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Capítulo 1

Adara.

Tuve una noche irritada por el simple hecho que mi dulce amiga estuvo de fiesta y yo como soy una amiga que se preocupa por el bienestar de otros, ¡no dormí por esperarla! Mi cabeza da mil de revuelcos y no encuentro la respuesta, ¿quién sería la persona que sale de fiesta un lunes? ¡Por Dios! Nadie sale un lunes y lo peor que tiene que ir a trabajar el día siguiente, mi amiga está completamente loca y yo siempre cubro todo lo que ella hace y deshace. Hoy me levante demasiado tarde y solo me queda unos minutos para presentarme al trabajo, se supone que la entrada es a las once de la mañana, pero solo me quedan cinco minutos para las once y si no llego a tiempo creo que esta vez si me despiden, llevo trabajando en la cafetería STAGE DOOR, por tres años, el propietario de la cafetería ha sido muy bueno con mi amiga y conmigo, ya que ambas trabajamos en el mismo lugar, me enfurezco al ver que Kiara no ha regresado y lo peor es que hoy faltara al trabajo y yo seré la pagana de su falta de irresponsabilidad. 

Me miro al espejo y frunzo el ceño. ¡Qué asco me doy! Todo por culpa de Kiara y a mí quién me manda que esté pendiente de ella, veo mi rostro todo ojeroso y lo primero que se me viene en la mente es matar a mi Kiara, por el momento dejaré a un lado la cara de zombi que tengo y me apresuro a cepillar mi cabello castaño y maquillarme un poco  para medio cubrir estas ojeras terribles, con el fin que el color azul cielo de mis ojos sobresalten y que no se note lo demacrada que me veo, aunque soy de piel morena me veo como si fuera un zombi de piel blanca.

Ooohhh… Sé que dramatizo, pero mi presentación es importante para la cafetería porque soy la cajera y a veces la mesera, aunque no es el trabajo de mis sueños, pero es un trabajo honrado y subsisto con el salario mínimo, la verdad que no tengo pensado seguir estudiando o buscar mejores oportunidades porque no tengo quien me apoye, en este mundo cruel no tengo familia, pero sí una gran amiga ingrata que solo vive de parranda en parranda. No espero ni un segundo más y salgo corriendo lo más que puedo porque mis botas puntas finas me impiden correr una gran maratón, gracias a Dios que hoy es marte y la vestimenta es de unos jersey azules con una blusa marrón de tela ralita y para que no se me vean mis pechos enormes o eso es lo que dice Kiara, me he puesto un top azul para combinar los jerseys, tomo mi bolso con las llaves y mi chaqueta por la temperatura del frío, salgo del apartamento, intentó correr, pero mis pasos son fallidos, mi respiración es acelerada y el ritmo cardíaco va a mil por horas, lo bueno de todo esto es que mi trabajo está a cinco minutos de mi apartamento, pero lo malo es que tengo menos de cinco minutos y no sé si llegue a tiempo.

¡Maldición!

Mi nombre es Adara Quinn y nací en esta ciudad. ¡La ciudad de Dublín! La edad que tengo es la suficiente para trabajar y ser independiente, tengo 26 años de edad y sin ningún familiar que viva conmigo, hace cinco años mis padres tuvieron un accidente automovilístico y desde ese día he dejado mis estudios para dedicarme a trabajar y subsistir, fueron años para asimilar la muerte de mis padres hasta que llegó el momento que me reprimí todo dolor y nostalgia de solo recordar el mismo suceso una y otra vez, aunque mis pesadillas no me ayudan en nada porque sueño el mismo día del accidente, ese día yo iba en el auto, mi padre conducía sobre la autopista, mi madre y yo íbamos sentadas en la parte trasera del auto, de un momento a otro se le atraviesa un camión, mi padre para esquivarlo gira el timón para ir a otra dirección y salimos por el otro lado del la vía, el auto dio vuelta y vuelta, hasta ese punto recuerdo, porque después de semanas que recupere la conciencia me dieron la noticia que fui la única sobreviviente, en ese instante mi mundo se derrumbó por completo, me encontraba desamparada y sola, mis padres no tenían más familia y yo era su única hija, mi vida no ha sido fácil aunque me esfuerce cada día.

Mi amiga Kiara Brown; es una de las chicas vanidosas porque lo importante es el glamour y primero muerta que sencilla, ella tiene 28 años de edad, es la bella chica rubia ojos azules, con un cuerpazo extremadamente entrenado. Kiara cuida cada parte de su piel y de su figura, no le gusta usar cualquier tipo de cosmético o ropa que no se ajuste a su sexi cuerpo, su clóset está lleno de ropa de marca, al inicio me preguntaba cómo obtiene tanta ropa y cosas carísimas, hasta que llegó el día que le pregunte y ella me contestó con una dulce sonrisa; “los papis chulos de dinero son los que gastan para consentirme y hacerme sentir bien, pero a cambio presto mi cuerpo por placer”.

