Las risas del rumano fueron tragadas por la puerta que B.J cerró. Peter se alejó pasillo abajo, gruñendo, engrandecido. Abrió una puerta a su derecha, entró a otro piso, era el mismo al que llevó a Pilar cuando la interrogaba. Tomó una de las sillas que se ubicaba al rededor de la pequeña mesa, la a
(Dos días atrás). La noche cayó. Ya eran más de las 17:00 horas y Peter no daba señales de vida. Pilar agradecía sobremanera el haberse devuelto a su casa y que las ocupaciones aligeraran su preocupación. Llegar temprano a la isla fue buena cosa. Arreglar su pequeño hogar, asearlo, mostrarle a Susa
Pilar asintió, masticando su tostada untada en mermelada. —¿Te gustó el paseo de hoy? ¿Te gusta Anafi? Susana bufó, asintiendo cortito. —Es un lugar maravilloso y aún no lo conozco al completo. Todo el país lo es. Por lo que he visto, así lo creo. Santorini es increíble y apenas he visto algo. A
—No, no tengo problemas con responder. Quizás, antes sí, porque… tienes mucha razón, quiero conservar mi empleo y usted... Yo no sabía de su existencia hasta que la vi en el apartamento de la señora Lenis, que ella fue quien me puso en contexto. Ahora las cosas han cambiado mucho. Pilar la miró fij
—Pilar, no creo que deba responder eso. —Lo sé, pero juro que ésta es la primera y última vez que te pondré en esta situación. La niñera y la enfermera se miraron justo a los ojos. —No es la primera vez que me haces este tipo de preguntas. —Incorrecto. Las otras veces intenté hacerlas. Solo que
Él miró su boca, ella la de él... —Con permiso, iré a ver cómo están los niños. Pilar regresó a tierra. Le asintió a Susana y dio pasos hacia la mesa, apoyando sus manos sobre la madera porque su piel picaba entera y se sentía nerviosa, casi no lo podía creer, se sentía como una adolescente. —Hol
—Nena, créeme, lo recuerdo. —A Pilar le brillaron los ojos—. Igual no lo entiendo, ¿cómo es que puedes dormir con tanta cafeína? —¿Con todo esto me estás queriendo decir que ya no quieres tomándote eso? —Miró el interior de la taza de Peter. —Dame acá, claro que sí me lo voy a beber. —Arrastró la
Él sonrió más abiertamente al verla caminar, se veía hermosa. Pilar ahora llevaba el cabello completamente suelto y retocó su maquillaje. Él pensaba que no le hacía falta, pero se le veía estupendo el labial rojo en su rostro de porcelana. Siempre le encantó cómo esos colores fuertes resaltaban el i