Tal vez ella quería decirme que se iba.Al acercarme, me percato de que nuestros almuerzos están intactos allí. Aquel gesto de rechazo total termina por hacerme perder el dominio sobre mí mismo.El comedor termina volteado y estrellándose contra un ventanal. No obstante, mi rabia no termina allí y m
Aria Cuando abro los ojos, estos están atiborrados de lágrimas, pero no me muevo, sigo mirando hacia la ventana con las cortinas que dejan ver un poco hacia afuera. Todavía no amanece, pero está a punto, lo noto en la ligera iluminación. El conseguir dormir rápidamente después de que Julia me hici
—Alec —susurro—. Ojalá algún día entiendas por qué te dejé, aunque dudo que te importe. Lleno la bañera en cuanto soy capaz de levantarme, y una vez que el agua está casi rebasando el borde, me meto en ella. Si no fuera por mis hijos, tal vez me hundiría en el agua para ya no salir y para ya no sen
AlecPese a los esfuerzos de los guardias de seguridad por detenerme, ninguno lo logra y terminan dejándome hacer y deshacer a mi antojo. No solo acabo con mi piso y el de recursos humanos, sino también con muchos más. No me importa cuánto tenga que pagar después para reparar los daños, no me import
A la única persona a la que me encuentro en el camino hacia mi departamento es al guardia, que me mira asustado, mucho más cuando le sonrío y le respondo con calma que tenga una excelente noche. Dentro del departamento todo está a oscuras. Ni Natasha ni mi madre parece haberse quedado despierta par
Aria Julia no se separa de mí después de lo ocurrido en la bañera. La pobrecita está angustiada por cualquier cosa que me pueda pasar y hasta debe venir uno de sus doctores privados para tomarle la presión y de paso revisarme a mí. Mientras que yo la tengo bastante baja, a ella se le ha subido y de
Alec Mi madre y Natasha están renuentes a dejarme solo y con mis pensamientos después de la manera en la que me encontraron, pero me las arreglo para convencerlas de que me dejen descansar en la habitación de invitados. Pero no descanso, desde luego, los pensamientos con respecto a Aria y a ese ho
—Escúchame cuando te hablo, Alec —me reprende desde afuera—. ¿No tienes miedo de que le diga que…? —Haz lo que se te dé la gana —respondo con una serenidad que no siento. En realidad quisiera empujarla lejos de aquí y no volver a verla. Su voz es un verdadero martirio, y más cuando se inmiscuye en