Al finalizar esa semana pudo hablar con Pilar, ver a sus dos hijos un poco más de cinco minutos. La encontró desesperada, quería irse a como diera lugar, pero la convenció de quedarse un poco más, esperar. La frase dicha por el excéntrico, "Carol quiere acabar con la enfermera" pinchaba las sienes d
Peter estrechó la mano de Vlachos. —Mi compañera, la oficial Takur. —Wow... —exhaló el griego, contemplándola—. Anteriormente, las oficiales no eran así de hermosas. —Ella no se inmutó ante el zalamero halago—. Por favor, adelante, siéntese por acá. ¿Desean algo de beber? —Señor Gaetano, no le ha
—B.J está llamando —anunció Peter, mientras manejaba—. Contéstale tú y dile que yo lo llamo. ¡Maldita mujer! —Peter golpeó el volante con fuerza, despotricando una nueva oda hacia Carol, mientras le cedía su móvil a J.T para que ella lo manipulara. —B.J, espera tan solo un momento. —Ella colgó, dán
—No lo sé. El señor Tarsis solo se llevó al pequeño Mateo. Jaya y Peter escucharon con atención. Abajo, el uniformado seguía intentando sacarle información a quien decía ser la cocinera. —¿Cómo se llama la mujer que estaba viviendo aquí? —Mireya —lanzó, juiciosa, la empleada—. No es griega, tamp
Peter abrió súbitamente la puerta principal del apartamento, casi cayéndose de bruces por el apuro. Sentía la piel hirviendo y no lograba controlar su caminata. Escuchó el grito de su compañera allá abajo, pero el espectro radial que sus oídos capturaban parecía haberse bloqueado. Fue la serenísima
Cuando Pilar lo vio apostarse de cuclillas frente a ella, su respiración se sostuvo, temiendo que su conclusión fuese el motivo de su desaforada aparición. Peter la miró, pero no detallaba exacto su rostro, sino todo. Sus ojos verdes, que con la tenue luz parecían brillar; su boca, su cabello, él m
El piso era exacto al anterior: un largo y ancho pasillo a la izquierda de la entrada, abriéndose después la enorme sala. Allí, sentados en los muebles: otro de los oficiales de Inteligencia, parte del equipo que custodió la entrada del club de Vlachos. Jaya también estaba allí, todos aún vestidos c
(Cinco años antes). —No te haré esa maldad —le dijo Pilar a Peter mientras sostenía fuerte su teléfono celular. Su esposo le había llamado, quiso saber cómo estaba. Él se echó a reír con el comentario de su esposa. Ella se encontraba en Madrid, en el hogar de sus tíos y de su infancia. Él propuso