Él llevó sus manos hacia un costado de su cinturón, sacó un tirraje y agarró las muñecas de Pilar. —Peter, ¿qué estás haciendo? ¡Peter! Ella luchó con todo, pero él era evidentemente mucho más fuerte. Aunque la lucha los llevó hasta el suelo de aquel pequeño despacho, fue allí abajo donde él logró
Pilar alzó la cara, recostó su cuerpo cansado a una pared, cerró sus ojos y respiró profundo. Tocó su cuello, lo movió con rotaciones de masajes y siguió inhalando y exhalando aire, se sentía agotadísima y aún faltaba por hacer, el desastre cada vez era mayor debido a las personas que empeoraban su
Su mente quedó en blanco, él la miraba fijo, atento a ella y no parecía estar dispuesto a quitarle ojos de encima. Por su cuerpo recorrió la molestia y el dolor, sentimientos que pensó dormidos hasta que el día de recordarlos con el dueño de ellos frente a sí, llegó. El alcalde sentado a su izquier
—Muchas gracias por ofrecerte a ayudar, no me sorprende de ti —le dijo el jefe, ella aceptó con un ligero asentimiento, sabiendo que eso significaba "gracias, pero no". Cuando la reunión finalizó, Pilar le cedió al director la lista reciente de heridos y fallecidos, viéndolo salir para reunirse con
—¿Pilar? —Ella apretó sus ojos y se detuvo al oír el llamado de su jefe. Plantó una sonrisa fingida y se giró hacia él, quien le corroboró que la avioneta destinada a los colaboradores aún era utilizada para transportar insumos y más rescatistas, que tal vez mañana saldría hacia Santorini, pero des
Por su parte, a Peter no le costó enterarse dónde quedaba el apartamento del doctor y no perdió tiempo, se estacionó en una de las camionetas alquiladas para esperarla frente al edificio, específicamente al otro lado de la acera. Tenía los datos pertinentes, el número del apartamento, el tipo de veh
La camioneta rodando y el ambiente dentro era silencioso, tenso. Peter se atrevió a estirar una mano hacia Pilar, pero ella emitió con su cuerpo un lenguaje de rechazo que le hizo arrepentirse y retroceder. —Déjame verte. Por favor. Renuente a hacerlo, ella obedeció, girando su rostro hacia él, qu
—¿Qué es eso, Peter, qué vas a hacer? —Lo siento, nena, pero no puedo arriesgarme. —Expandió la tela demostrando ser una busaca y cubrió la cabeza de Pilar con ella, encegueciéndola. *** Pilar sintió un baño de tensión y zozobra caer sobre sí. El vehículo se puso nuevamente en marcha y ella calcu