
Pandora – recuerdos:− Anda, no puedes decir que algo no te gusta si no lo has probado – me desafiaba Alejandro− Ni lo haréCon Alejandro habíamos estado saliendo por unos días y estaba tratando de convencerme para llevarme a dar un salto bungee, esos que te atan los tobillos a una cuerda elástica y te tiras de un puente para quedar colgado boca abajo meciéndote en la total nada.− Eres una cobarde, te creía más valiente y aventurera para probar cosas nuevas –− Pues fíjate que no – reí− ¿Entonces no me probarías a mí?− ¡Que!, ¿a qué te refieres?Se acercó a mí y me tomó por la cintura. Lo miré con los ojos grandes, en realidad no sabía bien que esperar. Él siempre estaba haciendo bromas, pe
Pandora:Tenerlo en la sala de mi casa, descalzo con la camisa por fuera, tirado en el sofá bebiendo una cerveza, fue mucho para mí. Mi corazón se agitaba con cada movimiento suyo y mi pelvis se humedeció cuando se pasó el dedo por sus labios mientras me clavaba los ojos. Me sonrojé y bajé mi mirada− Uff, como extrañaba ese rojo tuyo –− Anda, Ramiro, no seas tonto –− Voy al baño –Al levantarse y observarlo moverse suspiré, creo que me escuchó, porque se detuvo y me miró con esa mirada centellante que lo caracterizaba. No pude evitar llevar mi lengua por el borde del pico de la botella mientras lo miraba fijamente. Creo que en ese momento lo desnudé con la mirada. Ahora el que se sonrojaba era él. Me dio la espalda y se metió en el baño. Me pasé la mano po
Pandora:La noche fue extremadamente larga, hacía muchísimos años que no lloraba por un hombre, casualmente era había sido por Ramiro. Logré hacer mi vida sin incluirlo para nada, y ahora caía a trastocar todo mi mundo. A duras penas me senté en la cama, tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Sofía de que no iría hoy a la oficina, que estaba un poco con gripe y me sentía mal. Aprovecharía que estábamos a viernes para tomarme todo el fin de semana para descansar y sobre todo ordenar mis ideas. Temí salir del dormitorio, no sabía cómo enfrentarme a él. No quería herirle, pero, sobre todo, no quería seguir hiriéndome a mí misma. Puse atención pero no escuché ningún sonido proveniente de la sala. Seguramente seguiría durmiendo. Me recosté y trat&