Ahhhhh se mudan a la ciudad jejeje. ¡Muchas gracias por leer la historia! Si te está gustando no te olvides de comentar, votar y dejar tu reseña.
Alec —Se han dirigido a un pueblo llamado Ravenswood —me informa John, horas después de que mandó a seguir a Aria—. Pero no he podido avanzar hacia la zona de la propiedad en la que vive, ya que es privada. —Pero te dijeron que los Elwood viven ahí —insisto. —Sí, señor. Son una familia querida en
Aria—¿Es en serio? —pregunto estupefacta cuando Ethan me cuenta de camino a la empresa lo que ha pasado con Natasha—. Ethan…—Lo sé, crees que soy estúpido, ¿verdad? —dice nervioso.—No, creo que ella es muy valiente y que tú tienes un corazón de oro —respondo con una sonrisa.—No le dije de ellos
Alec La idea de que me instale en su oficina no le gusta para nada a Aria, pero al poco tiempo se calma y se sienta detrás de su escritorio, en donde tamborilea los dedos durante unos segundos. Intenta no mirarme, pero siempre termina haciéndolo por encima de la carpeta que está revisando. ¿Cómo l
—Aléjese —susurra—. Por favor. —Dímelo, ¿de qué me perdí?—¿Lo quiere saber? Se perdió de una mujer que lo amaba más que a su vida —me suelta—. Una mujer que habría hecho todo por usted si tan solo me elegía. —Aria…—Pudimos ser tanto y lo echaste a perder, Alec —continúa con lágrimas en los ojos—
Aria Estoy que me muero de los nervios, aunque sepa que este paso es trascendental en la vida de mis hijos. Las dudas, los miedos y la incertidumbre llevan meses arraigados en mi corazón, haciéndome sufrir de ansiedad.Hoy es el primer día de escuela. Sé que tengo que separarme de ellos por trabaj
—Niña tontuela, solo quieres que el tío sufra un infarto. —¿Eso es cuando se para el corazón? —pregunta Jack, inquieto.—Sí, cielo —le explico mientras paso la mano entre sus rizos—. Pero el tío Ethan solo está jugando. —Al paso que vamos, no lo creo —masculla Ethan—. El deporte favorito de Juliet
Aria No tengo tiempo de siquiera procesar mi tristeza, pues tengo que irme a toda prisa a la empresa. No sé qué demonios está pasando, pero yo le había pedido permiso a Alec de llegar tarde porque «acompañaría a mi madre a una cita médica». Es una realidad que acompaño a mi madre a sus citas, pero
—Buenos días, señor Elwood.—¿De dónde es que se conocen? —inquiere Alec sin ningún tacto, lo que causa que el doctor se ponga serio.—De Ravenswood —contesta—. Soy el pediatra de…—Pediatra de mi sobrina —me adelanto a decir. Alec frunce el ceño, al igual que el doctor Harris, que debe preguntarse