¡Wau! Eso fue impactante, pero luego me dije a mi misma que debía y tenía que respetar sus decisiones porque cada quien lleva su vida como quiere. A ella la conocí el primer día de trabajo, fue la única persona amable que me ayudó a relacionarme con la cafetería y con los clientes, desde ese día la considero como una amiga y una hermana aunque ella sea muy desconsiderada conmigo. Al año decidimos vivir juntas para ahorrar renta y facilitarnos el horario del trabajo, aunque es mentira porque vivimos a cinco minutos y mírenme que voy demasiado tarde.

Recorro las calles centrales pasando a lado de las personas que van y vienen de un lugar da otro, a pocos metros estoy por llegar a la cafetería, pero con dos minutos tardes. En un abrir y cerrar de ojos pierdo el equilibrio, tropiezo con mis propios pies y caigo de bruces en la acera de la cafetería. ¡Frente a la cafetería! M****a, m****a, m****a… Ambas manos las tengo apoyada en el suelo, pero unas manos gentiles me rodean para ayudarme a levantarme. Estoy muerta de vergüenza. ¡Qué estúpida! Tengo que armarme de valor para alzar la vista.

¡Madre mía! ¡Qué guapo es!

—¿Se encuentra bien señorita? —¿Qué? ¿Me lo dice a mí? Él me habla poniéndome una mano en cuanto me he incorporado.

—Muchas gracias, joven —me quedo con la boca abierta.

Es muy joven y atractivo, alto, con un traje gris, camisa blanca y corbata negra, con un cabello liso color castaño y unos brillantes ojos verdes que me observan atentamente. Necesito un momento para permitir que mi respiración vuelva a la normalidad.

—Para usted soy y seré Ryan Connor —masculla con voz ronca.

Si este tipo tiene más de treinta años, yo seré su paramédico para controlar los infartos que este hombre va dejando conforme vaya caminando. Le doy la mano temblorosa, nos saludamos y cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrío que recorre por todo mi cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómoda, debe ser la electricidad estática. Parpadeo rápidamente al ritmo de los latidos de mi corazón.

—Mucho gusto señor Ryan Connor —me sonrojo y lo único que quiero es desaparecer, en algún momento de mi vida pedí un deseo, pero jamás pensé que se me haría realidad.

—Le puedo ayudar en algo señorita… —táctica de los hombres guapos insistir y yo que me derrito con solo verlo, tiene una mirada penetrante y seductora.

—Adara Quinn. Le agradezco por lo que acaba de hacer y si me permite señor Connor, me tengo que presentar a mi trabajo antes que me despidan—le señalo. Eso si no me despidieron ya, el muy canijo sonríe mostrando sus dientes, blanco y perfectos, contengo la respiración, es tan guapo y seductor, creo que debería existir una regla del que no se deben permitir chicos guapos en el mundo.

—Señorita Adara, le puedo jurar que no me la voy a comer —Oooh… En un susurro me habla.

¡Maldito! Acaba de notar mi nerviosismo y la alteración de mi corazón. Sus ojos verdes brillan de curiosidad. ¡Mierda! ¡Mierda! ¿Qué pretende? Mis ojos se dirigen en esos labios carnosos color carmesí, su boca me desconcierta. Trago saliva.

—Pase lindo día Ryan —patitas paque te quiero, me escabullí de su cuerpo grande y voluptuoso, que estaba frente de mí con el fin de entrar a la cafetería y pedir piedad por mi  irresponsabilidad, mis pasos avanzan.

Dejó atrás al hombre de mis sueños, al cruzar esa puerta de vidrio siento un poco la mala vibra y mucha tensión, ¡avemaría! Hoy temblara y un muerto velaran, mi jefe directo esta al frente de mí con los brazos cruzados y con una cara de... ¡Te mato! Por qué te mato. Me quedo estática y la verdad que no hallo y no encuentro nada para justificar mi entrada tarde.

Mi jefe se llama Óscar Clarke, es un amor de persona, pero cuando está de mal humor es porque está de mal humor y no hay nadie en la tierra que le haga cambiar del humor de un animal feroz, creo que me falto un detalle pequeñito y es el enamorado de Kiara, siento un poquito de lástima porque Kiara no lo quiere ni un poquito, pero eso no quiere decir que no se aprovecha de eso. Camino a unos metros de él y contengo todo el aire que quiere ser exhalado.

