Cap. 108: GARRASRicardo se volteó con la mano de la mujer sujeta, con brusquedad la apartó de él.—¿Qué signica esto, Dana?—¡Ricardo, tú me gustas, me gustas mucho! —le respondió.La mujer se acercó a él y hábilmente se asió a su cuello, pegándose a los labios de Ricardo, quien quedó sorprendido por la acción tan repentina de la mujer.Su reacción fue tratar de alejarla pero ella se apretó más a él. Forcejeó, pero las afiladas uñas de ella le rozaron el cuello, entonces él, dejó caer sus manos a sus costados y la dejó hacer. Cuando se soltó, Ricardo sacó una servilleta de uno de los estantes altos y se limpió con rudeza los labios. Después se volvió a ella.—Lo siento Dana, pero no necesito de este tipo de relaciones.Se dio la vuelta limpiándose los labios aún y caminó a la puerta, el gesto de repugnancia en sus ojos y en su boca fue captado por la mujer. —¡Eres un estúpido Ricardo! ¿Cómo te atreves a despreciarme y a mirarme de esa forma? —Masculló Dana, cargada de ira, pero
Cap. 109: CUIDARHerman sale apresurado de la casa y sube al auto. Dana viene detrás de él, este está sentado frente al volante, en cuanto sube Dana, se van. Apenas salen de la villa, Dana le grita:—¡IMBÉCIL! —se encima poniéndole el bolso en la cabeza repetidas veces—. ¡ERES UN INÚTIL! Te digo que entretengas a Isabel y lo que haces es exponerme ante ella. ¡Bueno para nada!El hombre gira el volante para orillarse, ya que Dana esa furiosa y no lo deja conducir.—Dana, no pude hacer nada. Ella es una mujer decente. Ni siquiera me tomó en cuenta, sólo fue cortés y amable conmigo. No esperes nunca que ella caiga en eso. —Tú —le abrió sus ojos como platos —no vas a recibir más dinero de mi hasta que realmente hagas lo que te ordeno —se volvió bruscamente y con el mismo bolso se abalanzó sobre él, dándole en la mitad superior de su rostro, enrojeciéndosele inmediatamente.—¡Dana, Dana! ¡Ya!Ella lo empujó a la puerta.—¡Bájate!¡Sal de mi auto!—¡Dana, por favor, ¿Me vas a deja
Cap. 110: NADA QUE TEMER—Mujer… ¡¿Lo cuidas tanto que lo sigues aquí?! —Dana blanqueó los ojos.Isabel se levantó de inmediato y Ricardo también.—Te lo voy a decir sólo por esta vez —le dijo Isabel, con una amplia sonrisa—, aquí soy la arquitecta encargada. Y con respecto a lo otro, creo que quien debe cuidar a su marido eres tú, así no estaría en ese estado… ¡Permiso! —y acercándose a Herman le susurró:—Creo que se dio fuerte… ¿O le dieron? —Herman bajó la cabeza—. Espero mejores pronto. —Tuvo un accidente esta mañana en la autopista. Eso fue todo —argumentó Dana — luego, apenada agregó—: ¡Sólo bromeaba con ella!Isabel, al entrar en su oficina llamó a Ricardo.—Necesito irme a buscar a Brizna ¿Recuerdas? —Claro, quedaste de acompañarla hoy a la Oxford.—Sí, ¿Puedes llamar a Santiago para que venga por mí?—No, lo tengo en un trabajo hoy. Ven a buscar las llaves del auto, luego me recoges.Isabel fue por las llaves de inmediato, pero para chocar a la fiera, que ahora estab
Cap. 111: OBSESIÓN Ricardo se quedó en su oficina, cuando Isabel lo llamó estaba atendiendo a unos contratistas. —Permiso, es de mi casa y parece ser urgente. Salió al pasillo a atender. —¿Qué sucede? —Ricardo un hombre me arrancó de las manos mi cartera, forcejeó conmigo y se la llevó. —¿Te hizo algo? ¿Estás bien? —Si estoy bien, el centinela lo vio y lo persiguió y el hombre tiro mi bolsa en el camino, pero se llevó las llaves del auto. —¿Pero te atacó a ti? —No, yo estoy bien. —Brizna estaba contigo, ¿ella está bien? —Sí, el hombre vino a mí, no se metió con Brizna, sólo me atacó a mí. —¿Dónde estás ahora? —En el atelier, no tenemos las llaves del auto y está aquí aparcado. —Espérenme allí, salgo para allá en un momento, déjame sacar las llaves de la caja fuerte y te voy a buscar. Espérenme allí. Ricardo llamó a su asistente: —Santiago, ¿Aún estás en mi solicitud? —Sí, señor. En unos instantes me lo entregan. —Me los llevas a mi casa. Ricardo entró a la sala d
