Cap. 22: SIGA VINIENDO Guzmán resopló y viendo con incredulidad a su jefe dijo—: No golpeé a la señora Isabel, ella salió en carrera vociferando molesta y cuando iba a detener a un taxi que pasaba giró la cara sin ver el poste y se dio un golpe, yo sólo la ayudé a llegar al coche. —¿Qué vociferaba antes de golpearse? Guzmán se mesó los cabellos mirándolo dudoso. —¿QUÉ DIJO? —le gritó Ricardo exasperado. —Es mejor que no lo sepa, no le va a gustar nada... —¡HABLA YA! Ella dijo—: “¡ERES UN CABRÓN, RICARDO DEL HOYO!… Esto te pasa por andar asando dos conejos a la vez —Guzmán repitió imitándo el tono de voz de Isabel—. ¡Jefe, no se enoje! Inesperadamente su jefe no perdió la compostura, se quedó calmado. —¿Y ahora que hacemos, jefe? —Susurró Guzmán, viendo a la mujer como dormida. —¿Qué hacemos? ¡Llevarla al hospital, que la vea de inmediato un médico! No puedo perderla ahora que volví a encontrarla. ¡Vamos, apresúrate! Tras confirmar que Isabel estaba bien, Ricardo pid
Cap. 23: JUEGO GANADO —A mí me gusta el día de campo —dijo Maiara —A mi también —secundó Marcus. —A mi no —dijo Ricardo rotundo—perdimos en el futbol con papá el año pasado. —¿Por eso no quieres tu ir? —Marcus, ¿no te da rabia? El otro equipo tiene un goleador, el papá de Santi, ellos juegan con su papá, nosotros jugamos solos. Yo le iba a pedir a papá que fuera a jugar con nosotros, pero le dijo a mami que tenía una reunión importante mañana en su trabajo. Sentí como si me respondió a mí. Sólo lo pensé… Ricardito ahogó sus palabras a punto de llorar. Ricardo sintió que su corazón se exprimía, sus ojos se aguaron y cuando se iba a levantar, alguien lo detuvo, al volverse, era Guzmán y se hizo un cierre en la boca agachándose con él. —Maiara tienes que convencerla —Repitió Ricardito, después de recomponerse. Los tres corrieron hacia donde había ido el avioncito y Guzmán ayudó a levantar a su jefe, entonces le dijo: —Jefe, usted no puede faltar a esa reunión mañana. —Nada
Cap. 24: BESOS —Adelante, Alberto, ¿Cómo estás? —dijo sonrojada. —Pasé a dejarles las galletas a los niños, “como todos los días”. —Buenas tardes —dijo Ricardo, mesándose los cabellos—. Tengan los pasteles, era sólo para hacer molestar a su mamá. —¡Ah, papi! Pero tú querías abrazar a mami… —Isabel volvió a enrojecer. Ricardo se levantó algo incómodo y enojado con la situación. —Ya me voy Isabel, tengo que regresar temprano a Madrid, aún hay cosas que hacer en la constructora. Recuerden que los amo, a los tres y a su mamá también. Les dio un beso en la mejilla a cada uno y después bajó las escaleras, Isabel sorprendida y confundida se quedó dubitativa en medio de la sala, pero entonces… —Mami, acompaña a papi hasta el auto —Ricardo oyó y terminó de bajar lento—, mira que tío Alberto se queda con nosotros ¿Verdad tío Alberto? Isabel sonrió con una mueca a Alberto y corrió escaleras abajo. —¡Ricardo! —lo llamó y él se volvió sonriendo ladeado. « Otro gol de mi equipo »,
Cap. 25: REUNIÓN —Ella debe resolver esto sola, sé que no quiere nada de lo que está pasando, pero no debo irrumpir e imponerme.—Caminó de prisa a su auto, antes de que la razón fuese vencida por los celos y la ira. Se vuelve a mirar a la casa de Isabel con ojos endiablados. Golpea con fuerzas el volante y luego lo gira repentinamente para orillarse, el poderoso CEO estaba a punto de explotar—: ¡Maldito imbécil! —Lo vio venir por el retrovisor del auto, viene presuroso y con la cara roja… Ricardo sale del descapotado a toda velocidad y se le atraviesa en el camino, parándosele al frente, así quería tenerlo, lejos de los ojos de Isabel y de sus hijos. —¿Me viste verdad? —le gruñe. —Permiso, señor constructor. —¡Escoria! Claro que me viste y por eso lo hiciste —Seguido le da un puñetazo en la mandíbula y lo manda al piso. —¡Levántate, imbécil! —No soy hombre de violencia, por favor—dice Alberto sobándose la mandíbula. Ricardo lo ve tirado en el piso, todavía la mejilla h
