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Capítulo 5

Annie.

Es increíble la poca empatía que tienen las personas cuando no se trata de sí mismo, si fueran ellos la buscarían hasta debajo de las piedras. 

Después de aquel ataque, dónde en la plaza central del pueblo se mostraron tres guardias decapitados y comenzará un caos, las personas comenzaron a empacar e irse del pueblo, dejando nuestra pequeña nación. 

Los nuevos reyes, los cuales fueron coronados horas después de lo sucedido, no han salido del palacio a tranquilizar al pueblo, simplemente optaron por aumentar su protección, toda la nobleza está trasladándose al palacio, los sirvientes no pueden salir y aparte de la nobleza y guardia real nadie puede entrar.

Es tan triste ver que no importamos, a los monarcas les da exactamente lo mismo si alguien muere mientras produzcamos cosechas, paguemos impuestos y estemos callados. 

Mientras produzcamos para ellos todo está bien, que decepción me da mi nación.

Los estruendos vuelven a intensificarse junto con los gritos.

—Hija, cierra todo—ordena mamá. 

—¡Lo sabía! Yo escuché a aquellos guardias decir que se aproximaba una guerra—grita Lucrecia.

—Lucrecia, guarda silencio—mamá la reprende. 

—Cierren todo, miraré cuántos insumos tenemos en la alacena del almacen—dice mamá y se marcha. 

—¿Crees que el rey Thirwall nos asesine a todos?—pregunta Lucrecia. 

—No lo creo—respondo, se sabe que es un tirano, cruel, sediento de poder, pero no diré eso a Lucrecia.

—Se dice que es un tirano, no perdona a nadie, sin importar, cuando sentencia a una familia, lo hace con todo y el legado de esa familia hasta acabar con ellos. 

—Lucrecia, no tienes que hacer caso a todo lo que dicen, el rey Thirwall no creo que sea tan malo como lo pintan. 

—Annie, recuerda que se apoderó de cuatro Naciones, le ha declarado guerra a Stontalin, tenemos que huir por culpa de él, ¿aun crees que no es tan malo?—cuestiona.

—Lucrecia, ya no digas más—digo y guarda silencio se gira caminando a nuestra pequeña sala. 

Me preocupa mi familia, somos vulnerables para ser atacadas, en la guerra no importa si mueren inocentes, con tal que el invasor gane. 

Camino hacia nuestra pequeña sala, junto con mamá y Lucrecia, dormiremos aquí. 

—Vamos a dormir, mañana será un nuevo día, todo estará bien—mamá trata de tranquilizar a Lucrecia quien se mueve inquieta alrededor de la sala. 

—Mamá...—calla de golpe al escuchar golpes en la puerta. 

—Niñas de tras de mi—mamá nos toma y pone a sus espaldas. 

—Lucrecia, corre a la cocina toma un cuchillo y escóndete en el vacío del piso donde papá guardaba cajas de herramientas—ordeno y me mira, alterna su mirada a mamá. 

—Lucrecia hazlo, corre—pide mamá y Lucrecia sale corriendo. 

Los golpes comienzan a hacerse más fuertes, parece que los golpes y gritos son uno solo, ya que como aumentan los golpes,  afuera aumentan los gritos. 

—Cariño…—la corto.

—No mamá, estaremos bien. 

La puerta es tirada y ambas nos congelamos al ver a la persona que está ahí parada, luciendo un limpio traje elegante.

—¿Dónde está? —pregunta.

—No sé de qué hablas—respondo. 

—¿Ah no?—enarca una ceja y se acerca—¡¿Dónde está Lucrecia?! 

Mamá se queda aún helada viendo a la persona que está frente a nosotros, incapaz de salir de su gran impresión. 

—¡No te lo diré!—grito.

—¡No quieras jugar conmigo Annie que no sabes de lo que soy capaz!—ataca acercandose peligrosamente.

—¡Pues demuéstralo! No tienes ningún derecho de venir a mi propia casa, mi hogar—enfatizo cuando digo mi hogar viendo como se transforma la cara de Analí— para amenazarme. 

—Tengo más de derecho que tú.

—No Analí, todos tenemos los mismos estúpidos derecho solo por ser humano, nuestro derecho es natural mételo en tu estúpida cabeza—tomo aire y continúo— así que hazme el gran favor de ¡irte de mi casa!

—No me iré de aquí sin Lucrecia—dice en tono autoritario.

—Analí, hija—mamá no sale de su asombro.

—Nunca vuelvas a decirme asi—enfrenta a mamá, la mira de arriba abajo y hace una mueca—para ustedes soy Lady Montgomery.

—Ve a imponer en otro lado, aquí no vuelvas a perturbar nuestro ambiente—la enfrento.

—Eres una tonta en verdad, estamos bajo amenaza, no puedes proteger a Lucrecia, deja tu maldito orgullo de lado y has que se vaya conmigo, tengo los medios para que reciba buenas tutorías, un buen prospecto para que la acorteje y estará protegida por Gabriel y la guardia.

