Pov SaraCuando volvimos a la oficina al final del día, después de una vuelta mucho más intensa, parecía que el señor Norton tenía algo que decirme… y si no lo hacía pronto, iba a explotar.Y juro por Dios que cuando yo quería que se callara, él no podía mantener su boca cerrada, pero cuando necesitaba que él dijera algo, se volvía mudo. Una sensación de deja vu y pavor me invadió mientras caminábamos por el edificio casi vacío hacia el ascensor. En el momento en que esas puertas doradas se cerraron deseé estar en cualquier otro lado, excepto a su lado. ¿No parece como si de repente no hubiera oxígeno aquí dentro? Miré su reflejo en las pulidas puertas doradas, y me resultó difícil saber cómo se sentía. Aparte de su mandíbula constantemente apretada y sus ojos caídos, parecía completamente sereno.Gilipollas.Dejé escapar todo el aire que había retenido. Esos habían sido los 42 segundos más largos de mi vida. Lo seguí a través de la puerta, intentando mantener mis ojos fuera de él
—Quizás... —dije, sin saber muy bien si decirlo en alto o solo pensarlo. —Una vez más… —dijo, acercando su boca a la mía. Mirando hacia arriba, le dije de manera despectiva hacia su boca entreabierta: —Te odio. —Yo también odio esto. Nuestras bocas se acercaron tentativas, nuestros labios apenas se rozaban, compartiendo la respiración. Observé cómo las aletas de su nariz se apretaban y justo cuando pensé que iba a volverme loca, agarró mi labio entre sus dientes, acercándome a él. Gruñó en mi boca, profundizó el beso y me empujó con fuerza contra su coche. Como la última vez, alzó una mano y me quitó las horquillas del pelo, dejando que cayera a nuestro alrededor. Nuestros besos eran intensos y bruscos, apartándonos y apretándonos, agarrando el pelo y nuestras lenguas deslizándose una contra la otra. Gemí cuando se puso de rodillas, frotándose contra mí. —Dios —gemí con un áspero jadeo. Puso mi pierna a su alrededor, con el tacón del zapato clavándose en su pierna. —Joder,
POV HarveyBajé la vista a mi regazo y me di cuenta de que tenía un problema: tenía la polla dura como una piedra.Intentaba evitar pensar en la pasada noche. Esa parte de nuestra relación estaba terminada, pero teníamos que continuar viéndonos cada día y mantener la pantomima del noviazgo.“Sin problemas, puedo hacer eso”Estaba dispuesto a pasar una noche relajada, sin entrometidos pensamientos sobre la señoritaJohnson. Entré en casa de mi hermano.—¿Hola? ¿Hay alguien? —llamé, cerrando la puerta.Una pequeña risa me dio la bienvenida desde el salón. Vi a Marissa ponerse de pie y caminar hacia mí.—Ah, ma petite chérie —dije sonriendo, mientras los rizos de sus coletas saltaban.Se movió rápido y la tomé en brazos.—Mo ancle bou —chilló, poniendo sus bracitos alrededor de mi cuello.Me reí y besé su mejilla.Patricia apareció de pronto.—¿Es que nunca llamas a la puerta, Harvey? —golpeó mi mano con la espátula—. ¿Y qué demonios le estás enseñando a mi hija? No es capaz siquiera de
Miré a mi hermano y tenía la misma sonrisa que su mujer.—¿Qué te parece tan divertido, Claudio?—Nada, nada —rió mientras se metía otra patata frita en la boca, desviando la mirada.Patricia volvió un momento después, riendo y sentándose al lado de mi hermano.—Bueno, qué interesante. El mundo es un pañuelo, ¿verdad, Harvey? —dijo para provocarme, guiñando el ojo.Fruncí el ceño mientras los miraba a los dos, parecía que estuvieran compartiendo un chiste privado. Estaba empezando a irritarme, hasta que una patata frita me tocó la mejilla, reclamando mi atención.Miré a mi sobrina y le pellizque la cintura ligeramente, volviendo mi vista hacia mi hermano y su mujer.—Oh sí... es fascinante —dije con voz monótona.Luego de mi encuentro con Sara en mi auto, el teléfono vibró con urgencia mientras revisaba informes en la oficina. Era mi padre, con una noticia que cambiaría mi día y posiblemente mi vida. —Harvey, ya no serás revocado de tu puesto. Has demostrado ser un excelente presiden
