Enseguida vio a la señora King dirigir una mirada acusadora a su hija y a Nahia ponerse colorada hasta la raíz del cabello. Diez minutos después mientras la familia debatía los pormenores de la construcción, ella lo arrinconaba en una esquina de la cocina. —¿¡Cómo se te ocurrió!? —lo acusó Nahia c
Cuando Aaron Orlenko decía la palabra "juguetón", nadie más que él podía imaginarse las maldades que tenía en la cabeza. Pero a la dependienta de la tienda solo le interesaba que le pagaran así que le preparó la versión más perversa de aquellos modelos de lencería se lo entregó. —Controle aparte, p
—Déjeme adivinar. También me lo manda la señorita —siseó. —Pues sí. Y yo es por meterme pero todo esto me parecen muchas indirectas —se rio el cantinero. —Deme acá eso —dijo Aaron agarrando la copa y llevándosela a los labios—. ¡Y encima está bueno para el espectáculo! ¿Ella quiere un orgasmo chil
Nahia no era capaz de describir lo que estaba experimentando en aquel momento. Era como si una corriente eléctrica atravesara todo su cuerpo, paralizándola y a la vez haciéndola disfrutar como nunca en su vida. —¡Suelta eso, Aaron! —exclamó intentando alcanzar el pequeño control remoto que tenía en
—¡Qué sucio eres! —rezongó riéndose. —Pero me gustas también, y quiero intentarlo. No te dejaré ir, Nahia. Ya sé que soy complicado pero esto solo demuestra mi determinación. ¿Tú no quieres intentarlo? Nahia pasó saliva, pero ¿qué diablos iba a comenzar a negar a aquella hora? —Solo un poquito...
Aaron sonrió al ver a Nahia dormida en aquel sofá. Era tan linda la condenada que le daban ganas de quedarse abrazándola para siempre, pero la verdad era que todavía había mucho entre los dos que ella debía saber. La levantó en brazos y se la llevó a la cama, y procuró portarse como un caballero.
Tres excusas después Aaron le colgó a su asistente y se giró hacia Nahia, que lo miraba con curiosidad. —¿Me cuentas? —le pidió. —Te cuento lo que quieras, Nahia, pero tengo que ir a Londres de inmediato —respondió él con tono asustado y la muchacha lo miró con preocupación. —¿Pasó algo malo? —lo
—No, no, no, no no... no es seguro a donde voy, Nahia —dijo Aaron abriendo mucho los ojos—. No puedo estar buscando a Jared y preocupándome por ti a la misma vez... —Es que no vas a tener que preocuparte por mí... a menos que creas que el acosador de mi cuñada puede estar en Bulgaria —replicó ella.