Peter gruñó, separándose del cuerpo inerte de quien le recibió con agresiones en esa habitación. Se levantó y sintió un fuerte dolor en un costado. Ya lo había sentido en el pasado, se diagnosticó alguna fisura en las costillas, pero eso no le detuvo para correr hacia ella. —¡Pilar! La mujer cayó
—Te darán de alta en menos de quince minutos. —¿Perdón? —Un doctor ya la ha firmado, solo será cuestión de entregarte el parte médico para que puedas salir de aquí. —¿Qué...? —Allí está tu maleta. —Señaló una esquina—. En ella encontrarás un pasaje de avión y tu pasaporte. Saldrás del hospital l
—¡Puja, puja! No dejes de hacerlo. Pilar hacía un nuevo esfuerzo por pujar. Sufría por el dolor, pero en su rostro surcaba la gran expectativa del alumbramiento. —Vamos, Pilar, tú puedes, ¡puja! Vamos, que falta poco, ¡puja...! Peter despertó de súbito, sentándose en la cama con la respiración mu
—¡Quitarán los toldos de esta zona, tenemos que trasladarnos! ¡Quitarán los toldos de esta zona, por favor...! —¿Perdón? —Ella levantó la cabeza y divisó al joven vestido de jean, camisa y bata blanca quien se acercaba por el pasillo de camillas, avisando a todo el personal que debía prepararse par
Rápido, veloz, sin pensar tanto las cosas, Peter Embert tomó a Pilar de la cintura luego de que la gran tercera explosión se suscitara en el centro de Atenas, después de cubrirla con su cuerpo, uniéndose a la masa de escuadrón que se alejó de la zona hacia donde ya él mismo pidió que se reubicaran l
Él llevó sus manos hacia un costado de su cinturón, sacó un tirraje y agarró las muñecas de Pilar. —Peter, ¿qué estás haciendo? ¡Peter! Ella luchó con todo, pero él era evidentemente mucho más fuerte. Aunque la lucha los llevó hasta el suelo de aquel pequeño despacho, fue allí abajo donde él logró
Pilar alzó la cara, recostó su cuerpo cansado a una pared, cerró sus ojos y respiró profundo. Tocó su cuello, lo movió con rotaciones de masajes y siguió inhalando y exhalando aire, se sentía agotadísima y aún faltaba por hacer, el desastre cada vez era mayor debido a las personas que empeoraban su
Su mente quedó en blanco, él la miraba fijo, atento a ella y no parecía estar dispuesto a quitarle ojos de encima. Por su cuerpo recorrió la molestia y el dolor, sentimientos que pensó dormidos hasta que el día de recordarlos con el dueño de ellos frente a sí, llegó. El alcalde sentado a su izquier