Queridas lectoras,
Antes que nada, quiero detenerme un momento para hablar directamente con ustedes. Sé que los últimos acontecimientos en la historia han generado emociones intensas: sorpresa, enojo, e incluso tristeza. Y quiero decirles algo desde el corazón: las escucho, las entiendo y valoro profundamente lo que sienten. Cada comentario que dejan me ayuda a conectar más con ustedes, y es un honor que compartan sus pensamientos conmigo.
Ahora bien, déjenme contarles un poco sobre mis intenciones como autora. Lo que acaban de leer no es un simple giro dramático sin sentido. Es mucho más que eso. Es un momento clave que marcará el desarrollo de la trama y los personajes. ¿Recuerdan cuando Domenico apareció por primera vez en el capítulo cuatro? Desde entonces, cada acción ha tenido un propósito, y lo que han presenciado es apenas el inicio de una serie de eventos que pondrán a prueba a nuestros protagonistas. Les aseguro que Lucien no se quedará de brazos cruzados y que Grace tendrá un papel crucial en su propia liberación.
Por eso, les pido un pequeño favor: paciencia y confianza. Mi objetivo como autora es llevarlas a través de una historia que las haga sentir, reflexionar y emocionarse. Cada pieza tiene un lugar en este rompecabezas.
Además, me gustaría invitarlas a reflexionar conmigo. En la vida real, incluso las personas con dinero y poder no están exentas de enfrentar situaciones difíciles o injustas. La riqueza y el estatus no siempre son un escudo impenetrable. Aquí les dejo algunos ejemplos reales que pueden encontrar en internet y que nos recuerdan esta realidad:
El secuestro de John Paul Getty III (1973): Un caso que conmocionó al mundo por la brutalidad de los secuestradores y la reacción inicial de su familia.
El asesinato de Gianni Versace (1997): Una tragedia que afectó a una figura icónica de la moda, mostrando que nadie está completamente a salvo.
El caso de Kim Kardashian (2016): Un robo traumático que dejó claro que incluso las celebridades más protegidas pueden ser vulnerables.
El secuestro de Aldo Moro (1978): Una historia política que impactó a Italia y al mundo entero.
Ahora viene mi parte favorita: abrir el debate con ustedes. ¿Qué creen que pasará después? ¿Cómo imaginan que reaccionará Lucien ante esta situación? ¿Qué harían ustedes si estuvieran en el lugar de Grace? ¡Me encantaría leer sus teorías! Sus opiniones siempre enriquecen esta experiencia y me ayudan a ver la historia desde nuevas perspectivas.
Por último, quiero agradecerles desde el fondo de mi corazón por acompañarme en este viaje. Estoy emocionada por todo lo que está por venir, y espero que ustedes también lo estén. Juntas descubriremos cómo esta historia tan especial llegará a su desenlace.
(P.D.: Malu Aguilar, no estoy enojada contigo. Siempre es un placer verte por aquí, y lo mismo para todas ustedes. Las amo y gracias, gracias por leerme).