Cap. 26: EL PERRITO – PARTE I Ricardo llegó a la mansión con sus hijos, antes de irse le había explicado a Blanca que ellos vendrían y les mandó a preparar una habitación para los tres y ya había solicitado una niñera en la agencia.Los dejó con la niñera en el jardín donde estaban los columpios, fue al despacho y llamó a Guzmán.—Ya estoy en la casa, los niños están conmigo, ¿qué información me tienes?—Esta lista la foto. Se la hago llegar de inmediato. —¿Qué dijo el abogado del vestido?—Ah, el atelier le reintegrará el primer pago, pero se mantiene firme en que el segundo pedido lo hicieron a nombre suyo y está pidiendo la grabación a la empresa telefónica.—¿Qué has sabido de la averiguación en Francia?—Los datos que tenemos de ese hombre son falsos, así que por ahí podemos ya saber a qué se dedica.—¡Maldito asqueroso! Sólo necesito que me diga quién le pago, porque eso confirma que es una escoria tramposa y farsa.—Señor, yo pienso que no debimos despedir a los hombres
Cap. 26: EL PERRITO – PARTE II Los niños estaban en la ventana y el perro saltaba ladrándoles desde afuera, con el cuello erizado, indicio claro de que estaba embravecido.Eneida transformó su rostro al ver los niños en la ventana, sólo verlos supo de inmediato que eran los hijos de Ricardo, eran idénticos al niño de los álbumes fotográficos que tenían sus padres. Se paró en medio de la sala, con el perro agarrado por el collar. —¿Quiénes son ustedes, escuincles? Ricardito sintió que la sangre le hirvió al oír que les llamaba así. Se levantó enseguida. —Oiga, espere, ¿a quién se dirige de esa forma? ¿Acaso es a nosotros? —¡WoW! Muy respondoncito tú, ¡¿eh?! Claro que es con ustedes, ¡escuincles! —Cuide sus palabras, señorita, porque no sabe a quién le habla. Yo no sé quién es usted, pero si sé quiénes somos nosotros, y quienes son nuestros padres. Y no le va a gustar cuando yo le diga que mi padre es el CEO Ricardo Del Hoyo, el dueño de todo esto. —Mira muchachito… —Eneida
Cap. 27: ¡ MAMI FURIOSA!—Marcus, hijo, mírame, soy yo, tu papi, ya el perrito se fue. Ven acá hijo —Marcus soltó la manilla y Ricardo lo alzó en brazos. Estaba en estado de Shock, su rostro pálido, mientras que sus manitas le temblaban.Ricardo lo apretó contra él, sacó sus manitas y las apretó en las de él.« Dios mío, ¿Qué estoy haciendo con mis hijos? Aquí tiene que estar su mamá con ellos también… Estoy seguro que si ella hubiese estado aquí no pasa esto, las madres son precavidas. Yo lo sé por la mía, siempre anticipan el peligro y lo evitan mayormente »—Ya pasó hijo, tranquilo. Ya se fue el perrito, mi amor, mírame, papi esta aquí, no pasa nada hijo…Ricardito se acercó a su papá, él en realidad estaba más calmado, pero aún con la impresión de los minutos horribles que vivió.—Papi, él se pone así cuando se asusta, pero ya se le va a pasar. Marcus lloró en el hombro de su papá, que se agachó y alzó también a Ricardito—No papi bájame yo puedo subir solo —le decía Ricardito.R
Cap. 28: ¡JAMÁS, COMO A MI! Isabel estaba ya con la voz quebrada, ya su razón estaba a punto de abandonarla en su desesperación.—Ricardo ponme a los niños, pónmelos. Y hazme el favor, Ricardo envía a quien sea a buscarme a primera hora mañana, yo necesito ver a mis hijos, a todos.—Ya los vas a ver, pero Isabel ellos están bien… Sólo fue algo que yo no pude evitar y que no pasó a mayores. Lo siento, les he pedido perdón de mil formas a mis hijos, ¿crees que no estoy mal con todo esto? Pues sí, me siento fatal, cuando pienso que pudo ser peor quiero morir de sólo pensarlo.—¿Dónde estabas? ¿Por qué no estabas con ellos? Pásame a mis hijos, quiero verlos.—Yo estaba con ellos durmiendo, Marcus salió de la habitación porque está lloviendo y quiso meter el perrito para adentro.—Ricardito lo siguió, ¿verdad? ellos dos se presienten todo. Pásame a Ricardito, por favor… —la pobre Isabel estaba pálida, ya comenzaba a temblarle la voz.Ricardo se puso muy triste porque sabía que ahora s