—¿No te da miedo lo que piense tu padre?
—No lo conozco y jamás me ha importado una mierda lo que piense todo el mundo. Si quieres mojarte los pantalones por lo que pueda llegar a decir mi padre, entonces no mereces cogerme.
Ella se separa con una sonrisa en sus labios, por primera vez la había dejado sin palabras. Lauren se había quedado pensando, y no, no es que le tuviera miedo a Alejandro, sino que tampoco quería faltarle el respeto a su confianza.
Ella también era lo suficientemente grandecita como para saber lo que quería y si no fuera porque realmente era una mujer de principios, Isabella ya estaría empotrada contra la pared, gritando de la misma manera en la que lo había hecho aquell
Lauren abre la boca para decir algo cuando ella está enfrente pero las palabras no salen y su amigo se da cuenta, por lo que decide salvarle el trasero para no dejarla en ridículo.—Estás radiante—le dice él con una sonrisa, por lo que Isabella eleva la mirada y le regala una sonrisa de vuelta—Gracias, también estás bien—Rafael se ríe ante la elección de palabras—Cuando deseen pueden salir al patio, los estaré esperando allí—él mira a su amiga y le clava un dedo en su costilla con disimulo para que reaccione de una vez.—¿Vienen?—Marco se acerca, totalmente aje
Verónica la mira, como si quisiera saber algo más. Sin dudas se ha dado cuenta de como ambas chicas se miran, pero también tenía claro de que Lauren no diría mucho más que eso.—El próximo mes hay un desfile en Venecia, me gustaría que fueras—Verónica da un largo suspiro y comienza a deslizarse por el largo sillón, rozando una pierna con la de Lauren—. Claro, si quieres.—¿Qué día?—El veintisiete de abril.—No quiero prometer nada porque de verdad tengo mucho trabajo, pero lo intentaré—Lauren le regala una sonrisa sincera.
Las manos de la argentina comienzan a meterse entre sus cabellos mientras que Lauren comienza a jugar con la piel desnuda de su espalda, presionando las yemas de sus dedos, tocando aquellos puntos sensibles que había descubierto aquella maravillosa noche. Las piernas de Isabella se abren cuando sienten la punta de su rodilla posicionándose allí, pidiendo permiso para meterse entre ellas y así lo hace, dejando que su muslo friccione contra su sexo caliente. Ambas jadean sobre sus bocas, Isabella por su toque y Lauren por sentir el calor irradiar desde allí, dejándola extasiada.Lauren baja sus manos hacia el trasero de la mujer, acompañando los movimientos que sus caderas comenzaron a dar para deslizarse sobre su pierna, provocando que su vestido se subiera y la italiana pudiera divisar su ropa interior al separar su boca por un segu
—Podemos hacer un trato—le propone con una sonrisa—¿Ah si? ¿Y que trato es ese?—Isabella sonríe mientras toma un sorbo de su copa—¿Qué es lo que quieres tú?—Quiero salir más, ya sabes—Lauren levanta una ceja—¿Y tú sabes que mucho no puedo hacer con eso?—Si. Pero me propones un trato, dime lo que quieres de mi y podemos negociarlo—la italiana se ríe—Eres buena negociante—admite mirando su boca—. Quiero... algo que quizá
—Ella me llamó hace unos días, estuvo diciendo que la tenía olvidada. Sin embargo, hay un problema... —Rafael pone los ojos en blanco—Deja de ser tan estricta, ¿Te piensas que Isabella es del puto FBI para saber sobre tu vida? —Lauren hace una mueca—. Además ni siquiera Alycia sabe lo que hacemos, así que no tiene manera de enterarse. Piensa y si quieres la invitas, pero no pongas de excusa eso.—Lo pensaré—suspira—Mi casa del fondo está disponible para ustedes por si quieren quedarse unos días—le dice mientras se pone de pie—. Ahora quiero ir a bailar un poco, creo que hace mucho que estamos metidos acá
Deja el celular a un lado y abraza el cuerpo de la latina una vez más, tratando de pensar, como siempre, en las mil posibilidades que puede ocurrir si viaja a California con Isabella.Se siente en un ambiente familiar, puede ver a su hermano pequeño correr por todos lados mientras que Alessandra intenta detenerlo, ya se ha caído tres veces y no piensa parar ni por un instante. Su madre desde la cocina los llama para comer aquellas galletas que tanto les gusta a los tres, por lo que comienzan a correr hacia allí al mismo tiempo que se escucha como un auto se estaciona con brusquedad en el patio delantero. Lauren queda a mitad de camino viendo como Alonzo entra desesperado, llamando a su esposa.La mujer sale de la cocina, diciéndole a su hija que entre a comer las galletas y que enseguida los acompañaba. Lauren no le hizo c
Isabella comienza a dar golpes, intentando acertar en el rostro de Lauren, quién la esquiva con facilidad, devolviéndole el mismo y apuntando en sus zonas débiles. La italiana se agacha y golpea su tobillo, provocando que el cuerpo de Isabella pierda el equilibrio y se caiga hacia un lado. La mujer intenta terminar el movimiento, reduciéndola en el suelo, sin contar con que la latina haría un movimiento y terminaría haciéndole un llave para salir de allí, lanzándola hacia el otro extremo para darle tiempo a ponerse de pie y en guardia de nuevo. Ella se reincopora con rapidez y la mira con seriedad, sus ojos se clavan en los suyos y sabe que hará un próximo movimientos.Lauren es quién tiene a Isabella por los hombros, mirándola desafiante. La latina es quién hace un movimientos
—No te abandoné, fue por mí trabajo que te dejé ir. Sabía que esto podría pasar —Isabella se ríe y se levanta de golpe—, entiéndeme.—Lo único que entiendo es que jamás fui importante para ti como para dejaras tu mierda y cuidarás de mamá y de mí. Vete de una puta vez, no quiero volver a verte.Isabella no podía creer que le dijera que la había abandonado por su trabajo, como si fuera algo lógico de entender. Lo único que ella recuerda es las veces que su madre se esforzaba para salir temprano del trabajo y llegar a verla en escena, cuando iba a teatro, o cuando tenía que hacer cualquier cosa para que ella no se sintiera sola, ya que era la única que la acompañaba.