Al estar en el interior de la tienda Alberto tomó en brazos al pequeño, caminó en dirección a una de las vendedoras uniformadas y le preguntó por Kelsey Cordis.
–Un momento por favor, hablaré con la asistente de la señorita Cordis para saber si está desocupada.
–Por favor dígale que Alberto Centeno está aquí y necesita hablar con ella de algo personal y muy importante.
La mujer paseó su vista desde él hasta el niño que tenía en brazos, seguidamente se giró y se perdió de vista por un largo pasillo.
–Señorita Cordis, afuera hay un joven con un niño preguntando por usted.
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José Manuel Barceló Ferrer, el segundo hijo de una familia cuyos apellidos eran sinónimo de elegancia, solvencia económica y alto estatus en la élite de Madrid, su pasión era la moda y en Kelsey había encontrado a una mujer rota, pero con mucho talento, con quien podría dar rienda suelta a su sueño de tener una gran tienda con diseños exclusivos.Él la cobijó luego de una conversación informal en la banca de un parque, donde ella dibujaba un vestido que de inmediato llamó su atención. Al conocerla un poco más se ganó su confianza en absoluto y no tardó en proponerle una sociedad en la que él aportaría el capital y ella su talento.Dos años después toda novia que se preciara aspiraba usar uno de los vestidos diseñados por ella, ya eran el número uno en el mercado españ
Renán se arreglaba ante el espejo y su esposa se acercó con la corbata en la mano, había tomado la costumbre de colocársela ella y hacerle el nudo, era un bonito momento entre los dos, que él aprovechaba para contemplarla amorosamente.De pronto se escuchó un estruendo mezclado con gritos infantiles, los dos se alarmaron y corrieron por el pasillo hacia el salón buscando el origen del ruido, encontraron a Gerald con dos de las niñeras en el piso con una caja de plástico sobre ellos y dentro de esa caja estaban Nathaniel, Elijah y Mateo, este último lloraba sujetándose un brazo.En el tope de la escalera estaba Maia destornillada de la risa, tirada en el piso y sujetándose el abdomen, a su lado Justin tapándose la boca para ocultar la risa y tras ellos Bayron con los brazos cruzados y el ceño fruncido. –Definitivamente, esos hijos de ustedes están locos todos –expuso Bayron, antes de girar y retirarse de allí.Renán se había dedicado a ayudar a las niñeras a levantarse, una
El regreso a casa fue silencioso, cada uno de los padres de Maia iba sumido en sus pensamientos por el comportamiento de su hija, ambos estaban de acuerdo en acudir a la ayuda profesional al mismo tiempo que pedían que la impresión de Renán con respecto a su madre, no fuera un rasgo de la personalidad de la pequeña.Madeleine estaba asustada y Renán preocupado, sin embargo, fueron sacados de su ensimismamiento cuando Mateo se quejó de incomodidad y lo acomodaron entre los dos sobre sus regazos, mientras llegaban a la casa.Apenas entraron fueron recibidos por los seis pequeños que habían quedado en casa. –¿Cómo te sientes hermano? –preguntó Gerald de primero. –Me duele y ahora esto pesa –respondió quejoso Mateo. –Mateo, te ofrezco disculpas, no volveré a jugar tan rudo contigo –manifestó Justin, quien había sido el encargado de empujar la caja desde lo alto de la escalera, siguiendo instrucciones de su hermana. –Pero es divertido, solo d
El matrimonio Viteri-Lawson entró al lujoso y exclusivo restaurante donde los había citado Alberto, él levantó la mano, llamando su atención, apenas los vio, había una mujer frente a él de la que solo se veía su espalda y cabello, aunque a Maddy le pareció familiar, de pronto su acompañante giró y ella reconoció enseguida ese perfil. –¡Kelsey!, qué bueno verte –exclamó acercándose a ella, pero se detuvo sorprendida cuando vio que sostenía a un niño en brazos. –Hola Maddy, entiendo que estés sorprendida…, yo también me alegro mucho de verte, siéntate, estamos esperando a Román y a Sienna también, faltará Edison, él está de viaje, vol&oa
La reunión no se prolongó mucho ya que Alberto y Kelsey debían trasladar algunas cosas del niño a un apartamento que rentaron temporalmente, ya que ella se negó rotundamente a instalarse en la casa de Colomba, él no le insistió, ya que entendió perfectamente su aprehensión con el lugar, así que la llevó al edificio donde se hospedaría y la dejó allí, mientras iba a buscar todo lo necesario para el pequeño.Ese fue un tiempo que Kelsey aprovechó al máximo con su hijo, ya que, en realidad, no había tenido oportunidad de estar a solas con él. Le habló, le cantó, le hizo muchas preguntas que el niño no siempre le contestó claramente, ya que todavía hablaba a “media lengua”, sin embargo, para ella fueron unas horas mágicas.Cuando Alberto llegó, estaban
La visita al pediatra fue extensa, Kelsey hizo muchas preguntas, el doctor se hizo acompañar por una psicopedagoga que le dio una detallada explicación sobre el comportamiento del niño y cómo podía ayudarlo a superar esa etapa, adicionalmente le hicieron una cantidad de análisis como si fuera la primera vez que lo veía un médico, ya que Alberto fue incapaz de informar si su madre se había ocupado de eso. –¿No encontraste ninguna constancia de vacunas o visitas médicas en su habitación? –le preguntó Kelsey. –No había ningún documento a la vista, a menos que los tuviera ocultos en algún lugar que no he descubierto –respondió Alberto.&nb
Maddy no presionó a Kelsey, la observó y sonrió, ella sabía muy bien lo que era estar enamorada y que, en nombre de ese amor, las esperanzas por alcanzar la felicidad nunca disminuyeran, rogaba por un buen final para su amiga, aunque estaba de acuerdo en que debería hacer sufrir un poco o tal vez bastante a Alberto.En el despacho, los amigos ponían al corriente a Edison, quien los llamó desde Portugal, con una excelente propuesta de negocios para Renán. –Amigo, te la debo desde lo de Grecia, así que te llevaré toda la propuesta lista para tu revisión y aprobación, si la encuentras tan conveniente como yo. –No me debes nada Edison, pero sí que acepto nuevas oportunidades, ¿cuándo regresas?&
Madeleine (Maddy) Lawson, corría usando todas sus fuerzas y con la angustia inundando su cuerpo, había recibido la llamada de una vecina a quien le pidió cuidar de su amiga Diane, ya que no se había sentido muy bien y estaba en el último trimestre de su embarazo; lamentaba haber perdido el autobús y no tenía dinero suficiente para un taxi, así que tomó la opción más viable.La acogió en su diminuto apartamento para estar más cerca del hospital; subió los escalones sin detenerse a tomar aliento, llegó jadeando al tercer piso y abrió la puerta bruscamente, encontró a su amiga tendida en el sofá con la vecina colocándole compresas frías en la frente. –Está ardiendo de fiebre –señaló la amable señora. –Llamaré a una ambulancia –anunció Maddy.Los paramédicos le tomaron la temperatura y la presión arterial, antes de colocarla en la camilla para trasladarla al hospital, seguidamente notificaron que llevaban una paciente con 40 grados de temperatura corporal, presión