No puedo evitar sonreír. Yo sé que tanto él como Aria me aceptan por completo como soy y que me aman, pero escucharlo siempre me pone de buenas. Al fin tengo una familia y no puedo perderla. —Tú también eres mi hermano, completo, ricitos de oro. —¡Imbécil! —me grita y me da un puñetazo leve en el
Aria Después de aquel desagradable momento, intento salir corriendo de la oficina, pero Alec me detiene por el brazo. —Vamos a almorzar juntos hoy —me advierte. —No, preferiría que no —contesto—. Esto…—¿Te asusta que todavía lo tenga? —me pregunta con una tranquilidad abrumadora. —He de admitir
Natasha Al pasar la puerta de aquel hotel de paso, la ropa comienza a salir disparada hacia cualquier sitio de la habitación. Los dos somos conscientes de que no puede haber penetración, pero para mí no es necesario, solo quiero sentirlo. Ethan me besa como nunca, completamente feliz por lo que aca
Aria Cuando por fin llega la hora de la salida, siento un alivio en todo mi ser, el cual rápidamente se ve ensombrecido por el hecho de que debo llevar mi contrato firmado. Por la cabeza se me pasa la idea de llevarlo al departamento jurídico, que es donde debí haber firmado esto, pero tengo el pre
Alec —Se han dirigido a un pueblo llamado Ravenswood —me informa John, horas después de que mandó a seguir a Aria—. Pero no he podido avanzar hacia la zona de la propiedad en la que vive, ya que es privada. —Pero te dijeron que los Elwood viven ahí —insisto. —Sí, señor. Son una familia querida en
Aria—¿Es en serio? —pregunto estupefacta cuando Ethan me cuenta de camino a la empresa lo que ha pasado con Natasha—. Ethan…—Lo sé, crees que soy estúpido, ¿verdad? —dice nervioso.—No, creo que ella es muy valiente y que tú tienes un corazón de oro —respondo con una sonrisa.—No le dije de ellos
Alec La idea de que me instale en su oficina no le gusta para nada a Aria, pero al poco tiempo se calma y se sienta detrás de su escritorio, en donde tamborilea los dedos durante unos segundos. Intenta no mirarme, pero siempre termina haciéndolo por encima de la carpeta que está revisando. ¿Cómo l
—Aléjese —susurra—. Por favor. —Dímelo, ¿de qué me perdí?—¿Lo quiere saber? Se perdió de una mujer que lo amaba más que a su vida —me suelta—. Una mujer que habría hecho todo por usted si tan solo me elegía. —Aria…—Pudimos ser tanto y lo echaste a perder, Alec —continúa con lágrimas en los ojos—