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Un hombre uniformado descendió del vehículo y abrió la puerta para que descendiera majestuosamente Bianca Viteri, en el jardín, Mía Lawson no se había movido de su posición, seguía observando con curiosidad el llamativo automóvil que estaba frente a ella y ahora había una señora muy elegante haciéndole señas para que se acercara, así que lo hizo.
–Dígame señora, ¿en qué puedo ayudarla?
–¿Usted es Mía Lawson?
–Así es.
–¿Se encuentra el señor Michael Lawson?
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Cap. 58 Su padre quiere verla
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Cap. 59 Eso no es amor
Maddy estaba atenta a lo que se hablaba en la puerta, así que su corazón dio un vuelco cuando escuchó una voz masculina diciendo que era su padre, seis años habían pasado desde la última vez que vio a su progenitor y evitaba a toda costa recordar ese día, porque fue el instante en que le dijo que no era más su hija hasta que decidiera estudiar medicina.Se puso de pie y caminó hacia la entrada, usaba una faja que le recomendó el médico y le facilitaba el movimiento, sus rodillas habían sanado, su muñeca también y su espalda ya no estaba tan rígida, le habían asegurado que la fisioterapia le devolvería la flexibilidad a su cuerpo.Cuando apareció ante Michael Lawson, lo encontró envejecido, realmente parecía que esos años hubieran hecho estragos en él.
Cap. 60 Nuevo plan de Bianca Viteri
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Cap. 61 Día de las profesiones
Ajeno a las maquiavélicas acciones de su madre, Renán se preparaba para regresar, empacaba sus cosas mientras trataba de organizar mentalmente los temas que tenía pendientes, ese viaje, aunque necesario, lo retrasó un poco ya que quien debió haber atendido esa inauguración era Edison, pero una vez recuperado lo pondría al frente de esa división.Tenía varios asuntos en qué pensar y estaba priorizando en su cabeza lo que debía atender en primer lugar, necesitaba comunicarse con Dina para ordenarle algunas tareas de la aerolínea, para él ocuparse de tareas personales que en ese momento consideró que requerirían toda su atención, comenzando por la investigación que su madre mantenía sobre él.Se despidió, salió del hotel rumbo al aeropuerto y, en el camino, comenzó a redactar órdenes para su secretaria, quien hab&
Cap. 62 Señor mandón y prepotente
Luego de distribuirse en la sala de espera de su hangar privado, donde Renán quedó frente a su madre y sus dos acompañantes, él se mantuvo en silencio, esperando a que Lucía Carolina dijera lo que, según ella, tenía atorado en su garganta. –Habla Lucía Carolina –solicitó Bianca. –Renán, estoy embarazada, comprenderás que necesito que te hagas cargo de mí, yo no podré sola con tu bebé.Cuando Lucía Carolina terminó de hablar, Renán se puso de pie y caminó hacia la salida de la salita, pero Conrad se interpuso entre él y la puerta. –No vas a ignorarme esta vez Renán, tienes que responderle a mi hija
Cap. 63 Me convirtió en el hombre que soy hoy
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Cap. 64 Esa fierecilla me odia
Al ver la palidez en el rostro de Madeleine, lamentó la forma tan cruda en la que expresó sus pensamientos, pero estaba sobrepasado en sus límites de tolerancia, parecía que todo el mundo tenía un hilo para manejarlo como marioneta.No obstante, pensó que también era cierta su convicción de que no habría ninguna otra mujer que doblegara su voluntad, no volvería a enamorarse, no entregaría de nuevo su corazón; Madeleine lo exasperaba, lo retaba y lo excitaba, le había gustado demasiado besarla sobre todo siendo el primero, pero su determinación era inquebrantable, se casaría con ella y al año justo tramitaría el divorcio.El también miró por la ventana a los trillizos, ese aspecto de su vida si era otro asunto, su padre nunca fue alguien cercano que fuera bueno con él o que le hubiera mostrado amor u orgullo, el único sentimi
Cap. 65 Me caso esta semana
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