—¿Hacia dónde se dirige, señor?—¿En dónde está Fred? —Declan sigue acelerando. Ya el sol en el horizonte nutre la mañana, y se adentra a la camioneta.—Con la señora Maylene, señor —responde Fenton—, ¿Se dirige a la compañía?—Jensen quería hablar conmigo acerca de algunos documentos que consiguió.
—Tenemos otro problema —Declan lo interrumpe—, en cualquier momento lo sabrás pero prefiero que lo escuches de mí. Cualquier delito que se me impugne es falso. Tengo razones para hacerlo, pero lo que quiero que hagas es que busques en todos los archivos de ésta ciudad un nombre.“Tienes que explicar
—Me parece que te has vuelto muy meláncolico, muy mezquino. Un poco tonto sí. Hasta suicida. Pero es la ley de la vida, casi nunca tenemos lo que deseamos.Declan gira el rostro.No siente nada de remordimiento, o siquiera enojo cuando Kieran, totalmente distinto, porque es un hombre distinto, comie
—¿De qué estás hablando? —Maylene no siente sus piernas, ni siquiera su cuerpo. Arrastra de nuevo los pies hacia Bradley—, ¿De qué estás hablando? ¿¡De qué mentiras hablas?! —No es ninguna mentira —Bradley coloca las dos manos en el mango del bastón, ya fija en ella. Tiene la mandíbula tensa, y su
—Por Dios —Maylene tiene que quitarse de la pared, tomando su cabeza. —En el lecho de su muerte —Bradley busca la mirada de su nieta—, tu abuela me confesó que fue ella quien las mandó a secuestrar. Maylene abre la boca, pero ningún sonido sale. El sobresalto de ésa cruel afirmación la desmorona
—Se puede solucionar. Madeleine ha hecho mucho daño, y si busca venganza, la puede buscar conmigo. Sé que tus hijas no tienen nada qué ver en esto, Maylene. Y lo lamento —Bradley vuelve a levantarse. Los labios de Maylene tiemblan—, ustedes dos debieron criarse juntas, al lado de sus padres que por
—¿¡Declan?! —Maylene baja los escalones con los ojos llenos de lágrimas—, ¡Por Dios! ¡Declan! Como puede se abalanza hacia López, quien intenta sostenerlo, pero hay alguien a su lado y tiene más sangre que Declan. —La sangre no es mía —y su voz suena demandante. Tres hombres y sumados a Calvin y
—Amor, mírame a los ojos. Maylene. Maylene intenta mirar hacia otra parte. Declan sostiene su rostro directo hacia él. —Mírame a los ojos y escúchame —aún con su debilidad Declan sostiene con firmeza sus palabras. La palidez de Maylene lo llevan a continuar—, nuestras hijas están bien. Están a s