Cap. 112: FANTASMA OCULTOIsabel jaló a Ricardo y se lanzaron al piso por el costado de la cama contrario a la puerta, envolviéndose con la cobija encima.Ricardito se quedó parado en medio de la habitación y vio el movimiento de la cabeza de su mamá debajo de las sábanas. Salió sigiloso…—Hermanos, mami y papi están jugando al fantasma oculto y tienen puestas las sábanas encima.—¿Mami y papi, estaban jugando ellos dos al fantasma oculto? —preguntó Maiara, con sus expresivos ojos azules como platos.—Sí —responde Ricardito—, estaba mi mamá detrás de la cama, yo vi su cabeza alzarse cuando entre y oí a papi reírse, pero no lo vi, así que mi papi era el fantasma oculto y mami quien lo busca. Ellos no me vieron, yo salí de inmediato.—Pero, mami siempre jugaba con nosotros al fantasma oculto cuando vivíamos en el puerto, a lo mejor nos fueron a invitar y estábamos dormidos —dijo Marcus.—Hermanos, yo creo que mejor nos vamos a dormir y mañana les decimos que la próxima vez nos inv
Cap. 113: UN SOBRE Días después, estaban desayunando antes de irse a sus quehaceres diarios, los niños ya estaban listos para irse al colegio. —Papi, una pregunta —soltó Maiara—. ¿Qué quiere decir “intimidades de esposos”? Porque ustedes duermen juntos, y ustedes son esposos. Tía Brizna duerme con tío Guzmán y ellos todavía no son esposos. ¿Qué hacen ellos en su cuarto siempre solos? Brizna iba a su misa antes del matrimonio, así que Iba llegando a la mesa. —Buenos días. ¿Maiara, sueles hacer ese tipo de preguntas? Deberías ser investigador privado. —Sí, así dicen en el cole mis maestros… —Te respondo: los novios que ya se van a casar como Guzmán y yo, tenemos que ponernos de acuerdo en muchas cosas, por ejemplo: ¿Dónde vamos a vivir? ¿Cuántos hijos tendremos? ¿O cuándo visitaremos a nuestros papás? Y otras cosas, además, estamos juntos en esa habitación porque aquí no hay más. —Entendimos tía, gracias —dijo Ricardito y mirando a Ricardo continuó—: ¿Y las intimidades de ca
Cap. 114: MÁS VISITAS Eneida esta frente al psicólogo que la está tratando. —Eneida ubícate en el momento en que llegas a la familia Del Hoyo. El momento en que Marcos te lleva a su casa. Búscate para ese momento, tienes 10 años —le dice. Eneida cierra los ojos y niega. —No quiero, Eneida no quiero —el doctor frunce el ceño. —Óyeme, Estás llegando con Marcos a la mansión Del Hoyo. Mira el jardín. —No, no. No quiero entrar, no quiero ver el jardín —sus manos le levantan y cubren su rostro y se le oye exclamar—. ¡Papá no! ¡No más! ¡No lo hagas por favor! ¡Está bien, lo haré, te prometo que no te desobedeceré más... ¡Haré lo que me dices! El doctor le toma las manos. Esta trémula y su rostro denota temor. —¡Estás bien, Eneida! Tranquila. Vuelve aquí ahora, no te esfuerces más. regresa conmigo, con Marcos. Estamos aquí contigo. Después de oír varias veces al doctor decir lo mismo, Eneida vuelve a su momento actual y suelta en tono desesperado: —¡MARCOS! Sus ojos están de
Cap. 115: ¡AYÚDAME!La chica se acercó a Isabel y mirando a la mujer que a su vez las miraba, le dijo:—Es la esposa del señor Ali Amin, el presidente de la hotelera Marroquí que les contrató para el proyecto en Tánger.Isabel se volvió a verla y la mujer tenía su mirada fija en ella, sin embargo, bajando la cabeza asintió en saludo.Isabel se sentó junto a ella.—Buenos días, en realidad no sé quién es usted, sé por la recepcionista que es la esposa del señor Amin, quien nos contrató, pero a usted la vi el día que fui a los terrenos en Tánger. ¿Puede decirme personalmente lo que contenía aquél sobre?La mujer le habló en un susurro.—Por favor ayúdame. Soy prisionera de ese hombre… Ayúdame a escapar de él.—¿Perdón? ¿Quién eres? ¿Cómo sabías que el niño es Marcus y no su hermano que es idéntico? ¿Dime quien eres?En ese momento Ricardo salió conversando con el señor Amin, que vestía también con su traje de túnica larga, blanco y negro y el tradicional Kufiyya en la cabeza. El