Con cariño,
Paulina WC159- PARA MI HIJO. Lucien irrumpió en la mansión como un vendaval. Sus pasos resonaban en el mármol del vestíbulo, pesados y llenos de furia contenida. Su rostro estaba descompuesto: la mandíbula tensa, los ojos inyectados en sangre y las manos temblando, apretadas en puños. Parecía un hombre al borde del abismo, atrapado entre el miedo y la impotencia. Los trillizos, que habían estado esperando en la sala, corrieron hacia él. Sus pequeños rostros estaban empapados de lágrimas, y sus voces temblaban al unísono. —¡Papá! —Emma fue la primera en lanzarse a sus brazos, sollozando. —Dijeron que se llevaron a mamá... ¡Tienes que traerla de vuelta! —James casi no podía hablar de lo mucho que temblaba. —Prometiste que nada malo le pasaría. ¡Prometiste! —Olivia lo miraba con los ojos brillantes de llanto y desesperación. Lucien se detuvo en seco, sintiendo que algo dentro de él se rompía. Se agachó ante sus pequeños, envolviéndolos en un abrazo apretado. Inspiró hondo, controlando el nud
C160- TU FUTURO ESPOSO.COSTA BLANCA/ ESPAÑA.La villa era imponente, una construcción de piedra blanca que brillaba bajo el sol español. Desde la ventana de su habitación, Grace observaba a los hombres armados que patrullaban. Caminaban en parejas, atentos, con rifles colgando de sus hombros y miradas frías que no dejaban pasar nada por alto.Había cámaras instaladas en cada rincón, pequeñas pero evidentes, como si quisieran recordarle constantemente que no tenía privacidad, que estaba siendo vigilada. Habían pasado dos días desde que Doménico la había llevado allí, y la incertidumbre comenzaba a pesarle.Grace apoyó una mano en el marco de la ventana y cerró los ojos un momento. Pensó en los niños, en Emma, James y Olivia, y una punzada de dolor le atravesó el pecho. Imaginó sus caritas preocupadas y la forma en que la llamaron en la iglesia.Y luego pensó en Lucien.Sabía que él no se quedaría de brazos cruzados. No era su estilo. Él haría algo, estaba segura. Lo conocía demasiado
C161- NECESITO VOLVER.El jet privado aterrizó suavemente en la pista privada del aeropuerto de Chicago. Cuando la puerta del avión se abrió, Lucien bajó los escalones con paso firme, apenas pisó tierra, un auto negro lo esperaba con el motor encendido. Un hombre con traje oscuro abrió la puerta trasera sin decir una palabra. Subió sin hacer contacto visual y se acomodó en el asiento y mientras el coche avanzaba por las calles. Las luces parpadeaban en sus ojos, pero su mente estaba en otro lugar, al día de su boda. A Doménico llevándose a Grace, sus hijos llorando, al caos en que se habia convertido el día más feliz de su vida.Él había investigado, claro que sí. Había seguido cada pista, cada rastro, pero todo terminaba en callejones sin salida. Y en algún momento, tuvo que aceptar que no había nada. Y por eso Grace… Grace le fue arrebatada.El pensamiento de ella lo golpeó como un puñetazo en el estómago. Cerró los ojos por un momento y apretó los puños sobre sus rodillas. La culp
C162- UN TRATO ES UN TRATO. Grace se quedó congelada después de escucharla. —¿Estás loco? —soltó, su voz temblando entre incredulidad y rabia—. ¡Tu hijo… él… él…! —Está en coma —respondió Doménico con frialdad—. Lo sé. Lo he sabido durante estos malditos siete años.Grace tragó saliva al escuchar el tono cargado de ira en su voz. Doménico dio un paso hacia ella, luego otro, deteniéndose a pocos metros de distancia. —¿Quieres saber qué trato hicimos tu padre y yo? —preguntó, con voz gélida—. ¿Quieres saber por qué íbamos a casarnos? —¡Él no es mi padre! —replicó Grace al instante, levantando la barbilla con determinación—. William Bradford no es mi padre. Mi padre es… —Sí, sí, ahórrate la explicación, muchacha —la interrumpió con un gesto impaciente—. Estoy enterado. ¿Por qué crees que me acerqué a Alexander? Te he estado buscando por mucho tiempo, Grace, hasta que finalmente di contigo.Un escalofrío le recorrió la espalda al escuchar esas palabras. Doménico sonrió al notar su re
C163- SUMISIÓN FINGIDA.15 DÍAS DESPUES…El cuarto parecía más denso con cada minuto que pasaba y la mente de Grace seguía aferrándose a los recuerdos.A Lucien.Sus hijos.¿Estarían bien?Su corazón se debatía entre la esperanza y el miedo.La puerta se abrió de golpe, haciendo que levantara la mirada con un sobresalto. Su cuerpo se tensó, esperando ver la figura imponente de uno de los guardaespaldas, pero en su lugar, apareció una mujer mayor, con el rostro surcado por la preocupación. Era el ama de llaves. En sus manos llevaba una bandeja con comida que dejó con cuidado sobre una mesa cercana.—Debes comer algo, señora —dijo la mujer, su voz temblando de compasión—. Si te desmayas, no habrá nadie que pueda ayudarte.Grace la miró con desconfianza, sin mover un músculo hacia la comida. Su voz salió débil, pero cargada de firmeza.—¿Por qué te importa? Todos aquí sirven a Doménico. ¿Por qué arriesgarte?El ama de llaves se acercó a la cama, dudando por un momento antes de responder.
