CONTEXTO: (Día del entrenamiento con Vittorio Veneto. Ella está hospitalizada y ya notificaron a la familia de su embarazo) *Federico Di Lauro*Me siento en el solitario banco con la ansiedad y la impotencia crispando en mi pecho. ¡Joder! Vivo pegado a mi hermana como su eterno guardián. ¿Cómo no fui capaz de darme cuenta de su estado? Embarazada... Ahora la vida de su bebé y hasta la suya propia pende de un hilo. He visto su rostro ceniciento, he palpado su piel fría... No se parecía a la Ella Di Lauro que conozco en absoluto. Soy un imbécil. Me tocaba a mí protegerla. Cassandra Reid llegó a mi vida para convertirse en mi verdadera madre, pero la verdad es que yo ya tenía una antes de conocerla. Ella siempre ha estado ahí para mí, como mi perro guardián más fiel desde niños. Pese a que yo era el mayor y ella una tonta renacuaja, me defendía, me cuidaba y me consolaba cuando yo estaba enfocado en odiar al resto del mundo. Y desde que adquirí madurez suficiente como para transf
Extra: Luna de Miel*Enrico Falconi*Mi esposa... Por fin, Ella es oficialmente mía y no puedo ser más feliz. Soy un hijo de put@ con suerte.Después de una cena en el punto más alto de la Torre Eiffel, dormir a la bebé y tomar un baño relajante de espumas —con sexo ligado por supuesto— en ese orden, caigo rendido en la cama al lado de mi princesa.Los últimos días han sido una locura entre los preparativos de la boda y los pendientes en la oficina para poder tomarme estos días libres. El tan esperado día fue ayer, anoche llegamos a París y Ellia ha sido la única que ha podido dormir. Su madre y yo hemos preferido contemplar el amanecer de la Ciudad del Amor desde la terraza del ático, cubiertos únicamente por una fina sábana y muestra piel. De repente, siento un tirón a mi lado y me incorporo con la misma rapidez. Observo a mi alrededor a través de la tenue iluminación buscándola, pero solo consigo oír su voz: —Cierra los ojos.Las luces se apagan de un momento a otro, dejándome en
Extra: Rebeldía Adolescente(Un abrebocas de lo que está por venir)*Adriano Di Lauro*Lo voy a matar. Juro que lo mato. La furia es tanta que no espero por mi equipo de Seguridad para subirme al auto y me pongo al volante. Ya me seguirán en otro coche detrás. Gibson Di Lauro me está sacando las canas que aún no me han salido. Cruzo la verja de la mansión como alma que lleva el Diablo —maldit0 sea ese imbécil que me sale hasta en la sopa— y subo los escalones de la entrada de dos en dos. —Prométeme que te lo vas a tomar con calma —mi esposa me intercepta a medio camino de las escaleras—. Amor... —Se ha fugado de la escuela, Cassandra —replico—. No me pidas que me calme. —Está en la etapa... —¡Rebeldía adolescente mis pelotas! —protesto rodeando su cuerpo para avanzar—. Estoy cansado de su pataleta. Primero las peleas y ahora esto... Tiene dieciocho años, así que ya no es un niño. —Adora el boxeo... —No vayas por ahí, cara —señalo—. Tú y yo le hemos apoyado en todo. Cedí con
Capítulo Extra: Arranque pasional en la oficina*Stella Falconi* (nótese el cambio de apellido jaja) Ambos estamos tan cerca que podríamos tocarnos si nos inclináramos un poco más. Sigo de cara a la puerta, esperando el momento que sé que va a llegar. Entonces, en un acuerdo tácito, nos movemos. Me doy la vuelta y él me presiona contra la puerta. Puedo sentir el bulto de su miembr0 presionando contra mi vientre, y sus labios encuentran los míos en un beso ardiente. Su lengua serpentea en mi boca y coloca sus manos pesadas y poderosas en mis caderas. No puedo hacer otra cosa que agarrarme a él, perdida en la sensación de su tacto.Entonces, tan abruptamente como me besó, él se aparta. Lo repentino de esto me deja tambaleándome y jadeando, tratando de recuperar el aliento. La presión de su cuerpo sobre el mío sigue siendo fuerte, y también noto la puerta en mi espalda.—¡Joder, Falconi! —jadeo, echando la cabeza hacia atrás—. Eso ha sido...—Exactamente lo que querías, ¿verdad? —pregunt
