CAPÍTULO 05

"Los Cazadores y el pacto."

Angy.

—La muerte ¿supones?— indaga la mujer con cierto tono de fatiga— Creo que no comprendes muy bien tu situación. Nadie, repito. Nadie es capaz de pasar el puente entre el más allá y el infierno hasta llegar aquí.

Marco asiente fascinado como si lo que está escuchando fuera algo nunca antes visto. Marcus, mira a su padre y este le devuelve la mirada dejando muy en claro que existe un misterio extraordinario en todo esto de mi llegada.

Respiro profundo, llenando mis pulmones de aquella hediondez que está comenzando a penetrar las paredes. Un grito áspero se escucha a lo lejos y ahogo las ganas de salir a esconderme bajo la mesa, Máximo y Marta miran por sobre su hombro a la ventana del fondo que a duras penas y deja verse por la luz de la luna.

Marcus se levanta y estira su mano en la dirección en la que me encuentro, siendo así el espectáculo de las otras tres personas en la habitación.

—Hora de irnos. — Dice, cómo no tome su mano a la fuerza jala de mi antebrazo haciéndome gruñir —cuando te diga algo, haces caso ¿o quieres morir?— susurra por lo bajo cerca de mi oreja causando un escalofrío que lo hace bufar.

—No tienes que ser tan rudo— gimo por el dolor que me está causando mientras vamos escaleras arriba, percatándome de aquella ventana que se asoma a la calle en una especie de balcón sellado.

Extraña casa, con una rara arquitectura y diseño.

Marcus se gira y deja de jalarme, dirige su mirada en la misma dirección en la que veo yo y hace una mueca exasperado.

— ¿Quieres ver?— me ve por el rabillo del ojo sin ninguna expresión.

—Sí. — Respondo a secas, ocultando la alegría de saber que le importo un poco.

—Bien. Pero no grites ni sufras de un colapso por lo que veas. — Camina delante, imponiendo autoridad en su hogar algo que no es necesario dado que tiene mucha ventaja aquí.

La ventana está limpia pero eso no da más claridad a las afueras. Todo sigue igual a como el primer día que caí del cielo, la oscuridad acecha cada esquina y los árboles blancos pero con un gran detalle que se encuentra en medio de la carretera.

Dos enormes y peludos animales despellejan otro más pequeño.

—Cazadores. —Responde antes de que pueda abrir la boca— Esos dos enormes lobos plateados son cazadores, del linaje puro de uno de los fundadores "Barto".

—No entiendo este mundo, ¿Qué ese tal Barto no es o era parecido a los humanos?—asiente.

—Sí. Y esos que vez —señala a los lobos quienes luego de terminar se van corriendo calle arriba—También lo son, solo que están en su forma salvaje una en la que solo los oscuros de sangre pura pueden transformarse. Antes solo lo hacían una vez cada cinco meses, pero desde que su líder enloqueció están más hambrientos, sedientos y con mucho odio.

Toma mi mano con fuerza y vuelve a tirar de ella para llevarme a su habitación.

—¿Qué tipos de animales comen?— Se detiene en seco y me mira con una ceja alzada.

—Tu mirada es muy pobre, típica humana. — Su sonrisa socarrona sale a lucirse y sus dientes se vuelven afilados—No comen animales, sino Oscuros de linajes mezclados... Esos que más que tener fuerzas por tener sangre de demonios y oscuros, son tan débiles como los tuyos.

La mano que tiene entre las suyas, la muerde con maldad haciendo que grite y sienta un dolor tan penetrante que derramo lagrimas por ello. Veo como la sangre brota y cae manchando las alfombras que cubren el suelo, grito y grito hasta que empiezo a sentirme mareada.

Marco sale de entre las sombras riendo maquiavélicamente, Marcus para y lo ve con molestia.

—Qué lindo, los novios realizando pactos de sangre. ¿Qué sigue? ¿Procrearan aquí o esperaran hasta la luna de sangre para que sea un monstruo sin alma como nosotros?— El mayor lo toma por el cuello pegándolo a la pared, caigo al suelo de rodillas tratando de recuperar fuerzas y cuando acerco la mano herida para ver qué tan grave fue quedo un poco confundida.

No tengo absolutamente nada en ella, es como sí nunca la hubiera mordido con sus dientes ni arrancado la piel como lo hizo.

—¡Mírala! esta confundida —Ríe Marco divertido, Marcus lo suelta y me toma del antebrazo levantándome. — Deberías explicarle lo que acabas de hacer, digo, antes de que se desmaye por la confusión.

—¡Cállate!— vocifera molesto y me apego a la pared, alejando mi cuerpo en los más posible de él. Evitando que pueda volver a morderme como hace un momento, el pelo blanco no siente lástima alguna por mí y en cambio agarra mi cabello jalando hasta llevarme dentro de la habitación entre gritos y protestas.

Cierra la puerta con fuerza y enojado me empuja logrando que pegue la espalda a la pared, gimo por el dolor pero no le doy el gusto de verme sufrir. Pongo la mejor cara de poker y él ríe, luego a una velocidad sin igual coloca ambos brazos alrededor de mí, aguanto la respiración del asombro y a Marcus parece gustarle porque medio sonríe.

—Ahora y siempre serás mía. — Levanta su mano derecha y en ella unas marcas negras se mueven como gusanos dentro de la piel— El pacto está completo. — Dice colocando su mano sobre mi ojo, justo al momento que una de esas marcas sale disparada y entra provocando que pierda la visión por segundos.

— ¿¡Que me hiciste Marcus!?— grito.

Pero no obtengo respuesta más que su risa maquiavélica y sus brazos extendidos hacia el cuadro. Cierra los ojos y respira profundo para luego encender velas que aparecen de la nada, de color plateado y con palabras escritas en ellas.

—Verás que traeré un descendiente lo suficientemente fuerte para nuestro linaje, en tu honor Allek.

Las puertas rechinan, las velas se apagan y las luces se van con ellas, las ventanas suenan como si las golpearan y la cama de Marcus es azotada de un lugar a otro.

¿En qué carajos me ha metido este ser?

Uno de los vidrios se rompe y sale volando en dirección a donde estoy, el pelo blanco lo ve y sale a salvarme, cayendo ambos al suelo antes de que el pedazo de vidrio roto atravesara mi abdomen.

—Está bien, eso no debía haber pasado. — Susurra su error, pero no parece tener ganas de explicar que sucede.

La puerta se abre y sus tres familiares entran presos del pánico.

—No... No... ¡No!—se escucha a lo lejos, Marco arroja dagas a la pared y es cuando de las sombras alguien sale y salta por la ventana.

Los padres de ambos chicos corren tras quien sea y se convierten en lobos gigantes al atravesar el marco de la ventana rota, el hermano menor de Marcus grita palabras en otro idioma mientras levita y cierra el agujero con sombras que se vuelven cristalinas conformes toman la forma del objeto que hasta hace poco estuvo allí.

—Me parece que harás un caos con tú estadía— comenta al caer en el suelo.

Trato de quitar de encima de mí a Marcus pero me es imposible, busco su rostro para hacer que entre en razón y me deje salir, pero quedo petrificada. Sus ojos son dos pozos sin fin, su rostro está cubierto de manchas negras y parece no estar aquí, junto a nosotros.

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