Sofía empezó un lento tratamiento que la haría volver a la realidad, a esa realidad donde existía un hombre que la amaba con todas sus fuerzas. Yo estaba ansioso por tenerla de nuevo. Sus padres habían decidido viajar desde Colombia para estar con ella y ayudarla a recuperarse. Eso me dio mucha tranquilidad, sabía que si ellos estaban cerca, ella se iba a sentir más segura, aunque tampoco los recordaba. Eran sus padres, era un vínculo más allá que cualquier recuerdo.

Los meses fueron pasando y Sofía cada día estaba más lúcida. Incluso había días en los que se comportaba como si recordara absolutamente todo. Jugaba con nuestro hijo y le daba ese amor de madre como si recordara todo sobre él.

Sabana se había acercado a mí, pero no de la manera en que lo hacía cuando Sofía no estaba. Hasta podía jurar que le tenía miedo, porque cuando la veía, se escondía de ella. Eso me hacía pensar que había algo que escondía.

Una mañana vi a Sofía caminando. No quise dejarla sola, así que fui detrás d