Capítulo extra: Una cita preparada Cassandra Di Lauro Apago la cerilla y coloco la última vela aromática. Desde mi posición contemplo el paisaje con una enorme sonrisa en mis labios. Las cortinas blancas y doradas combinan junto a las mantas del mismo color. Por donde quiera hay pétalos de rosas rojas, dándole sencillez y elegancia al mismo tiempo al ambiente. El cuenco de fresas permanece en su sitio junto a la Champaña. «Un sorbo no le hará daño al bebé» Aunque por si acaso mi marido se pone paranoico al respecto, tengo zumo de naranja. El amor se respira en el aire, lo cual es precisamente mi objetivo. Necesito un tiempo a solas con mi italiano, disfrutar de nuestros cuerpos, nuestro cariño. Necesito una pausa en el tiempo para luego poder continuar nuestra ajetreada vida. Mi suegra me confirma que ha llegado a su casa con los pequeños junto a Vivi y le doy el resto del día libre al personal de la mansión. Por supuesto, a los gorilas no hay quién los saque, pero al menos se q
Shot Ella y Enrico *Narra Stella Falconi* Amanece otro día más en este sitio y no puedo mentirme diciendo que no he pasado una noche maravillosa con él. Cada día que paso a su lado y viviendo esta nueva experiencia es como si fuera una nueva vida para mí y comienzo a acostumbrarme a ella sin poder evitarlo. El azote en el trasero me despierta y me hace soltar un chillido de forma automática. —¿Acabas de azotarme el culo...? —la última palabra sale con un ruidito extraño debido a que el golpe se desvía a mi sexo. —¿Te gusta? —un jadeo ahogado es todo lo que puedo pronunciar y de inmediato, me vuelve a golpear con ondas de choque magnético—. Responde. —¡Sí joder! —vuelvo a gritar y cuando siento la profunda penetración, pienso que me quedaré sin garganta. Su brutalidad duele, arde y quema como la m****a, no obstante, también me prende. ¡Me cago en la leche! ¿En verdad estoy tan loca? Sí, pero también estoy enferma... de él, de lo que me hace sentir, de lo que hace explotar cada
Especial Federico Di Lauro *Narra Federico Di Lauro* La puerta de mi consultorio se abre y las piernas que me vuelven loco en los últimos tiempos cruzan por delante de mí, cerrando tras de sí con seguro. Ella sonríe y yo le dejo hacer, consciente de que los dos sabemos lo que sigue desde ahí. —Nuestro horario laboral ha llegado a su fin, señor —informa con su característica eficiencia. —Eso quiere decir que ya no debes llamarme «señor» en primer lugar —señalo siguiéndole la corriente para luego indicarle acercarse con un gesto en la mano—. ¿Qué deseas, Elena? —Hacerlo con mi jefe encima de su escritorio —responde sin dudar. Por eso me gusta y la mantengo a mi lado. Elena es eficiente, clara y directa en todos los sentidos. Sabe lo que busco y no pide nada más que los maravillosos orgasmos que le regalo. —Entonces, ¿qué esperas para quitarte ese bonito vestido? No lo duda dos veces y cumple mi orden llevando la mano a la parte trasera de su vestido. Bajo mi atenta mirada,
Especial Kristine Frost *Narra Kristine Frost* Me sorbo la nariz intentando que no se me desmonte todo el maquillaje y me reclamo internamente por lo estúpida que he sido. ¿Es que soy la única que cree en el cliché de amar al jefe que termina enamorado hasta las trancas de la asistente? ¡Joder, hay que leer más! Es tan bonito. ¿Por qué no puedo tener eso yo también? He permanecido a su lado desde el primer día de manera incondicional, guardándome todo lo que siento primero porque no era correcto y luego... porque él mismo me cerró las puertas a cualquier posibilidad de acercamiento aparte del sexo. Le he acompañado en las buenas y en las malas, incluso en la enfermedad de su mujer. Soporté estar cerca del hombre que más he amado en mi vida sabiéndolo de otra, solo porque no soy, ni he sido, ni seré nunca capaz de dejarle... Lo sé. Pensarlo solo confirma que soy un caso perdido. Perdida en sus ojos marrones, en ese pelo ahora un poco cano, pero de origen castaño, en los labios