Capítulo 45Vicente dio un paso tembloroso, con los ojos vidriosos y el alma hecha trizas.Por fin, después de un infierno sin fin, Amelia estaba frente a él. Tan real, tan cerca y, al mismo tiempo, tan lejos.Antes de que pudiera extender una mano temblorosa hacia ella, Matthew se interpuso como una muralla de concreto. Colocó su mano firme en el pecho de Vicente, cortando cualquier intento de acercamiento. Amelia, sin pensarlo, se refugió detrás del Alfa, buscando alejarse de su pasado.—Aléjate de ella —gruñó Matthew, con una furia que helaba con su aliento el lugar—. No tenemos tiempo para tus estupideces.Vicente se quedó inmóvil, paralizado. Frente a él, estaba el lobo que le había arrebatado lo único que alguna vez creyó suyo: el corazón de Amelia.En un arranque desesperado de orgullo, intentó golpearlo, pero Matthew fue más rápido. Esquivó con agilidad el puño, y Vicente cayó al suelo con un golpe seco, quedando en ridículo ante los ojos de todos.El silencio fue absoluto.V
Capítulo 46El corazón de Matthew latía con fuerza mientras observaba al pequeño Max, su hijo, envuelto en sábanas blancas dormido. La sangre que había corrido por sus venas ahora palpitaba en el cuerpo frágil de su cachorro, compartida con la de Amelia. Dos almas, dos linajes, unidas en aquel cuerpo diminuto que luchaba por respirar. Pero él lo sentía, lo olia. Max estaba reaccionando. Su pequeño lobo había decidido quedarse.A su lado, Amelia estaba en la cama. Su piel era pálida, su respiración leve, ella estaba débil por la sangre donada.Matthew fue el primero en despertar. Sus ojos grises se encontraron con su figura dormida, y durante unos segundos, se permitió simplemente observarla. Hermosa. Inalcanzable e Inolvidable.Pero detrás de esa contemplación, hervía algo más. Un nudo de rabia contenida. Lo habían traicionado. Le habían ocultado una verdad tan brutal que había cambiado el curso de sus vidas. Amelia, ella, la loba que lo marcaba con una sola mirada había condenarlo
Capítulo 47Los ojos de Aurelio se abrieron sorprendidos, con una codicia salvaje.La posibilidad de que el futuro Alfa de Redmoon fuera un Lycan, sangre pura, una raza superior, le provocaba una euforia embriagante.Después de todos los escándalos que Matthew había arrastrado sobre su manada, aquello parecía la salvación.—¡Estás loco! —gruñó Matthew, empujándolo con un golpe seco que apenas logró contener toda la furia que hervía en su pecho—. No voy a permitir que te acerques a mi cachorro ni a mi loba.—¿Tu loba? —Aurelio soltó una risa cinica, impregnada de veneno—. Te recuerdo que tu loba es Cecilia, la Luna legítima de nuestra manada. —Su mirada se volvió turbia, con desprecio—. Esa maldita esclava no es más que una suripanta.El sonido o de un golpe quebró el momento. Matthew, consumido por un impulso de rabia, le propinó un puñetazo brutal que lanzó a Aurelio al suelo. Su respiración se agitaba mientras sus ojos, llenos de furia protectora, se venían de fuego como brasas v
Capítulo 48El temblor en el cuerpo de Amelia era incontrolable. La loba sentía cómo aquella presencia oscura no solo había invadido el ambiente, sino también su alma, impregnándola de una angustia fría.—¿Sabes qué es? —susurró, buscando en los ojos de Matthew la respuesta.El lobo negó lentamente, su mirada opaca por secretos que aún no se atrevía a confesar.Había cosas de su pasado que Matthew no se atrevía a compartir con Amelia.Greta había sido importante, sí, no porque su corazón siguiera perteneciendo a ella, sino porque formaba parte de una historia que temía cambiar la manera en la que Amelia lo veía.No quería que lo mirara diferente, no quería perder su mirada de ternura y amor.En aquella ocasión, como tantas otras veces, había elegido el deber sobre sus propios sueños. Había elegido a la manada, sacrificándose a sí mismo en el proceso.Y esto no pasaría con Amelia, se lo juro internamente.—No lo sé —murmuró con voz baja, ra—. Solo he escuchado esa voz un par de veces…
Capítulo 49El caos estalló como una tormenta sin aviso. En cuestión de segundos, la paz que querian construir se desmoronó.Amelia, con el corazón latiéndole en la garganta, se vistió a toda prisa. El miedo le nublaba la mente, pero su instinto era claro: proteger a su hijo. Corrió por la habitación como un suspiro, lo envolvió en una manta y lo estrechó contra su pecho.Larios llegó con el rostro tenso, la mirada preocupada . Sus palabras fueron un puñetazo.—Uno de mis lobos escuchó que los ancianos han ordenado aplicar la ley de sangre —explicó con voz ronca—. Van tras un hijo ilegítimo.El aire se volvió denso. Matthew sintió que los ancianos pasaban por encima de su liderato y de nuevo quedaba confirmado.—Váyanse a la cabaña del norte —ordenó él, girándose hacia Amelia y Matthew—. Amelia conoce el lugar. Es seguro. Yo me quedaré a enfrentarlos.Ella lo miró, incrédula. El pánico brilló en sus ojos, sintio una cruda preocupación golpearle el corazón.—¿Te pueden hacer daño? No..