Yo, Harvey Norton, tenía todo lo que un hombre podía desear: salud y éxito, podía tener a cualquier mujer que queria.¿Pero ahora? Aquí estaba, hecho un jodido lío por culpa de una desagradable mujer que ni siquiera deseaba. Bueno, la deseaba, pero no en el sentido de... Dios, no podía seguir pensando en eso. Una llamada en la puerta interrumpió mis insanos pensamientos.—Pase —gruñí irritado. Era obvio que ella todavía me cabreaba, lo supe cuando entró y fue derecho a mi mesa, dejando el café sobre ella.Se giró y me miró fijamente, haciéndome estremecer.—¿Vamos a planificar la agenda esta mañana, señor Norton? Estaba de pie junto a mi mesa, mientras la bañaba la luz del sol. Las sombras cubrían todo su cuerpo, acentuando su escote. ¿Hacía frío aquí dentro? ¿Cómo podía hacer frío si yo estaba sudando a chorros? Solo pensar en cómo eran sus pechos desnudos, me la puso dura. Joder, tenía que salir corriendo de aquí.—No, olvidé que tenía una reunión abajo esta tarde, así que me
Sara Leí el texto que me había enviado el capullo ese con el ceño fruncido, sintiendo un enorme nudo en mi estómago o quizás más arriba…"Señor Norton, creo que es lo mejor para ambos", respondí con una sonrisa amarga. —Nuestro engaño ha cumplido su propósito, pero es hora de dejarlo atrás —traté de convencerme con esas palabras, pero no podía evitar sentir un mal sabor de boca.El muy hijo de la fruta había desistido del maldito acuerdo por un mensaje. ¡Tenía ganas de castrarlo en este momento!Tomé aire varias veces para intentar calmarme, no podía ir así a la cena en casa de su madre, donde sabía, me estaría esperando el prospecto que mi querida “ex suegrita” había preparado para mí.Me miré en el espejo una última vez, ajustando el deslumbrante vestido blanco de seda que caía suavemente sobre mis curvas. El escote era sutil pero sugerente, y la caída elegante del vestido hacía juego perfecto con mis tacones plateados. Opté por un maquillaje natural que resaltaba mis ojos verdes
No aguantaba más. Las miradas entre Sara y Jack me estaban matando. Verlos congeniar tan bien, riendo y charlando como si fueran viejos amigos, me llenaba de una frustración y enojo que apenas podía contener. Me obligué a mantener una expresión neutral mientras cruzábamos el salón para salir al jardín, pero mis pensamientos eran un torbellino.Cuando por fin nos alejamos de las miradas curiosas de los demás, no pude contenerme más y solté de manera mordaz:—Espero que haya tenido una sesión de compras satisfactoria, señorita Johnson.Sara me miró con una sonrisa angelical que escondía una gran sensualidad, una combinación que siempre me desarmaba.—No querrá saberlo, señor Norton —dijo con tono sarcástico—. Tienen nuevos ligueros, por cierto.Al pasar, me tocó el hombro ligeramente, y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sentía que mis planes, cuidadosamente trazados, se destrozaban poco a poco con cada gesto suyo.Ella comenzó a reír y su risa resonó por todo el lugar mientras se
Sara todavía me miraba a los ojos desde el espejo, y vi reflejado como su pecho subía y bajaba rápidamente. Ella estaba tan frenética como yo. Eso hizo que mi boca se tornara en una sonrisa torcida, mientras ella me miraba fijamente.—Bueno, a pesar de lo que puedas estar pensando —dijo mientras recogía los cosméticos y los metía en su bolso—, será mejor que vuelvas al jardín. Tu familia te debe estar echando de menos.—No, la verdad es que no —dije sin dejar de sonreír—. Realmente mi padre me ha ordenado que te encuentre. Piensa que te debo algún tipo de disculpa.—Bien —murmuró casi sin respirar.—Verás... —le dije fríamente, acortando la distancia entre los dos—. Mi padre y todos los presentes ignoran completamente el pequeño juego que estabas orquestando por debajo de la mesa. Sus ojos se abrieron se abrieron aún más, y su respiración se detuvo por un breve momento.—Yo...—Eres una pequeña provocadora… —dije con voz ronca.—Bueno, puede que nadie te eche de menos, pero yo, def