—¿Quieres que te compre un velero? —sonrió. —Bueno, no quiero esperar a los fines de semana cuando haya tour de las ballenas en el acuario. Si tenemos un velero, podemos ir a verlas nosotros mismos —dijo la niña encogiéndose de hombros. —Tu papá no sabe manejar un velero —rio Nathan. —No pasa nad
Nathan sonrió y se recostó en aquel sofá viendo el bailecito sexy de la victoria que Meli le hacía sobre aquellos tacones rojos. Seguía siendo ñoña, torpe y descoordinada, pero era suya, tan suya como el primer día aunque no hubiera podido reconocerlo entonces. Amaba a aquella mujer con todo su cora
Tres años después. —¡Nathaaaaaaannnnn! Aquel grito de Meli salió coqueto, peligroso y amenazante. Dos segundos después lo veía asomarse por la puerta como un niño que hubiera hecho una travesura. —¡Soy inocente! —dio nada más entrar a la habitación. —Tú sí, pero él no —dijo Meli señalando a Rex,
Otros tres años después. —Amor, despierta. Aquellas palabras dulces susurradas en su oído hicieron que Meli sonriera. —Cinco minutos —pidió con un puchero. —Y diez también, pero recuerda que hoy es el cumpleaños de James, y algo me dice que el ambiente allá afuera anda revolucionado —sonrió Nath
Seis meses. Los más felices en la vida de Nathan King, tanto que dejó la empresa en manos de un director ejecutivo experto y se declaró dueño con licencia de paternidad. Nathan no había podido disfrutar del embarazo de James, así que ahora pretendía hacerlo con el de aquel bebé hermoso que venía en
—¡Nathaaaaaaaannnn! Aquel grito hizo que Nathan corriera escaleras arriba desesperado, porque solo podía significar una cosa. —¡Se adelantó! —gritó Meli y él miró el pequeño charquito de líquido que había sobre la alfombra entre sus pies—. ¡El bebé se adelantó! Corriendo a su lado, Nathan trató d
JUEGOS DE SEDUCCIÓN. El problema de amar desesperadamente a alguien a los dieciséis, era que nadie lo veía como más que un capricho pasajero. Y si ese alguien era el mejor amigo de sus padres, mujeriego, playboy, futbolista y millonario, entonces todo empeoraba. Sophia King lo aprendió a las malas,
Nueve años después Se decían en solo tres palabras, pero había pasado una eternidad. Rex estaba apoyado en la barra del salón de eventos del hotel Le Blanc, mientras todos a su alrededor gritaban enloquecidos. Los Patriots habían ganado el Super Bowl, solo que ahora Rex ya no era el quarterback.