Raquel se disculpaba una y otra vez mientras yo permanecía en silencio intentando encender el móvil.—Perdoname por favor, prometo comprarte uno nuevo —afirmó.Me sentía molesta pero había sido un accidente y no podía culparla del todo, yo no debí haberlo dejado ahí.—Está bien, no hay problema —le contesté resignada.—Dices eso pero pareces preocupada —señaló.—Bueno me preocupa un poco no poder contactarme con Bruce, quedamos de vernos hoy por la noche —le dije observando aún mi móvil destruido.—¿Quedó en pasar por ti? —me preguntó.—No, nos veremos en un restaurante llamado "Miami Le Gros Luxe", a las 7. Ya que no estabas aquí, no le vi caso a venir a tu casa para que él pasara por mi cada vez que nos veíamos, así que siempre le pido encontrarnos en el lugar de la cita. —le expliqué.—Mmm entiendo, pero no veo porqué tengas que preocuparte, ya todo lo tienen fríamente calculado, tu solo ve haya y divierte —expresó con una sonrisa.Fruncí el ceño confundida por la actitud tan relaja
Los latidos de mi corazón se volvían cada vez más lentos mientras que el aire empezaba a faltarme, como si el oxígeno se negara a llenar mis pulmones.Bruce miraba a sus padres completamente desconcertado como si hubiesen dicho lo más absurdo de este mundo.—¿C-cómo que quien es mamá?, Ella es Raquel Davis —le contestó.—¡Esta señorita no es Raquel Davis! —replicó con enojo la mujer.Bruce dirigió su mirada hacia mí, y al notar el pánico que sé que había en mis ojos, soltó mi mano.—Bruce, yo puedo explicarte —dije con angustia, haciendo mi mayor esfuerzo para que mi voz saliera de mi garganta —¿Tú no eres Raquel? —preguntó atónito.No pude responder a su pregunta, ya que las palabras se negaban a salir de mis labios, sin importar cuanto me esforzara.Me sentía totalmente paralizada mientras sus ojos me observaban como si fuera una absoluta extraña.Me pesaba sostener su mirada y la culpa golpeaba mis sentidos.—¿¡Entonces te hiciste pasar por Raquel!? —preguntó, y tan solo pude asen
Lo miré fijamente analizando intensamente sus ojos, y procedí a hacer mi tercer intento.—Ya sé, eres un mafioso —supuse y Fabricio se rió.—¿De verdad crees que parezco un jefe de la mafia? —preguntó burlándose.—Bueno, yo no dije jefe, pero bien que puedes ser un lacayo del jefe —le dije sin compasión.—Uh, eso fue un golpe bajo. Pero para su información señorita, yo sería un excelente jefe de la mafia —afirmó levantando el mentón con altivez.Giré mis ojos y tomé otro sorbo de vino.Aunque parece increíble, Fabricio y yo, estamos sentados charlando con tranquilidad. Yo no estoy intentando sacarle los ojos y él no está insinuándose, aunque eso último solo duró unos pocos segundos. Sin embargo, cada vez lo tolero más.—Es mi turno —señaló.—Bueno, eso no sería justo, tú ya conoces "mi profesión" —dije con desdén mientras hacía comillas con mis dedos.—En realidad yo quisiera adivinar, tu verdadera vocación, a lo que realmente deberías dedicarte —expresó.Sus palabras llamaron mi aten
Me sentía completamente furiosa, mientras que el impulso de golpearlo sea hacía cada vez más grande.—¡YA PARA! —le grité avergonzada.Fabricio no dejaba de reírse, burlándose de mi pregunta anterior.—¡Ay no puedo! —pronunció entre risas.Tiré al suelo la copa de vino blanco que aún sostenía, me acerqué a él y le di una bofetada.—¡Idiota! —espeté y me dirigí hacia la puerta.Fabricio me detuvo antes de salir y me encerró contra ella en medio de sus brazos mientras apretaba su cuerpo contra el mio.—No, no soy policía, pero puedo fingir serlo, si se trata de alguna fantasia erótic* —insinuó con una ceja levantada y una sonrisita cerrada llena de picardía.Mi atuendo era tan descubierto que su torso desnudo rozaba con mis pechos, haciendo que con cada roce mi pulso se acelera al igual que los latidos de mi corazón.—E-res un imbécil —titubeé resistiéndome, lo empuje un poco para alejarlo y continúe. —Bueno, si no eres policía, ¿Entonces que eres? Estoy harta de tus misterios —reiteré.