CAPÍTULO 50Los besos eran hambre de amor, eran necesidad de estar con el otro.Matthew despojó a Amelia de su ropa con una facilidad desesperada, deseoso de sentir su piel cálida bajo sus manos.La misma piel que había estado en sus pensamientos, suave y tersa.La loba jadeaba al contacto, embriagada por las caricias firmes y devotas con las que el Alfa la reclamaba. En ese momento, nada más existía. Solo ellos. Solo el deseo desenfrenado de dos lobos destinados encontrándose.Cuando llegaron a la cama, Matthew se detuvo un instante, contemplándola. La escena era perfecta. Amelia, desnuda, con los ojos oscurecidos de deseo, se mordía el labio inferior mientras su pecho subía y bajaba con respiraciones entrecortadas. Se frotaba los muslos con una urgencia silenciosa, ansiosa, vulnerable de pertenecerleSolo comprobó que ella seguía siendo suya.Él no pudo resistirse más. Se inclinó sobre ella, llenándola de besos que descendían lentamente por su abdomen hasta llegar a su ombli
Capitulo 51Noel cerro la puerta del estudio con un leve empujón antes de despedir a su BetaSirvi una copa de whisky, la sostuvo unos segundos entre los dedos, saboreando la espera, y bebio con lentitud. La madera de la gran puerta del estudio, resonó de golpe cuando la puerta se abrió de par en par.—Sabía que vendrías —dijo sin girarse, con ese tono cínico que lo caracterizaba —. Mi Beta no es bueno guardando mis secretos de ti.Iris entro en la habitación, el rostro rojo y lleno de furia, los ojos firmes con un odio que la desbordaba. Gruñía entre dientes, incapaz de contener la rabia que le recorria en las venas.—¿Qué planeas? —escupió—. ¿Por qué quieres matar al esposo de esa maldita?Noel sonrió, deslizando lentamente el borde de la copa entre sus dedos, disfrutando del momento.—Quiero darte una satisfacción, Iris. ¿Eso es malo? —preguntó, con una dulzura falsa burlándose irónico de ella.La loba golpeó con fuerza la mesa, lastimándose la mano. Pero el orgullo le apret
Capítulo 52Apenas las palabras del Alfa retumbaron en el salón, los ancianos se volvieron contra Aurelio, heridos y sintiendose traicionados.—¿Es cierto lo que afirma nuestro líder? —gruñó uno de ellos, golpeando la mesa con el puño mientras sus ojos se abrían de indignación.Aurelio bajó el tono de su voz, sosteniendo la mirada de Matthew, sintiéndose traicionado. Jamás imaginó que el Alfa revelaría su secreto para salirse con la suya.Pensó que lo guardaría por el bienestar de Cecilia y de su propio cachorro, Pero Matthew no tendría compasión, no cuando nadie lo había tenido por Amelia.El ambiente se tornó denso, se podía sentir la tensión que provocaba la traición. Los ancianos, enardecidos, le gritaban sin piedad, acusándolo de haberlos engañado, de haberles hecho creer que Cecilia era la loba destinada a ser su Luna.—¡Es una bastarda! ¡Nunca debió rozar el trono de la manada! —exclamo uno de ellos, dejando escapar su rabia.El más anciano del consejo, con movimientos lentos