—También te amo —Declan le guiña un ojo. Maylene se atraganta, y sus mejillas se encienden con esa sonrisa coqueta de Declan Morgan antes de salir de la habitación. —¿Cuánto nos tardaremos? —pregunta Maylene. Las gemelas están con ella, jugando. En un par de horas las cambiará. —Eso ni lo pregun
—Declan Morgan ¿Aceptas a Maylene Dodson cómo tu legítima esposa, para amarla y respetarla, de hoy en adelante, en lo próspero, en lo adverso, en la riqueza, en la pobreza, en la enfermedad, y en la salud, hasta qué la muerte los separe?Una vez el sacerdote pregunta, de reojo sabe qué ya la está mi
La hermosa ceremonia culmina en una recepción donde la celebración prosigue con alegría. Lamentablemente no puede beber, pero disfruta de la reunión bailando con sus niñas y bailando con su esposo cuando llega la hora para ambos. Son aplaudidos cuando están en el centro del salón. Maylene abraza a D
Pero las gemelas se olvidan rápidamente de lo qué están pidiendo cuando sus padres las cargan. El sueño mágico y hecho realidad toma su curso como siempre, no sólo iluminando sus vidas, sino haciéndolas más perfectas qué nunca.Declan quiere qué la luna de miel sea por unos tres días. No le agrada l
Debido al grito de Roxxie, uno de los escoltas entró a la habitación con rapidez. De inmediato actuó bajo las órdenes que Declan le había dejado.Sí estaba preparada para lo que sucedería con la llegada del niño, pero una vez se dio cuenta que el momento había llegado, el miedo incrementó en Maylene
—Bienvenido al mundo, mi niño —murmuró Declan—, te amo tanto, Maylene. Gracias por todo esto…Maylene buscó sus labios. Lágrimas de felicidad bajaron por las mejillas de la madre justo cuando tomaron al bebé envuelto en una manta.El dolor se había apaciguado. Sólo quedaba el cansancio, y lo más nor
Luego de una semana en la clínica, Maylene ya está en el cuarto de su hermoso bebé. Sentada, y cargándolo en la mecedora para calmar sus gases. Es de noche, y acaba de dormir a las gemelas. Las dos niñas han estado todo el día atentas a su madre y al pequeño qué no dejan de ver y de acariciar.Y la
Maylene no lo nota cuando toma su cintura con una sola mano. Lo observa por su hombro, y baja la mirada hacia el bebé. Ya está quedándose dormido.—Cada vez que llore, te levantarás a calmarlo. O jugamos para ver quién lo hace.—¿Ah sí? ¿Y qué jugaremos? —Declan busca sus labios—, porque eres una mu