———Una semana después———No entendía que estaba pasando, pero todas estas noches en el club, Fabricio es el único que me ha contratado y siempre en la misma habitación. Definitivamente es "nuestro lugar especial" como le suele llamar. No me besa y mucho menos me toca, ni él, ni nadie. Por primera vez desde que llegué a este lugar, llevo una semana sin que nadie me ultraje y sin sentir asco de mi misma; todo gracias a él. Sin embargo, no sabía porqué lo hacía o cómo podía hacerlo, y el no saber eso me enojaba.—Es mejor que no vuelvas a hablar con ella, BE —dijo Dayana. Estábamos en el camerino, recientemente bajé del escenario y al venir aquí las encontré a las dos comiendo un gran paquete de frituras. Hoy ninguna de las dos parece tener ganas de trabajar, así que se esconden.—Estoy de acuerdo —secundó Loren mientras masticaba.Solté un suspiro viendo el nombre de Raquel en la pantalla del móvil.—Necesito comunicarme con ella, desde que compre este celular llevo intentándolo, sé q
Observo la escena completamente horrorizada. El candidato yace en el suelo completamente inconsciente mientras que sus guardaespaldas le apuntan con sus armas a Fabricio. Sin embargo, la seguridad de él también actúan rápidamente haciendo lo mismo.La música se detuvo y todo quedó en absoluto silencio; dando la impresión que si alguien se movía en lo más mínimo, una lluvia de balas empezaría.—¿¡Qué mierd* está pasando aquí!? —llegó Roger preguntando.Mi corazón empezó a latir rápido con miedo. Temí por mi, temí por él...—Yo puedo explicartelo Roger —dije metiéndome en medio de él y Fabricio.—¡Tú quítate, BE! —exclamó AB jalándome del brazo.Fabricio rápidamente reaccionó, tiró de cintura abrazándola con sus brazos, quitándome así de las garras de AB y me apretó contra su cuerpo protegiéndome. Acto seguido saco un arma de color plata con el diseño de un dragón en color rojo.—¡Vuelve a tocarla y te juro que te mato como a un perro! —afirmó con determinación y una profunda ira.AB lo
Quería salir corriendo, y mi deseo era tan fuerte que no sé en qué momento mis pies empezaron a moverse y se giraron en dirección contraria. Sin embargo, antes de hacer el ridículo corriendo, él levantó la voz llamándome.—¡Raven, espera! —cruzó rápidamente la calle, llegando hasta mi. —Por favor, no te vayas —me pidió tomando suavemente mi antebrazo.Su tacto hizo que mi corazón diera un salto y empezara a latir rápido. Pero la calidez de sus manos no me reconfortó por mucho tiempo, ya que él me soltó y retrocedió un paso, alejándose de mi en cuanto me giré para estar de frente hacia él.—¿Qué haces aquí? —me preguntó.El tono de su voz se volvió frío de repente, y su mirada dura. Sentí una punzada en mi corazón, empuñé la cartera en mis manos y reuní todas mis fuerzas para mirarlo igual.—Aquí vive una de mis mejores amigas, vine a visitarla —contesté seriamente.—Tengo entendido que ya habían cortado lazos —pronunció.Fruncí el ceño confundida y miré hacia la casa de Raquel.—Entie
—¡Ya basta! No me mientas más, ese mensaje lo escribiste tú, cuando estábamos conversando —declaró mientras sacaba su celular de la guantera del auto. Rápidamente empezó a buscar en el y me mostró la última conversación que tuvimos, la cual empecé a leer en voz alta cuando vi un mensaje que no reconocía:"—¿Qué te parece si está noche llevas a tus padres? Creo que ya es momento de conocerlos —textió la persona que hacía pasar por mi.—¿De verdad, quieres? A mí me encantaría —contestó Bruce.—Perfecto, no se diga más, está noche lleva a tus padres. Me ocuparé, nos vemos esta noche —escribió.—Yo también, cuidate hermosa —textió Bruce cómo último mensaje."Levante la mirada del móvil y lo miré fijamente.—Yo nunca escribí esto —afirmé.—¿Qué? Pero eras tú, es tu número —replicó sin entender.—Si, pero alguien escribió esto por mi, ese día mi celular término destru... —dejé la frase en el aire al recordar aquel día, y la actitud tan sospechosa de Raquel. —Claro —pronuncié armando un romp