El recibimiento que organizó el empresario Mantis para Renan fue digno de un jefe de Estado o de un miembro de la realeza; una docena de hermosas mujeres, seleccionadas cuidadosamente, hicieron doble fila para que él transitara al medio de ellas hacia el lugar donde lo esperaba el empresario en actitud majestuosa.

Lo saludó efusivamente y le dijo en voz baja, muy cerca de su oído:

            –Puede escoger una, dos, tres o todas, señor Viteri, esas chicas están aquí para hacerlo sentir extraordinariamente bien.

            –Gracias, pero no creo que sea necesario.

            –¿Tiene pareja?

            –En realidad, sí, estoy comprometido &ndash