Ellos seguían mirándose mientras la lluvia a sus espaldas no cesaba, tiñendo el cielo de un melancólico gris. —Jamás dudé de ti. Aunque no lo creas, le di la razón a Lenis: tú debías tener una poderosa excusa, algo guardado que te obligó a estar en Grecia aquella vez y a alejar a Peter de ese asunt
La joven dejó la puerta abierta para que Pilar entrara y se retiró, dejándola sola, siendo inocente ante el poder de esa visita. Allí estaba ese sabor amargo de antes, golpeando sus entrañas al ver a Peter con los ojos cerrados, sin camisa, arropadas solo sus piernas y dos vendajes cubriéndolo, un
Él paralizó sus movimientos. A pesar del malestar, no podía dejar de mirarla. Observó cómo ella se introducía en su rol de enfermera, con espasmos de impaciencia, muecas, tacleo de sus dedos en la parte trasera de la carpeta de metal que sostenía, repique de su pie contra la cerámica del suelo. —M
La agente de descendencia india, rostro exótico, además de unos impresionantes ojos claros, Jaya Takur (apodada J.T en su trabajo), se quitó los lentes para leer y los dejó sobre la mesa que usaba como escritorio, que no era más que una hilera pegada a una pared con pantallas, casi todas conectadas
Entonces, a su estilo, recurrió a los informes de la prensa, que siempre servían de apoyo para cuando la policía callaba. Días después de lo ocurrido en el bar, los titulares de un periódico local anunciaban el fallecimiento del jefe de enfermería del hospital central de Madrid. El cargo "enfermero"
Pilar tenía llamadas perdidas en el teléfono móvil con el cual solía comunicarse con su hermana. Luego de cumplirse las 00:00 horas, anunciado ya su cumpleaños y sin poder dormir, queriendo irse de La Ciudad y no al mismo tiempo, decidió levantarse, ser sigilosa en ese apartamento con la intensión d
En Grecia debían ser alrededor de las siete de la mañana. Sola, en ese rincón del apartamento de Lenis y George, miró hacia atrás para asegurarse bien de que nadie pudiese ver u oír, y marcó. Mireya abrió los ojos, la vibración de su móvil la despertó. Irguió su cuerpo de inmediato en ese apartahot
Mireya se alertó, casi lo estropea todo. Para muestra: el vigilante que Karlos contrató, entrando a la habitación, cerrando la puerta tras de sí. Mireya sintió caer encima de sí toda la presión del universo. Habló al teléfono sin dejar de mirar al sujeto. —Pilar, necesitamos vernos. —Prefirió irse