C164- TRAERLA DE VUELTA.Grace avanzó por el pasillo como una sombra, con el corazón latiendo tan rápido que parecía que todos podrían oírlo. Cuando finalmente llegó a la puerta entreabierta, se detuvo un instante para escuchar.Silencio.Un alivio momentáneo la recorrió, pero no era suficiente para calmar los temblores en sus manos.«Es ahora o nunca» antes de empujar la puerta con cuidado, apenas lo suficiente para deslizarse dentro. Allí estaba, sobre el escritorio: el teléfono fijo, su única conexión con el mundo exterior y Lucien.Grace cerró la puerta tras de sí, dejando un pequeño resquicio para escuchar cualquier movimiento en el pasillo. Sus dedos temblorosos levantaron el auricular mientras sus ojos se clavaban en el teclado numérico.«Lucien... por favor, contesta»Marcó el número que conocía de memoria, sus dedos moviéndose con una mezcla de prisa y miedo. Y cuando el primer tono comenzó a sonar, sintió cómo su pecho se contraía.—Contesta, mi amor...por favor... —susurró,
C165- A CASA.ESPAÑA.Grace se quedó paralizada, el auricular todavía temblando en su mano. La mirada de la ama de llaves era intensa, como si pudiera atravesarla con solo sus ojos. Por un momento, el silencio entre ambas fue tan pesado que parecía llenar toda la habitación.—Cuelga el teléfono —ordenó la mujer.—Por favor... —susurró Grace, con los ojos llenos de lágrimas—. Te lo ruego…La ama de llaves dio un paso hacia ella, cerrando la puerta con cuidado. Su rostro no mostraba ni enojo ni compasión, solo una neutralidad inquietante.—Si te descubren ahora, no habrá segunda oportunidad. Doménico no es tonto —su voz era un susurro afilado, las palabras cayendo como un balde de agua fría sobre Grace.—¿Qué? —Grace sintió cómo el miedo la envolvía por completo.La mujer se inclinó hacia ella y bajó la voz para no ser escuchada.—Te he estado observando. Y sé lo que intentas hacer. Pero si no eliges el momento correcto, no solo tú pagarás el precio, sino también yo.Grace tragó saliva,
C166-¿QUIÉN ES ELLA?El ama de llaves de la mansión Abbadelli miró hacia los lados, asegurándose de que no hubiera nadie cerca. Cuando confirmó que el pasillo estaba desierto, hizo una rápida señal a Grace para que entrara en la oficina donde estaba el teléfono.—Ahora, entra rápido —susurró con urgencia.Grace salió de las sombras, con la respiración entrecortada y sus manos temblando ligeramente.—Gracias... —murmuró.—No me des las gracias, solo date prisa —replicó la mujer, mirando de nuevo hacia el pasillo vacío con una expresión tensa.Grace no perdió tiempo. Se dirigió al teléfono antiguo que descansaba sobre el escritorio de la oficina. Sus dedos temblorosos marcaron rápidamente el número de Lucien, rogando en silencio que él contestara.En otro lugar, Lucien estaba sentado frente a una mesa larga; a su lado, Enzo observaba en silencio, mientras un grupo de hombres de aspecto rudo discutía en voz baja. Eran los exmilitares que habían contratado.—La mansión de Doménico está fu