—Dónde está Kiara y quiero una buena explicación por esta llegada tarde Adara —me reprende—. Qué esperas, hay muchos clientes que te están esperando—grita, por unos segundos cierro mis ojos al escuchar su paranoia.

Todo iba bien hasta el punto que tocó el tema de Kiara y sí no quieres saber la verdad mejor no preguntes Óscar. Sé que la verdad duele, pero él es muy masoquista, más de una vez le he dicho que abra los ojos y que no se deje engatusar por mi amiga porque él tiene el derecho de encontrar una persona que lo valore por lo que es y no por lo que tiene, aunque esa persona no sea yo, porque yo lo quiero únicamente como un amigo.

Me pierdo en la vista de mi jefe porque ya se puso de mal humor, aceptó que esté enfadado, pero eso no le da el derecho de haberme gritado delante de los clientes, caminó a pasos firmes y con un zumbido en mis oídos de la cólera que recorre por mis venas, a pocos pasos me incorporo a mi puesto de cajera, me quito mi suéter y me coloco mi mandil color rojo con el logo de STAGE DOOR, mi subconsciente me manda una señal y me advierte que sonría porque estoy en hora laboral y aunque no quiera y tenga demasiado coraje tengo que sonreír, ya que los clientes no tiene ninguna culpa de lo estúpida que soy. Quien me manda que llegue tarde y hacer enojar al jefe.

Vibra mi móvil y lo primero que hago antes de hacer inventario en la caja es ver quien es, veo que es un mensaje de Kiara y poco a poco me entra la curiosidad, lentamente sin que el jefe me vea abro el mensaje y empiezo a leerlo.

Mensaje entrante de: Kiara

Para: Adara.

De: Kiara.

Nota: Lo siento mucho, amiga, jamás debí dejarte plantada y estoy segura de que Óscar está enfadado y lo más seguro es que se la está desquitando contigo... ¡Perdón! Llegaré en unos minutos para dar mi renuncia.

¿Qué le sucede a esta loca? ¿Será que se sacó la lotería? Retomo la gran nota de excusa de Kiara.

No te preocupes y tampoco te asustes. Me encuentro bien y te prometo decir todas las preguntas que en este momento tú te estás preguntando.

Con un lo siento no basta Kiara, eres una irresponsable porque ya me encuentro demasiada preocupada y tú campantemente haces y deshaces. Tomo mi móvil y lo guardó en una de las bolsistas que tiene mi mandil. Respiro profundo y saco una sonrisa para que el cliente se sienta feliz.

—Me puede anotar o puede pagarse un café cargado incluido con el desayuno irlandés —levanto mi vista y veo eso ojazos nuevamente, oooh… ¡Por Dios! Adara este hombre te quiere torturar a cada momento, no puedo evitar la cara de estúpida que tengo, mis nervios sobresalen ante mi persona y el muy condenado cuerpo de escultura lo ha notado. Ha pedido un café cargado con el desayuno irlandés, el desayuno irlandés consta de salchicha, huevo, baked beans, panceta y pan.

—Puede tomar asiento y en un momento alguien lo atenderá —¡Toma esta! Mi bombero ardiente, crees que por tener un cuerpazo tendrás total dominio sobre mí. Muerdo mi labio para reprimir una sonrisa porque  él me ve atónito ante mi respuesta.

¿Será que él pensó que yo lo idolatraría? La verdad que solo lo idolatro en mis pensamientos.

—El único problema es que yo quiero que usted sea la persona que me atienda —cuando quieras te atiendo mi bombero, siempre y cuando me apagues el fuego que has dejado encendido.

Él levanta una ceja y mi sorpresa es que llama a Óscar, ooohh…. Ahora me delatará con mi jefe, mi vista no se despega de ese par de ojos, y comienzo a rezar miles de rosarios para que mi jefe no me corra. Sinceramente necesito este trabajo porque de aquí pago la renta y subsisto, no puedo creer que ese bombero mata pasiones venga adelantarme con mi jefe, si lo llega hacer juro por los dioses que me vuelvo monja y no vuelvo a idolatrar a los papitos como él.

Mi jefe me observa con unos ojos matadores y es ahí que comienzo a palidecer ¡Mierda! Que día el mío, si no es porque llegue tarde o porque caí como una estúpida y que un Dios griego se apiadó de mí y me ayudo. También está lo de mi jefe y su altanería o el capricho del papi rico. Ambos se acercan y cada paso que dan es un dolor que penetra en mi corazón, mi respirar se acelera y mi cuerpo empieza a temblar como una gelatina.

—No hay ningún inconveniente que tú puedas atender al Señor, quiero que atiendas al Señor personalmente Adara —ash, sabía que era para ordenarme, el dios griego sonríe y yo estoy que exploto.

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