—¿Avance? ¿Coger te parece un avance? —le digo en voz baja—. Que haya sido débil no quiere decir que estamos juntos. Tampoco el que ahora sepas la verdad sobre los niños.—Si lo que pretendes es herirme, estás en todo tu derecho —dice contrariado, pero me toma por la muñeca—. Lo soportaré.—No, no q
AlecAria no dice nada; simplemente nos observa hasta que nuestro hijo se queda dormido con la relajante canción. —Así que era verdad que conservaste las cosas —susurra, acercándose a mí y tomando la caja entre sus manos—. Gracias por cuidarla, pero ya no…—No, es mía —reclamo, quitándosela—. Esto
Aria A pesar de que Alec me insiste en que duerma, no lo hago y paso la noche en vela cuidando de mi hijo, quien cada vez se ve mejor. Aun así, la preocupación me invade cada vez que el doctor viene a revisarlo y Jack menciona que le duele un poco la herida. Según el médico, es normal lo que siente
Alec Cuando Aria me cuenta lo que está pasando, se me enfría la sangre. No solo me pregunto cómo es posible que una niña de cuatro años se haya escapado de su aula y no puedan encontrarla en toda la escuela, que se supone tiene cámaras. Lo que realmente me enfurece es que sea precisamente mi hija a
Alec Un sentimiento desgarrador me invade al alejarme y mirar desde lejos cómo Aria habla con nuestra hija. Alec se queda junto a ellas, pero cada poco tiempo me lanza miradas, como si se debatiera entre quedarse al lado de sus chicas o venir conmigo. En parte prefiero que se quede, pero otra parte
Alec Ethan No quiero que Juliett se enfade conmigo, pero siento miedo cuando mamá se acerca a papá y él se marcha muy rápido, sin voltear a vernos. —¿Se enojó mucho? —le pregunto a mami cuando regresa. Juliett sigue llorando y no la entiendo. Le hemos dicho muchas veces que papá no es un monstr
Mamá me mira preocupada y se inclina para acariciarme el rostro. Sus manos son las más suaves y me gustaría quedarme así mucho tiempo, pero quiero ver a papá y contarle lo que me dijo Juliett. —¿Estás seguro, mi amor? —Sí, mami —asiento—. Por favor. —De acuerdo, mi tesoro —sonríe antes de darm
Aria Todavía no han pasado más de dos horas desde que mi hijo se fue con Ethan, y él me ha asegurado que están bien, pero no dejo de estar nerviosa y correr hacia la ventana ante el menor ruido. —¿Y si el señor monstruo se lo lleva para siempre? —pregunta mi hija, que está sentada en la cama, abr