—Si—dice mamá rápidamente.

—¿Qué? no, no se llevará a Lucrecia, es mi hermana no se la llevará—protesto.

—Es mi hija Annie, por lo tanto, yo decido si con...—mira a Analí y se atraganta con las palabras—si con Lady Montgomery estará a salvo puede llevársela. Solo pido una cosa, mi Lady, ¿podremos ver a Lucrecia? Es mi luz, mi pequeña, quien da alegría a la vida de Annie y mía, desde que su padre murió.

—Una vez al mes, con supervisión.

—Claro—dice mamá con voz entre cortada y camina hacia la cocina.

—Annie, esto…

—Cállate, no soporto el ver a una víbora venenosa, soberbia, no se quien eres ni que hiciste con mi hermana mayor, humillaste a la familia, hiciste llorar a mamá—me pongo frente a ella— papá murió esperando escuchar tu voz, le quitaste ese derecho.

»Como también le pateaste la moral y orgullo al verte vestida de novia caminar por el altar con un capitán que no conocías, que no te vio crecer, un total desconocido. Nos quitaste el derecho de conocer a mis sobrinos, solo espero que no te llegue el karma de todo el daño que nos has hecho, porque créame, Lady Montgomery, sufrirías mucho.

Mamá se acerca junto con  una Lucreciaconfundida, para cuando ve a la mujer quien se hace llamar nuestra hermana.

—¿Analí?—pregunta desconcertada, luego me mira preguntándose que esta pasando.

—Hola Lucrecia—se acerca y le sonríe.

—¿Qué hace aquí Lady Montgomery? Acaso somos dignos de contar con su presencia—pregunta sarcásticamente.

—Lucrecia—la reprende mamá.

—¿Qué madre, acaso vas a defender a la traicionera de la familia? Yo tengo vagos recuerdos de lo que pasó hace ocho años, cuando Analí los desgarró por dentro.

»Me da impotencia verte vestida asi, con sedas tan finas, con joyas, con ese carruaje que te esta escoltando, con parte de la guardia de tu marido, ¿sabes que Annie tuvo que dejar tutorías para hacerse cargo de algunos gastos? Apuesto que no, ganamos la dicha de proveer los alimentos de la boda real, pero desafortunadamente nuestras pequeñas cosechas las quemaron, las pisotearon.

»Ahora tenemos que vender un campo que inservible, esta casa donde murió mi padre, no se puede mantener por falta de dinero ¿y tú? Disfrutando una vida fingida, donde solo estas demostrando que necesitas atención y riqueza para sentirte alguien.

—Lucrecia basta—la llamo.

—Annie—reprocha.

—Ya basta, ella sabe lo que ha hecho—aclaro.

—Lucrecia—la llama mamá.

—¿Si madre?

—Analí está aquí por una sola razón.

—Asi es Lucrecia, estoy aquí porque hablando con mam…—se corrige—con la señora Lewistter, lleguamos al acuerdo de que vendrás conmigo, tendrás una vida que te mereces, buenos prospectos de cortejo, tutorías que le imparten a la nobleza y guardias de la guardia real.

—No.

—¿Qué?—pregunta Analí desconcertada.

—He dicho que no, no me iré con una completa desconocida, no dejaré a mi hermana y madre.

—Yo soy también tu hermana—dice entre dientes.

—La cual no conozco—aclara.

—No está a discusión—sale de la casa, Lucrecia abre la boca para decir algo, pero se calla al ver que Analí vuelve con dos guardias.

—¿Qué harás?—pregunta Lucrecia dudosa.

—Te vas conmigo por la buenas o por las malas—advierte Analí.

—por ninguna, no iré a ninguna parte.—responde firme.

Mamá solo esta callada viendo la escena con la cara roja y los ojos completamente humedecidos.

—Bien—responde Analí, mira a los guardias y se acercan a Lucrecia tomándola a la fuerza.

—¡No! ¡Suéltenme! ¡Mamá ayúdame!—grita entre sollozos.

—¡Lucrecia!—salgo corriendo, pero uno de los guardias me detiene—¡bájenla por favor!

—¡Annie!—solloza aun más fuerte al ver que no me dejan avanzar.

—¡Te amo Lucrecia, por favor cuídate mucho, no olvides que eres mi adoración!—sollozo al ver como la adentran al carruaje mientras ella grita.

—Demasiado drama—dice Analí girando los ojos mientras pasa a mi lado y subirse al carruaje.

El carruaje se marcha llevándose consigo una parte de mi vida.

Todo por el estúpido ataque, rey Thirwall ya ataquenos prefiero morir ya.

Cosecha destruida por los agricultores vecinos que perdieron el concurso, no tenemos un solo peso.

Analí se llevó a mi luz, ya nada tiene sentido.

Giro para ver a mamá pero solo mira por donde se fue el carruaje inundando sus ojos de lagrimas. 

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